“No hay más que una sola clase de buen amor, pero hay mil copias diferentes” (Le Rochefoucould).
El buen amor es el de Dios. Él ama y perdona. Nosotros tenemos dificultades en admitir ese amor, porque Él nos ama gratuitamente, sin fijarse en nuestros méritos. Nosotros no estamos de acuerdo con ese proceder, a pesar de ser imágenes de Dios, “copias” mal logradas, pues a nuestro comportamiento le falta acogida, comprensión, tolerancia, perdón…
Dios es amor, su amor es eterno y no se aparta de los seres humanos. Su amor es más fuerte que el amor de una madre a sus hijos. Dios ama a su Pueblo más que un esposo a su amada; este amor vencerá incluso las peores infidelidades. “Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito… Dios no envió su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él” (Jn 3,16-17). Dios nos ha dado muchas pruebas de que nos ama, mas, la mayor de todas es la de Cristo, que siendo nosotros todavía pecadores, murió por nosotros.
Dios es amor y nos ama sin condiciones y hasta el final. Por eso, quien cree en Él, debe amarlo con todo su corazón, con toda su alma y con todas sus fuerzas. Quien ha conocido a Dios, su amor, no puede por menos de amar. “Yo siempre he creído que el mejor medio de conocer a Dios es amar mucho” (Vicent Van Gogh).
Yo también creo que el mejor medio de conocer a Dios y a los demás es el amor. Esto es lo que celebramos en esta Navidad. Y parece, sin lugar a dudas, que en estas fechas nos resulta más fácil el amar a Dios, a los otros y a nosotros mismos.