El forzado optimismo que transmitía la cara de los participantes en el 41 congreso del PSOE ha durado poquísimo. La segunda “descarga” de Aldama en el Tribunal Supremo ha sido un nuevo rejón de castigo al morlaco sanchista. A juzgar por tan rápida transformación, hay que deducir que las pruebas que se aporta tienen la carga suficiente para que más de uno, o de una, deba apretar sus esfínteres.
En este caso, el pequeño Nicolás se ha convertido en un espabilado compañero de viaje que lleva su equipaje muy bien resguardado. Es posible que el entorno monclovita denigre a Aldama como aprendiz de negociante y simple emprendedor de tres al cuarto. La facilidad con que se ha movido entre los bastidores gubernamentales deja muy a las claras que de aprendiz tiene muy poco, porque, si así fuera, los engañados tendrían mayor delito. A la vista de los acontecimientos, después de haber repetido a coro “No hay nada”, tendrán que admitir que desde las altas esferas se ha negociado con él. Y nadie que se mueva en ese mundo de las contrataciones oficiales se extrañaría si se demuestra que está plagado de ”sobrecogedores”.
Ante la gravedad del tema, Sánchez inicia una apresurada carrera para contrarrestar las posibles consecuencias a base de colonizar los organismos que pudieran adjudicarle responsabilidades, tanto políticas como jurídicas.
Tener imputados a su esposa, a su hermano y a buena parte de su equipo de confianza y, a la vez, soportar el chantaje de partidos separatistas, serían razones más que suficientes para estar arrepentido de esa forma de gobernar despreciando la responsabilidad que se deriva de su cargo, y actuar a base de ofender a los jueces, atacar a la prensa y tratar de aislar a los órganos encargados de controlar su actuación. Ahora se anuncia la creación de una empresa estatal para la construcción de millón y medio de viviendas. Supongo que esa cifra habrá salido de los cálculos de Tezanos. Para más información, los que se crean este nuevo farol de Sánchez, consultar a los damnificados en La Palma y en Valencia. Si algún día se pone en funcionamiento este organismo, peligro a la vista. Las mayores mordidas siempre han estado ligadas al ámbito de la construcción.
Es tan grande su apego al poder que ya no se fía ni de los suyos. Cuando se hace pública cualquier noticia que pueda salpicar negativamente su labor, ordena la confección de notas en las que se contrarreste ese ataque con una réplica lo suficientemente amañada como para desarmarlo, al tiempo que se rastrea minuciosamente a la oposición hasta encontrar algún hecho –lo de menos es que sea actual ni comprobado- para emplear el consabido: “Y tú, más”. Para que nada coja por sorpresa, cada declarante debe tener previstas las posibles preguntas que haga la oposición o la prensa. Y nada de improvisar; a cada interviniente se le debe facilitar la nota con la pregunta acompañada de su respectiva respuesta. La cosa es tan burda que, cuando existe algún error de bulto en esas respuestas, todos los pregoneros lo repiten literalmente.
Cuando veo representantes del gobierno saliéndose por los cerros de Úbeda para dar contestación en los requerimientos en las Cortes o a respuestas a la prensa, llego al convencimiento de que esa pregunta no estaba prevista en la “chuleta” que tenían preparada de antemano. Y eso me recuerda la anécdota de aquel profesor obligado por la Jefatura de Estudios a proporcionar un determinado número notas por bimestre de cada alumno. Para no incumplir la norma,
cuando iba un poco justo, solía poner un examen escrito a toda la clase y no mostraba excesivo interés a la hora de vigilar que nadie copiara. El curso iba lo suficientemente avanzado para conocer la capacidad de cada uno de los alumnos y, tranquilamente, nos decía: “Podéis copiar todo lo que queráis, que ya tengo las notas puestas”.
Somos un Estado social y democrático de Derecho cuya Constitución lo define como Monarquía parlamentaria. Estos principios fundamentales chocan frontalmente con la trayectoria de un gobierno empecinado en resucitar el revanchismo, aprobando leyes que buscan la confrontación odiosa entre los ciudadanos y, como auguran todos los indicios, revolcándose en el fango de la mentira y la corrupción. Sánchez promete a los necesitados la ayuda que tanto suplican, aunque sigan años esperándola, pero también se compromete con los partidos que le sostienen y éstos no suelen esperar. Esa hoja de ruta le obliga a sacar dinero debajo de las piedras. Son demasiadas “bocas” las que debe alimentar y la bolsa no da para tanto. La solución más fácil es sacárselo a los españoles.
Lo más triste de esta situación radica en el hecho de que buena parte del dinero que sale del bolsillo de los españoles es para satisfacer los caprichos de quienes no lo necesitan. Es vergonzosa la desproporción que existe entre el salario medio de trabajadores o pensionistas y el asignado a los nombrados para determinados puestos de la Administración. Resulta inmoral ver salarios que sobrepasan los 100.000 € asignados, no a personas que hayan dejado constancia de su capacidad, sino al quien se quiere hacer un obsequio, aunque resulte ser un inepto que no soluciona nada y, a la vez, dilapida lo que no está escrito. Vemos a diario nombramientos que recaen en quienes han naufragado en su anterior destino.
Es lógico y necesario pagar impuestos, pero es un escándalo emplearlos para pagar favores o caprichos. No tiene ni un pase, por ejemplo, la estupidez de gastarse millones de euros para mantener traductores en las Cortes para satisfacer el antojo de cuatro nacionalistas. Tampoco es de recibo diferenciar la lista y el porcentaje de impuestos entre comunidades independentistas y las que no lo son; y no digamos cuando esa desigualdad dependa del partido que gobierne en ellas.
Hablar de rebajar el gasto público con este gobierno es predicar en el desierto. Ni se reduce el número de ministerios, ni el de asesores, ni los desplazamientos a la carta, ni las ayudas teledirigidas
Ahora resulta que, además de todos esos abusos, aparece todo un rosario de personajes corruptos que repiten eso de ¡No hay pruebas! Pues bien, ya saben la solución: Si quieren pruebas, pídanlas, que ya hay bastantes y habrá más.