OPINIóN
Actualizado 04/01/2025 09:28:32
José Fermín Rozas

Hace 40 años se cometió un grave quebranto a la cohesión de España eliminando casi todo vestigio de líneas ferroviarias transversales. En vez de afrontar una profunda modernización de toda la red consolidando su capacidad vertebradora, tuvieron una terrible ocurrencia. Se inició el camino de la Alta Velocidad que, como ya se vaticinó, ha laminado el concepto de red para imponer el sueño borbónico y franquista de la ultra centralización madrileña. Aparte de medios de comunicación locales afectados, los llamados nacionales apenas se han detenido en el recuerdo.

Tras acabar con las líneas transversales, fueron a por los servicios que quedaban.

Fue el primer gobierno socialista quien tomó la última decisión, pero el problema venía de lejos. Una línea prácticamente abandonada, en una red ferroviaria no precisamente boyante tras la decisión estratégica del franquismo apostando por el coche y la carretera. A pesar que tampoco fuera precisamente muy esplendido gastando en obra púbica. Tras ese cierre hemos tenido gobiernos conservadores y progresistas, y ninguno ha cambiado la situación a pesar de las promesas. En realidad ha empeorado con el tiempo y, en el caso de la Vía de la Plata, el oeste de España ve sin cesar más lejos un futuro.

Entre tanto asistimos a un nuevo nacionalismo, el madrileño, cada vez recordando más al tan censurado catalán. Ese pozo sin fondo fagocitador de todas las energías de territorios en su entorno continuamente ampliados. Y por el mero hecho de ser capital consume ingentes cantidades de dinero público, imposibilitando su llegada a lugares realmente necesitados. Y encima hemos de soportar incesantes embestidas auto victimistas, amplificadas por medios para los que España no sobrepasa la M-30. Irónicamente ha sido en democracia cuando han conseguido ser el ombligo del mundo.

Desgraciadamente voy viendo menos clara la restitución de líneas ferroviarias como la Vía de la Plata. Con un neoliberalismo rampante sorprendentemente más vivo e imparable, ciego a la realidad ambiental del planeta, y la evolución política de la sociedad, pensar en el bien común con perspectiva está cada día más lejos. A pesar de la verborrea, el servicio público retrocede y es afanado por el dudoso interés económico de unos pocos. Desde luego no parece se haya aprendido mucho de la historia y de ejemplos fallidos. Suena a ironía la actual renacionalización del ferrocarril británico.

Dicen que dentro de 25 años podremos ver esa línea férrea, no sé si en un papel con apariencia de proyecto de obra o físicamente. Suponiendo, y es mucho suponer, se cumpla, quizás llegue demasiado tarde para algunos territorios. También puede ser la disculpa buscada, ya no habrá población apreciable en esas zonas y por tanto dejará de ser necesaria. La historia parece cebarse con algunos, a pesar de su complacencia. Una vez tuvieron que sostener un imperio, y siguen sin aparecer las ventajas. Luego los apuntaron al bando ganador de una guerra incivil, y el Estado impuesto tras ella los dejó completamente varados. Donde siguen, y Madrid tocando el cielo.

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