Divertida, caótica y un poco agotadora. Así es la Nochevieja Universitaria. 25 años y nunca, nunca, dejará de ser controvertida
Toca hablar del Fin de Año Universitario, ese fenómeno que convertirá, el próximo 12 de diciembre, la Plaza Mayor en un macrofestival con trazas de Tomorrowland. Lo que empezó como una idea entre estudiantes ‘que se vinieron arriba’ para despedir el año antes de volver a casa, es hoy una fiesta masiva que deja opiniones divididas, sobre todo, entre distintas generaciones.
Los estudiantes son los grandes protagonistas y defensores de esta noche. Para ellos, es el momento de abrazar al colega al que piden los apuntes y quizás una posibilidad para conocer futuros amores, todo mientras brindan con una copa -o dos-. Pero no todos están igual de contentos. Algunos se quejan de que lo que antes era una fiesta entre amigos ahora es un circo donde priman el postureo y el descontrol.
Los hosteleros, por su parte, ven en esta fiesta un regalo de Navidad adelantado… o un paquete bomba, depende de a quién preguntes. Los bares llenan sus cajas registradoras, los hoteles cuelgan el cartel de "completo" y hasta el puesto más humilde vende bocadillos como churros. Pero no todo es oro: algunos terminan el día limpiando graffitis en los baños, reponiendo cristales rotos y preguntándose si realmente valió la pena.
Mientras tanto, los vecinos sufren el otro lado de la fiesta: ruido hasta las tantas, botellas vacías decorando sus portales y algún impresentable confundiendo una maceta con un baño público. Unos lo toman con filosofía, recordando sus años mozos, mientras que otros están a punto de instalar cañones en sus balcones para aplacar la euforia juvenil. Las autoridades, por su parte, lo tienen claro. Para el gobierno local, la fiesta es un reclamo turístico que refuerza la imagen de Salamanca como ciudad universitaria. Hasta la llevaron como reclamo a la última feria internacional del turismo (Fitur).
¿Y los turistas? Pobres turistas. Algunos se dejan llevar por la euforia y terminan cantando villancicos con estudiantes borrachos. Otros, con cara de horror, no entienden cómo esta ciudad Patrimonio de la Humanidad se convierte por una noche en una versión barroca de Ibiza.
Divertida, caótica y un poco agotadora. Así es la Nochevieja Universitaria. 25 años y nunca, nunca, dejará de ser controvertida.