El mensaje del rey Felipe VI en la pasada nochebuena ha sido una pincelada –aunque sin meterse demasiado en el barro, ni siquiera en el de la DANA- timorata de la situación política y económica de este año 2024 que finaliza.
Es cierto que ha sacado a colación algunos temas sensibles que preocupan a la ciudadanía, como la vivienda o la inmigración. Y aquí el rey parece que se ha decantado más por las tesis de la extrema derecha, dado que las políticas que considera que deben implementarse son, para la primera, la “reflexión” de todos los agentes implicados en una medida que preocupa mucho a la economía de los ciudadanos –sobre todo de los más jóvenes-, ya que adquirir una vivienda es harto difícil con los salarios medios de las clases medias y trabajadoras –la inmensa mayoría de los ciudadanos- y el alquiler está prohibitivo, sobre todo en ciudades como Madrid, donde la especulación es la medida política que más le gusta realizar al gobierno regional de Ayuso, partidario de un liberalismo salvaje que no intervenga, en ningún caso, el mercado inmobiliario.
Y, para la segunda, la inmigración, antepone el sustantivo “firmeza” contra las mafias –que es importante, por supuesto-, en lugar de hablar de defensa de los derechos humanos de quienes para poder sobrevivir tienen que salir de sus países de origen. Probablemente debería haber comenzado con la “firmeza” en la defensa de los derechos humanos de estas personas altamente vulnerables, aunque después añada también la “firmeza” para el crimen organizado que trafica con seres humanos y aprovecha los canales de la inmigración para traficar armas, estupefacientes y cualquier comercio ilegal. Probablemente, para un joven que accede a sus primeros empleos y que percibe el Salario Mínimo Interprofesional, que quiere independizarse y que no encuentra alquileres de vivienda en Madrid por menos de 800 euros al mes, la vivienda sea el primer problema y, por tanto, las instituciones de gobierno en las diferentes administraciones territoriales deberían actuar con “firmeza” para regular el precio del alquiler de vivienda y no sólo que los distintos agentes “reflexionen” sobre qué hacer con los precios de alquileres y ventas de vivienda.
Los que nos dedicamos al Derecho –sobre todo al Constitucional y al Penal- sabemos que la dialéctica “Seguridad versus Libertad y Derechos”, es una dicotomía en la que la derecha y la extrema derecha políticas, siempre priorizarán y antepondrán la seguridad a la libertad y a los derechos humanos. Ya se sabe “homo homini lupus est”, locución latina creada por Plauto, comediógrafo de la antigua Roma y popularizada por el filósofo inglés Thomas Hobbes. Para Plauto “lupus est homo homini, non homo, quom qualis sit non novit”, es decir, “lobo es el hombre para el hombre, y no hombre, cuando desconoce quién es el otro”. Que el ser humano en la sociedad moderna entregue libertad para que le ofrezcan seguridad, es la filosofía que alimenta a todos los regímenes políticos autoritarios y populistas de la ultraderecha. Su máxima es la siguiente: “si no hay inseguridad ciudadana, si la delincuencia es baja, hay que lanzar bulos y manipular la información, haciendo creer a la ciudadanía que estamos ante una sociedad tremendamente insegura y vulnerable en la que no se puede andar sólo por la calle, no solo por la noche, sino también por el día, porque, de lo contrario, te atracan, te violan o te asesinan y la mayoría de los delincuentes son inmigrantes” y, a renglón seguido, traslada el mensaje de que son sólo ellos los que saben cómo acabar con esta “oleada de delincuencia violenta” y con las “mafias de los inmigrantes”.
Esa es, por otra parte, la libertad que predica la ultraderecha política y económica, de Milei, Trump o Ayuso, una libertad secuestrada que va unida al salvaje liberalismo económico que preconizan. Por ello, creo que la libertad que debe aclamarse dentro de los ideales de un Estado Social y Democrático de Derecho, es la que nos ha enseñado el gran filósofo, politólogo y jurista italiano, Norberto Bobbio: “mejor una libertad siempre en peligro, pero expansiva que una libertad protegida pero incapaz de desarrollarse. Sólo una libertad en peligro es capaz de renovarse. Una libertad incapaz de renovarse se transforma tarde o temprano en una nueva esclavitud”. Esto es, liberalismo dinámico y progresista, no conservador como nos lo quiere vender la derecha y la ultraderecha.
En relación al tercer asunto tratado por el rey, la contienda política que, muchas veces, como ahora en España, es “atronadora”, está bien que haga mención al diálogo, la negociación y el consenso entre diferentes, para hacer posible una política de concordia y para avanzar en la gestión de los problemas de los ciudadanos, del respeto a la ley y a los derechos de todos, sin excepción. Pero no hubiera estado mal que hubiera sido valiente y hubiera manifestado, sin ambages, que en estos menesteres no se puede culpar a todas las formaciones políticas por el mismo rasero.
Hay crispación en España y la contienda política es atronadora, porque la derecha y la ultraderecha no soportan que no sean ellos los que dirijan los destinos de los españoles, sino que sea la izquierda política que sabe negociar mejor para la resolución de los problemas de los ciudadanos. La derecha y la ultraderecha se creen dueños y señores y herederos exclusivos del poder, odiando a muerte a “socialistas, comunistas y otras fuerzas para ellos próximas al terrorismo, la rebelión y el golpismo” cuando la izquierda legítimamente accede al poder. Ya se sabe, “que te vote Txapote” o “Sánchez gobierna con los terroristas”, son las expresiones favoritas de esta derecha troglodita, a la que le salen sarpullidos porque no consiguen derrocar al gobierno de Pedro Sánchez, ni siquiera fabricando y difundiendo bulos.
El rey debería haber dejado claro que la derecha y la ultraderecha son las principales responsables de la crispación política que vivimos en la actualidad. Y lo son, porque, ante una situación económica tan loable como la que goza nuestro país en este momento –la economía española ha sido la mejor del mundo durante este año 2024, a juicio del prestigioso diario económico “The Economist”-la derecha y la ultraderecha políticas nunca formulan preguntas sobre economía en el Parlamento porque en privado reconocen que la economía española está evolucionando muy favorablemente. De ahí su disgusto y su enconamiento. No les importa romper los jirones de la convivencia, no les importa que la economía vaya bien, no les importa que España sea cada vez más reconocida a nivel internacional, prefieren que todo se hunda, con tal de llegar al poder. ¡FELIZ AÑO 2025!