OPINIóN
Actualizado 12/12/2024 08:30:06
Ángel González Quesada

“El mundo tal y como lo hemos creado es un proceso de nuestro pensamiento. No podemos cambiarlo si no cambiamos nuestra forma de pensar”. ALBERT EINSTEIN.

En el documento final del congreso de los socialistas españoles celebrado recientemente, se ha decidido reducir el apoyo del partido al colectivo denominado LGTBIQ+, suprimiendo los caracteres Q y +, de tal modo que la “bandera” de la igualdad socialista queda reducida a lo que únicamente incluye el acrónimo LGTBI. La decisión, que en principio no debía importar sino a los militantes y simpatizantes del partido, se carga de profundidad y gravedad por cuanto el partido reductor ostenta el gobierno en España y es, hay que reconocerlo, el que más avances ha logrado y puede lograr en la lucha por el feminismo, por la defensa de la igualdad y la progresiva eliminación (muy escasa aún) del patriarcado y el machismo institucional, y que la supresión de las referencias ‘Q’ y ‘+’ en el congreso partidista, puede derivar en recortes de protección y apoyo gubernamental a ciertas personas y colectivos.

La suprimida sigla "Q" hace referencia a las personas "queer", que se refiere a aquellas que rechazan todo tipo de clasificaciones hegemónicas del sistema binario varón/mujer, heterosexualidad/homosexualidad. El signo "+" incluye a los colectivos que no están representados en las siglas anteriores, y estarían incluidas identidades como el género fluido o las personas no binarias, así como otras orientaciones sexuales como la pansexualidad o la asexualidad.

Es paradójico, curioso y lamentable, que haya sido “en nombre del auténtico feminismo”, según expresión literal de l@s socialistas, la eliminación de la defensa del colectivo “queer” de las preocupaciones de la socialdemocracia española, despreciando una opción identitaria, sexual y de género, que ni se encuadra ni es posible encuadrarla en las referencias a que aluden las siglas LGTBI (Lesbianas, Gais, Transgénero (y Transexuales), Bisexuales e Intersexuales), sino que corresponde a la libre opción Queer, o sin etiquetas, así como que el signo + constituye, aunque ya no para l@s socialistas, un gesto político de “brazos abiertos” a cualquier opción identitaria, sexual o de género.

Quienes, desde una canónica heterosexualidad ‘tolerante’ (la derecha política desde siempre mezquina y la socialdemocracia, parece, aprendiendo de ella), imparten magnánimos obsequios de tolerancia, comprensión y hasta graciosa integración de quienes no son como ellos (LGTBI) y, describiéndolos -esto es un Gay, eso una Lesbiana, aquello una Transexual…-, ponen límites (sus límites) a cualquier otra opción, son en gran medida liberticidas. Posiblemente incapaces de comprender la expresión de otros sentimientos, otras formas de vida, otros niveles de afecto, otros paisajes, otros proyectos, otros espejos, otros horizontes y otras esperanzas en forma de la expresión libre de otras identidades (Q y +), l@s socialistas español@s flaco favor están haciendo a la fuerza de su propia posición ‘progresista’, cayendo en una “tolerancia” de salón burocrática, encuadrable y definible que, sin desprenderse de antiguas costras del pensamiento, pone límites y a la postre rechaza la realidad de un tiempo que no es capaz de entender.

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