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SOCIEDAD
Actualizado 04/12/2024 18:59:25
Toni Sánchez

El busto en terracota homenaje a Óscar Rodríguez Fernández lleva por título "A mi padre"

Hace exactamente un año la Semana Santa de Salamanca lloró amargamente la pérdida de una de sus personas más influyentes, Óscar Rodríguez Fernández. Cofrade, devoto y un apasionado de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo. El pasado fin de semana se le rindió homenaje por partida doble. Por un lado se descubrió una placa 'in memoriam' en la calle Jesús, una de las grandes aportaciones de Óscar Rodríguez Fernández a la Semana Santa de Salamanca. Además, la Archicofradía del Rosario, de la que fue Hermano Mayor, llevó a cabo las I Jornadas en su memoria con un completo y variado programa de actos.

Uno de los momentos más emocionantes del fin de semana fue la presentación del busto realizado por su hijo Óscar Rodríguez San Dionisio, quien ha heredado de su padre la pasión y el amor por la Semana Santa de nuestra ciudad. La obra, realizada en terracota, lleva por título "A mi padre", y en ella destaca el impresionante realismo y sentimiento con el que este hijo ha inmortalizado a su padre en este busto de 65 centímetros. El propio Óscar Rodríguez San Dionisio, salmantino que a lo largo de estos años se ha formado en la Escuela de Arte de Sevilla y el taller del escultor Darío Fernández, concede esta entrevista a SALAMANCArtv AL DÍA para explicar cómo ha llevado a cabo este impactante trabajo.

- Óscar, ¿cómo surgió la idea de realizar la escultura?

- Como un deseo personal. Llevaba tiempo queriendo hacer un retrato del natural, y él era mi elegido. Como reconocimiento a la persona que me dio todo y gracias a la que estoy aquí. Este es el pequeño homenaje de un hijo a su padre, haciendo lo que creo que sé hacer, aunque verdaderamente no tenga vida para agradecerle todo lo que hizo por mi.

- ¿Cuánto tiempo has invertido en realizar esta obra?

- El proceso ha sido complejo porque cualquier retrato del natural no es fácil, y más haciéndolo a través de fotografías muy dispares, en las que expresión, luz o perspectiva no coincidían con lo que estaba buscando. Han sido casi tres meses de trabajo, aunque de forma dispersa, porque tenía que entremeterlo con mis otros compromisos profesionales.

- Imagino que no es fácil tener que reflejar en una escultura a una persona tan especial como tú padre.

- Hay una premisa que todo retrato debe cumplir, y es captar no sólo el parecido físico, sino el alma del retratado. Era una persona con un carisma arrollador, y eso había que meterlo también dentro del barro.

- Es tu creación más especial, entiendo. ¿Qué sentiste cuando la viste terminada?

- La más especial en lo emocional desde luego; estaba retratando a mi padre. El que ha sido mi referente desde que iba agarrado de su mano y me hizo descubrir este mundo de las cofradías. Me enseñó a contemplar, que no a mirar, a las imágenes sagradas... A conocer a sus autores. Todo eso construyó mi personalidad. Por eso digo siempre, que todo lo que soy es gracias a él.

- Tenerlo inmortalizado en esa escultura, ¿te hace sentirlo más cerca?

- Sí. Los escultores necesitan tocar, y sin volumen queda uno parco en expresión. A mí no me habría servido recordarlo a través de una pintura. Buscaría meter la mano dentro del cuadro intentando recordar su rostro en la memoria.

- ¿Dónde va a estar colocada esta obra?

- El original quedará en mi taller, para tenerlo presente en el lugar donde más horas paso. Pero en la Casa Hermandad de la Archicofradía del Rosario habrá un positivo expuesto, para no olvidarnos nunca de quien nos legó todo.

- A mayores, ha sido un fin de semana muy intenso con el descubrimiento de la placa en la calle Jesús. Un acto emotivo y en un lugar muy especial para él y la Semana Santa.

- Todo ha circundado en torno a los lugares más especiales de la vida de mi padre; el Convento de San Esteban, su cofradía, la Catedral Vieja, el colegio Calasanz, y por supuesto la calle Jesús. No descubrió nada, pero sí hizo de ella su conquista cofrade. Tenía la visión de los privilegiados, y contagió su pasión por esa calle como nadie. Por eso no podía haber un lugar mejor para inmortalizarlo, para que pudiera ver a su cofradía cada sábado de Pasión y cada procesión del Rosario.

- Y también las jornadas organizadas por su Archicofradía. ¿Cual es el sentir de su hijo después de tanto cariño y tanto reconocimiento a la persona de tu padre?

- Cuando nos pusimos a esbozar estás jornadas creímos que estábamos haciendo algo para él, como si él siguiera entre nosotros... Y así lo hemos vivido todos. No ha sido el homenaje de su hijo, ni de su familia; ha sido el reconocimiento de su cofradía y toda la Semana Santa de Salamanca. Y eso solo hace evidenciar que lo hizo muy bien con todos, y que era muy importante para muchos, incluso más importante que todo lo que un hijo como yo podía llegar a creer.

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