Finalmente, la propuesta hecha en El Adelanto en 1922 de tapar los cables de la Plaza Mayor tras cenefas decoradas con los blasones de Salamanca, León y España, a los lados de la techumbre de los soportales, no se materializó.
Si hay un monumento que caracteriza a Salamanca y del que nos sentimos especialmente orgullosos los salmantinos, es la Plaza Mayor, que podemos considerar junto a las dos catedrales como el elemento más característico y apreciado de nuestra capital, sin desmerecer obviamente al resto de los numerosos monumentos que alberga la ciudad, que contribuyen entre todos a que esté reconocida como Patrimonio de la Humanidad.
No obstante, la Plaza Mayor, quizá por su simbolismo para el salmantino de a pie, frecuentemente ha sido objeto de debate, ya sea de forma más reciente por sus usos, o previamente con los cambios en la decoración de la misma, hoy abierta al paseo plenamente, pero habiendo albergado en su día jardines y un templete, de los que hoy solo queda el recuerdo en antiguas fotografías del pasado siglo.
En este aspecto, el espacio central de la Plaza Mayor siempre fue el que centró más las propuestas, hasta el punto de que el ilustre Manuel Villar y Macías llegó a proponer en El Fomento de Salamanca el 14 de mayo de 1890 que se erigiese una estatua de Alfonso IX de León en medio de la plaza, por aquello de ser el fundador de la Universidad de Salamanca, considerando que “a ella debe Salamanca su vida toda”. Una propuesta que no fue atendida, aunque más de un siglo después Salamanca por fin le dio un merecido homenaje en la Plaza Mayor a este monarca del Reino de León, haciéndolo protagonista de uno de sus medallones.
En todo caso, pese a que el principal debate sobre la Plaza Mayor ha girado siempre en torno a su espacio central, otras partes también fueron recibiendo curiosas propuestas, como la que publicaba el 14 de febrero de 1922 el periódico El Adelanto, en el artículo ‘Por nuestra Plaza Mayor’, en que proponía una serie de reformas para embellecer el ágora capitalina.
De este modo, una de las cosas que se planteaba desde las páginas de este histórico diario salmantino era emprender la restauración de los techos de los soportales de la Plaza Mayor, para lo que proponían dejar en blanco las bovedillas y en su color las vigas de madera, es decir, tal y como lo podemos observar en la actualidad, ya que antes estaban enjalbegadas de amarillo.
Asimismo, para solucionar el problema del cableado colgando en el techo que afeaba las techumbres de los soportales, como segunda parte de esta propuesta se planteaba apartar todos los cables hacia la pared, junto a los costados del techo, y taparlos con una especie de cenefa para la que se proponía se fuesen alternando los escudos de la ciudad de Salamanca, de la región de León y de España a modo decorativo a lo largo de toda la Plaza Mayor en dichas cenefas.
No obstante, finalmente esta propuesta de retirar y tapar los cables con una cenefa con escudos heráldicos no llegó a ver la luz, por lo que la decoración promovida para los techos de los soportales de la Plaza Mayor se quedó a medias, ejecutándose la parte relativa a pintar de blanco las bovedillas y dejar las vigas vistas en color madera, pero quedando sin llevarse a cabo la decoración blasonada de Salamanca, León y España de las cenefas que taparían los cables, que pudo ser y no fue.