OPINIóN
Actualizado 22/01/2025 10:04:07
Alberto San Segundo

Memoria. Natalia Ginzburg (traducción José Luis García Martín)

La gente va y viene por las calles,

hace sus compras, camina a sus asuntos

con los rostros vulgares y felices,

con el grato bullicio de costumbre.

Levantaste el lienzo para mirar su rostro,

te inclinaste a besarlo con el gesto de siempre.

Y era el rostro de siempre, pero era la última vez,

quizá tan solo un poco más cansado.

Su ropa también era la de siempre.

Y los zapatos eran los de siempre. Y las manos

eran las manos que partían el pan,

vertían el vino y la alegría.

Todavía hoy cada minuto que pasa

vuelves a levantar el lienzo,

a mirar su rostro por última vez.

Si caminas por las calles, no hay nadie junto a ti.

Si tienes miedo, nadie te coge la mano.

Y no es tuya la calle, no es tuya la ciudad

alegre y confiada y de los otros,

de los hombres que van y vienen

comprando el pan, la fruta y el periódico.

Puedes asomarte a la ventana

contemplar en silencio el oscuro jardín:

nadie vendrá a tu lado,

nadie te dará fuerzas para entrar en la noche.

Antes cuando llorabas había una voz serena,

antes cuando reías alguien reía contigo.

Pero una puerta se ha cerrado para siempre,

para siempre se ha apagado un fuego,

tu juventud es ya una casa vacía

para siempre.

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