Vicente García, Alfonso Vicente o Manolo Fornieles cuentan sus historias con el considerado como mejor árbitro de la historia charra
El mundo del fútbol español quedó de luto tras la triste noticia del fallecimiento de Joaquín Ramos Marcos, uno de los árbitros más emblemáticos y respetados de la historia reciente, a los 78 años de edad. Además, el colegiado siempre estuvo considerado como el mejor de la historia del deporte salmantino y su legado a nivel local fue intachable por la cantidad de hazañas que logró durante su etapa como profesional.
Nacido el 6 de enero de 1949 en Salamanca, Joaquín Ramos Marcos comenzó su carrera en el fútbol desde joven, aunque de una forma poco convencional. En su ciudad natal empezó a arbitrar en categorías menores, mientras seguía jugando al fútbol y estudiando. Su vocación por el arbitraje pronto se consolidó y su ascenso en el mundo del deporte fue meteórico. Tras sufrir una lesión que le impidió seguir jugando al fútbol, a los 21 años inició su carrera arbitral y poco a poco fue subiendo en el escalafón, debutando en Primera División en la temporada 1979/80. Permaneció en la máxima categoría del fútbol español hasta su retirada, en la campaña 1992/93. En total, dirigió más de 150 encuentros en Primera, recibiendo dos veces el Trofeo Guruceta a mejor árbitro, y pitó un partido de la Copa de Europa, la mayor competición a nivel de clubes.
Durante esos años, Joaquín Ramos Marcos se convirtió en uno de los árbitros más experimentados y queridos por su profesionalismo. Dirigió multitud de encuentros en la élite de nuestro país, donde era conocido por su capacidad para manejar los momentos “más tensos con una calma envidiable”, según indican los expertos de aquella época. A lo largo de su carrera era frecuente ver “partidos cargados de emoción y controversia en los que su intervención, siempre imparcial, garantizaba el respeto por el juego y la justicia en el campo”, apuntan sus conocidos. Más allá de que las decisiones arbitrales nunca son fáciles, muchos jugadores y entrenadores lo reconocían por su “autoridad natural y por su habilidad para mantener el orden incluso en los partidos más calientes”, dicen.
De hecho, el colegiado charro también tuvo un papel importante a nivel internacional, siendo designado para arbitrar en competiciones europeas y clasificatorias de la FIFA. A lo largo de los años, también fue llamado a arbitrar en partidos de la Copa de la UEFA y otras competiciones internacionales, lo que consolidó su estatus como un árbitro de primer nivel.
Más allá de su faceta profesional, los conocedores de Joaquín Ramos Marcos destacan su “carácter humano por que era un hombre discreto, cercano y muy comprometido con su familia”. Al terminar su carrera en el arbitraje empezó su colaboración en distintos medios de comunicación, interviniendo en programas tan conocidos como El Día Después o El Tercer Tiempo en Canal +. Después, pasó por Punto Pelota o El Chiringuito de Jugones. Todo ello sin olvidar su paso por la Cadena SER.
El ex del Salamanca UDS o el Ribert es una de las personas con mayores anécdotas dentro del deporte local, por lo que hizo memoria para repasar sus vivencias con Joaquín Ramos Marcos: “Le conocía bien tanto a él como a su familia. Fue un gran árbitro. Coincidió con la época dorada del arbitraje salmantino y de Castilla y León, ya que hubo dos personas muy importantes como él y Severiano Pérez Sánchez. Tenía muy buena relación con todos los clubes. Tengo una historia muy buena con él de cuando venía con Canal Plus a televisar a la UDS, ya que él me pidió dos equipaciones del Ribert y le comenté el tema de intento de compra de la Ponferradina… pero llegó a soltarlo en directo en Canal Plus y salió a la luz, por lo que se lio bastante gorda. Que descanse en paz”.
El actual presidente del Colegio de Árbitros y una de las grandes figuras del arbitraje español de los últimos años –cuarto trencilla en Primera y encargado de pitar playoffs de ascenso a Segunda División– no dudó en pasar revista al legado de Joaquín Ramos Marcos: “Se nos ha ido el árbitro más exitoso y laureado de la historia de la delegación provincial de Salamanca a los 78 años de edad. Quiero recordar su figura con cariño por la semblanza que siempre tuvo en todos los sentidos tanto dentro como fuera de los terrenos de juego. Para muchos será una figura desconocida al haber dejado el arbitraje en la 92/93, pero ha sido el que más lejos ha llegado al pitar tres finales de Copa, ganar dos Trofeos Guruceta y ser internacional. Está en lo más alto sin lugar a dudas y se lleva el cariño de todos”.
El excolegiado salmantino conoció muy de cerca a Joaquín Ramos Marcos y se deshizo en elogios hacia su persona: “Él me dio la oportunidad de compaginar el arbitraje de campo con el de asistente con solo 19 años en un partido de Copa del Rey y luego estuve en partidos muy importantes de Primera División. Joaquín Ramos Marcos era una persona entrañable, conmigo siempre tuvo un trato personal extraordinario y me trababa de una manera amable, cariñosa… Hay muchas vivencias y aportaciones positivas, teníamos buenas conversaciones en las concentraciones y hablábamos de cosas más allá del arbitraje. Aprendí muchas cosas de él fuera de lo deportivo y siempre le estaré agradecido por todo ese tipo de cosas. Un rasgo muy importante de él era la psicología que tenía para entender el futbolista y se ganaba el respeto antes de que empezase el partido, aunque aquella era otra época y su estilo era lo que demandaba el arbitraje”.
Otro ex del mundillo del arbitraje –también conocido en los últimos años por ser delegado del Salamanca UDS– como Manolo Fornieles quiso tener un guiño con Joaquín Ramos Marcos y recordó viejos tiempos: “Solo puedo hablar bien de él, era entrañable como persona, fiel y amigo de sus amigos. Era un gran compañero de arbitraje, nos defendía a muerte e hice algunas veces de línea en Primera División antes de que se retirase. Tenía una personalidad tremenda en el campo y en la vida también. Era impresionante verle en el césped, para mí eran mejores los árbitros de antes que los de ahora. Había sido pícaro como jugador y tenía una intuición tremenda, había un respeto enorme hacia él por parte de los futbolistas. Eso te lo ganas o no. Un día pitamos un Sevilla – Espanyol, pedimos un taxi para ir al Pizjuán y el conductor le reconoció para decirle que ‘soy bético y no voy hasta la puerta del vestuario’, así que nos dejó en la esquina y nos tocó caminar. Lo bueno es que no nos cobró la carrera… Se le echa de menos”.