OPINIóN
Actualizado 28/11/2024 08:31:22
José Luis Zunni

Les pido que observen nuestra foto de portada: la detonación de una bomba nuclear en el Pacífico Sur por parte de Estados Unidos que comenzó a usar las Islas Marshall como un sitio de ensayo nuclear a partir de 1946.

¿Impresiona ver esta foto que tiene 78 años…verdad?

Estamos asistiendo a un juego macabro en el que uno de los hombres con más poder aquí en la Tierra, el presidente Putin, amenaza directamente con el uso de armas nucleares, como si la vida de los 8.700 millones de habitantes del planeta fuésemos parte de un videojuego. Esto habla a las claras de cómo ha caído el comportamiento de la clase dirigente mundial en cuanto a moralidad. Porque solo cuando no hay ausencia de valores morales que son los que sustentan la buena convivencia entre pueblos y países, se puede tener una estabilidad, aunque sea precaria, pero al menos sin guerras.

Por eso me pareció de interés para mis lectores/as, recordarles a los que tienen más años y explicarles también a los más jóvenes, qué es lo que sucedió cuando cae finalmente vencido el imperio japonés y se firma el Acta de Rendición Incondicional de Japón que da por finalizada la Segunda Guerra Mundial. Se llevó a cabo a bordo del acorazado norteamericano USS Missouri el 2 de septiembre de 1945 y forma parte de uno de los momentos más trascendentes de la historia contemporánea. Especialmente destacan las palabras del general Douglas MacArthur, que da un discurso por radio, del cual hoy deberían tomar nota del mensaje que lanzó al mundo entero, los principales líderes mundiales por su tremendo valor de actualidad. Se refería a lo que tenía que hacer la sociedad mundial “cuando por fin hemos salido de la guerra”.

Destaco algunas de sus líneas y hago mis comentarios a continuación de cada una de ellas.

- “Debemos seguir adelante para preservar en paz lo que ganamos en la guerra”. (¿Es que a partir de 1945 ha cambiado en algo la costumbre de hacer la guerra en vez de buscar la paz? ¡Pues no! Veamos las cruzadas más locas como Corea, Vietnam, Afganistán, las dos Guerras del Golfo, amén de revoluciones y guerras civiles devastadoras como la de Siria, y todos los conflictos que han ocurrido en África en muchos países de este continente, para llegar en los últimos tres años a las de Ucrania, Gaza y El Líbano).

- “Se avecina una nueva era. Incluso la lección de la victoria en sí misma trae consigo una profunda preocupación, tanto por nuestra seguridad futura como por la supervivencia de la civilización”. (Si ya lo decía MacArthur en 1945 ¿qué pasaría hoy en 2024 y casi entrando al umbral de 2025, si hubiera un error y se desatara una guerra nuclear? No quiero ni imaginarlo, ya que con el inmenso arsenal del que disponen los países del llamado “Club de Naciones” que cuentan con la bomba atómica, con seguridad sería la desaparición de nuestra especie y de muchas otras especies vivientes, por no decir todas).

- “La destructividad del potencial de la guerra, a través de los avances progresivos en el descubrimiento científico, de hecho, ha llegado ahora a un punto que revisa los conceptos tradicionales de la guerra”. (En clara referencia al poder destructivo que habían demostrado las dos bombas atómicas lanzadas sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki. Se estima que, hacia finales de 1945, las bombas habían matado a 166.000 personas en Hiroshima y 80.000 en Nagasaki, totalizando unas 246.000 muertes, aunque solo la mitad falleció los días de los bombardeos. Entre las víctimas, del 15 al 20 % murieron por lesiones o enfermedades atribuidas al envenenamiento por radiación).

- “Las alianzas militares, los equilibrios de poder, las ligas de naciones, todo a su vez fracasaron, dejando como único camino el crisol de la guerra”. (Nos preguntamos cómo sigue fallando hoy día Naciones Unidas ante tanta guerra y destrucción reciente en Ucrania, Gaza y El Líbano).

Y aquí es dónde cierra sus palabras proféticas MacArthur que hoy nos atemorizan a los ciudadanos de bien de todo el orbe:

“Hemos tenido nuestra última oportunidad. Si no ideamos ahora un sistema mayor y más equitativo, el Armagedón estará a la puerta”. (Lo dice claramente: será el fin de nuestra civilización si lo que finalmente se desata en cualquier otra contienda termina convirtiéndose en una guerra nuclear. ¡A ver si se comprende de parte de los líderes políticos mundiales! Una vez dado el primer paso de un ataque nuclear, hay una respuesta de la otra potencia que tiene la capacidad de hacerlo y así se cruzan “los pájaros” en el cielo y lo que sobreviene es la destrucción total.

MacArthur agrega unas pinceladas interesantes respecto a su filosofía de vida, porque sostiene que “el problema es básicamente teológico e implica un recrudecimiento espiritual y un mejoramiento del carácter humano que se sincronizará con nuestros avances casi inigualables en la ciencia, el arte, la literatura y todos los desarrollos materiales y culturales de los últimos dos mil años. Debe ser del espíritu si hemos de salvar la carne”. (Para ello, para un espíritu fuerte y bueno, hace falta educación y construcción de los valores del carácter de una persona, desde el mismo momento en que nace).

Creo necesario advertir a mis lectores/as, que tenemos la obligación de recordar la historia para no volver a cometer una y otra vez los mismos errores. Cosa que la evidencia de los últimos tiempos en pleno siglo XXI desmiente mi aseveración. Mal entonces para nuestro futuro común.

Desde ya que habría que emitir un comunicado con millones de firmas de todos los países del mundo…esa gente común que conformamos las sociedades de la Tierra y que están delimitadas por fronteras políticas que establecieron las naciones a lo largo de la historia. Puede parecer una utopía, pero el avance del mundo a través del tiempo también se debió en parte a cambios importantes que impulsaron el desarrollo gracias a una visión utópica, de la cual siempre hubo líderes con la capacidad de convertir la esperanza e ilusión en realidad.

Muchas de estas fronteras que nos separan políticamente a una nación de otra, fueron motivo de guerras ante incursiones de otras potencias por afán expansionista. Pruebas al canto.

Lo que desata las guerras en primer lugar en la insensatez, seguida de un afán generalmente poseído de una megalomanía sin límites en el líder que tiene la fuerza para hacer la guerra, y en su corazón y en su mente, prevalece el espíritu de conquista…no el de convivencia. Por aquello de que “el fin justifica los medios”.

Han pasado los siglos y los hombres nos seguimos matando los unos a los otros. Podemos entenderlo en la Edad Media, aunque jamás lo justificaremos, pero rechazamos de plano, por supuesto la guerra en sí, pero más aún, el uso inadecuado y siniestro como esas amenazas veladas y en ocasiones directas, que el presidente Putin viene haciendo a Occidente.

Lamentablemente no tenemos dirigentes mundiales que estén a la altura que exige el tiempo actual. Que rechacen la guerra y que, a la primera de cambio, bajo cualquier pretexto, pongan en jaque la vida no solo de los habitantes en dónde tal conflicto armado estalle, sino la misma existencia de los seres humanos.

¡La guerra nuclear implica el fin…no deja salida a ninguna opción…se acabó la historia…es el Armagedón que vaticinara MacArthur!

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