OPINIóN
Actualizado 10/01/2025 08:30:59
Mercedes Sánchez

Bueno, pues ¡por fin! nos dan una ligerísima tregua.

Corta, se nos hará, escasa, raquítica, diría yo, que nunca faltan las amenazas, pero tregua será, al fin y al cabo. ¡Y no viene nada mal!

Porque… ya estaba yo un poco sa-tu-ra-di-ta de anuncios de perfumes. Siete minutos de pausa para treinta y cinco anuncios de colonias, dos minutos de programa, y otros siete minutos con otros treinta y cinco anuncios de colonias, igual de exuberantes, de excesivas, los mismos nombres y apellidos de los mismos frascos con los mismos diseños.

La chica con veintidós centímetros de taconazo de aguja en cada zapato, que no se sabe si es calzado o zancos, preciosos, eso sí, estilizadíííísimos, taaaan estéticos, (y taaaaaan dolorosos, intuyo, de llevar), con ese aire taaaan empoderado, con un vestido taaaan voluminoso y taaaaan colorido, corriendo por un bellíííííísimo jardín como si no hubiera un mañana (¿será que no llega a su hora al trabajo y por eso su apresuramiento?). Angelito, ¡cuánto sofoco! pero, por suerte, cuenta con cincuenta mililitros de su perfume favorito, esparcidos, gota a gota, por su sinuoso cuerpo, que la refrescan y hacen que toooodo el universo se fije en ella a su paso. ¡Qué consuelo!

O esa otra, con calzado similar, no precisamente de escalada, que pisa con firmeza sobre el brillante suelo de los corredores de Versalles, iluminada, toda ella, por la intensa luz francesa que entra por los inmensos ventanales, y bañada por todos los mililitros vaciados de su preciada y olorosa fragancia sobre su nuca y la parte interna de sus muñecas. Por fortuna, pienso, no tengo que ir a Versalles a diario vestida de tal guisa. Menos mal que no uso esa colonia. ¡Qué dolor, por favoooor! ¡Qué alivio poder ponerme a diario deportivas! ¡¡Me siento llena de gratitud al firmamento!!

O la pobrecilla que tiene que dejar su “miriñaque” al botones del ascensor para poder subir, con un simple traje de chaqueta, (¡con la helada de esa noche!) para estar sola y apaciblemente en la terraza del edificio, oliendo estupendamente, eso sí, para poder esquivar a la tribu de paparazzis que querían atosigarla en la puerta con un bombardeo de flashes para hacerle setecientas veintitrés fotos. ¡No me extraña nada que se vaya a la azotea! Si es que eso no es vidaaaa…

Claro que, la versión masculina es bastante peor… Primero tienen que alistarse en la marina, vestir el consabido uniforme blanco, pero sin camisa ni nada (como para cogerse unas buenas anginas, ¡¡por favor, que se pongan una bufanda bien grande esos chicos, con la cencellada que está cayendo!! ¡¡¡Que se van a poner enfermos y no van a poder volver a casa por Navidad!!), y caminar de proa a popa y de popa a babor, incluso a estribor, andando de una forma rara (casi como las chicas, pero sin taconeeees).

Por no hablar de ese otro, que ni uniforme ni nada, a pecho descubierto, que se va a montar en la barca, pero que es tan pequeña tan pequeña tan pequeña que casi tiene que tumbarse encima de la chica. ¡¡Y así un año tras otro!! Pero, ¿es que no se han dado cuenta ya, la primera vez que hicieron el anuncio, de que a ese chico taaaan alto, taaaan guapo, con esas espaldas taaan anchas, por mucha colonia que se eche no le cabe el cuerpo en la barcaaa? Pues así seguimos… Estoy deseando de que amplíen el presupuesto para hacer ese anuncio, ya de una vez por todas, como es debido: en un velero bergantín, en un barco de crucero, o en un catamarááááán… Tanta fragancia, tanta fragancia, tanto nombre en francés, que hay que poner la boca de piñón para pronunciarlo bien, y de repente, todos los años igual, con la claqueta: ¡¡Coooooorten!! Pues que sepan que eso no queda nada bien. Parece que se les ha acabado el dinero, o que no les ha dado tiempo de terminar. Y encima hay que verlo siete veces seguidas en cada descanso de los programas televisivos. Siete minutos de anuncios de colonias, dos de programa, y otros siete minutos de anuncios, ¡¡así desde octubre hasta el día de reyes!!…

Así que… por supuesto que estoy feliz con la pequeñíííísima tregua que nos dan en enero, en la que, como siempre, aparecerán anuncios de productos de limpieza (en Navidades ¿nadie lava, nadie friega, nadie plancha, nadie aspira?), de herramientas (¿para reparar los destrozos de familiares y amigos en casa y en mobiliario en estas fiestas?) y nos volverán a anunciar coches con parejas estupendas, jóvenes, guapas (y, a buen seguro, ¡oliendo deliciosamente con las esencias que les han regalado en Navidad!).

Por ello, enero es oficialmente el mes en que toooodos olemos mejor. Aprovechemos la tregua de anuncios de colonias. Dura poco. Porque, en una semana, ¡empieza la campaña olorosa para el día de los enamorados!

¡¡¡Lo que nos queda por pasar!!!

Mercedes Sánchez

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