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Actualizado 27/11/2024 10:29:03
Rosa M. García

Tras una larga experiencia como docente y una vez jubilado, Constantino Blanco Rubio es profesor honorífico del instituto Lucía de Medrano de Salamanca

Tras 35 años como docente de enseñanzas medias y una vez jubilado en 2019, Constantino Blanco Rubio sigue manteniendo relación con el sistema educativo; es profesor honorífico colaborador del IES Lucía de Medrano de Salamanca, una figura de la Junta de Castilla y León para los docentes que tienen una larga trayectoria profesional y que voluntariamente desean seguir contribuyendo al sistema educativo.

Constantino Blanco es natural de un pequeño pueblo de Zamora, Paladinos del Valle, al lado de Benavente, pero ha vivido siempre desde los 10 años en Salamanca, ciudad donde estudió, primero en el Maestro Ávila y posteriormente en la Universidad. “Prácticamente mi vida es salmantina. Ahora sigo viviendo en Salamanca, aunque voy a mi pueblo bastantes veces”, comenta.

Estudió Geografía e Historia en la USAL, y esta ha sido su especialidad de profesor durante más de tres décadas: “Según tocase, Geografía, Historia o Arte”. Su larga experiencia, como le ocurre a la mayoría de los docentes, por no decir a todos, le ha llevado a pasar por distintos centros hasta conseguir plaza fija, aunque, en su caso, asegura, “fueron relativamente pocos años”.

Tras aprobar la oposición, estuvo dos años en expectativa de destino impartiendo clases en el instituto Rodríguez Fabrés de Salamanca. Su destino definitivo fue Burgos, en el instituto Tierra de Alvargonzález, donde impartió clases durante tres años. “Pidiendo traslado, terminé en Zamora, donde estuve 18 cursos en la Universidad Laboral”, señala, y explica, “fui de la primera generación del Ministerio de Educación que entramos en universidades laborales porque antes era del Ministerio de Trabajo; eso fue en el año 89, ya llevaba cinco o seis años de docente de allá y para acá”. Sus últimos años como docente, una docena, han sido en el instituto Lucía de Medrano de Salamanca; además de distintas colaboraciones relacionadas con las enseñanzas medias, así como en Historia contemporánea de la Facultad, entre otras.

La docencia no parece que fuera la vocación de Constantino Blanco antes de dedicarse a ella. “No sé si se puede llamar vocación, son más las circunstancias de la vida. Cuando yo estudiaba Historia, hubo un taponamiento de profesorado y no se hacían prácticamente oposiciones, de hecho algún año no hubo ninguna para enseñanzas medias ni para profesores numerarios de facultades; se colapsó porque el Ministerio entonces facilitó las plazas para interinos y hubo cuatro años de colapso”. Pero entonces “no teníamos muchas salidas desde la carrera de Geografía e Historia; una era la docencia, la principal, porque no había mucho de dedicación a archivos, ni biblioteconomía ni nada; era prácticamente la docencia, o academias o colegios privados o aprobar una oposición o dedicarte a otra cosa. Ahora también pasa, pero menos”, afirma.

En tantos años de experiencia como docente, ha tenido “un poco de todo”. Siempre, explica, “hay aspectos positivos y aspectos negativos, pero el balance global es positivo, al menos yo tengo esa sensación, porque los sinsabores de algunas veces tienden a olvidarse o quedan como anécdotas”.

También ha sido algo “estresante”, ya que ha formado parte de equipos directivos, de tribunales de oposiciones, de coordinador de la experimentación de la Logse, … “ha sido también algo variopinta, un poco estresante, los primeros años no tenía mucha experiencia y coordinaba cosas de estas, me tocó por el azar y porque no había muchos con plaza definitiva en las zonas donde estaba y algunas veces he sido nombrado por el artículo 14 de la Ley del Funcionario, es decir, por obligación”, Pero de todo se aprende un poco y “cuando se pasa se recuerda agradablemente. Ha sido una buena experiencia desde luego”.

Constantino Blanco ha pasado durante sus 35 años por muchos cambios en las leyes de Educación. Sobre la situación de la educación “valoraría dos cosas, de entonces cuando estaba en la vida docente. Yo diría que desde hace unos años se ha ganado en cantidad, es decir, muchos alumnos tienen la posibilidad que antes no tenían de acceder a las enseñanzas medias y a la enseñanza superior. Desde mi punto de vista, mucha más gente tiene oportunidades, que se aprovechen o no, eso ya es otra cosa y es fruto de las circunstancias. Esta sería una parte positiva, se ha aumentado en cantidad y mucha gente tiene muchas más oportunidades”.

En cuanto a la calidad, “que es otra cosa que se discute, yo creo que es buena, pero ahora también lo que pasa es que al haber más cantidad de alumnos y de centros y de profesorado y de todo, también hay más aspectos negativos y más aspectos positivos. Antiguamente estudiaba muy poca y gente y de esa poca gente parecía que tenían más éxito, pero es que era muy pocos, eso es fracaso escolar desde mi punto de vista, porque si de un millón solo puede estudiar uno y aprueba es el cien por cien”..

“Hay otros problemas, que deberían irse mejorando, más que a golpe de tanta ley, que es otro de los aspectos negativos”, afirma. En este sentido, señala que “hemos cambiado muchas veces de ley, pero por mi experiencia en estas investigaciones, sé que en el siglo XIX hubo más de 19 reformas. Los primeros años del siglo XX hay otras cuantas, totales o parciales. O sea, que no es de ahora, como dice la gente que es en estos últimos años. Llevamos 150 años con multitud de reformas o reformillas. Creo que sí hay que hacerlas porque cada cierto tiempo la sociedad cambia, y si la sociedad cambia, tiene que cambiar la educación, la sanidad, el modelo industrial, etc.”.

Y tanto cambio “seguro que no es beneficioso, es una inestabilidad grande, los docentes de antes y ahora se quejan constantemente, porque no aterrizamos en ningún momento”. Pero él se queda “con esa parte de que mucha más gente puede acceder a la Educación, que antes no sucedía”.

Ahora, una vez jubilado, es profesor honorífico, una fórmula que solo existe en Castilla y León y que se puso en marcha en 2018. “Es una especie de colaboración por parte de los docentes jubilados por dos vías: una vía se llama la concreta, que es en la que estoy yo, es decir, en algún proyecto de investigación o de colaboración ligado a algún centro docente o alguna institución; y la otra vía que se llama abierta, es, por ejemplo, asesoramiento didáctico, asesoramiento pedagógico, colaboración con las asambleas de padres, etc.”. Como es para jubilados, explica, no se pueden impartir clases porque “no puede ser un trabajo”. Tampoco es “remunerado, solo reconocimiento honorífico”. En su caso está colaborando con un proyecto “más o menos de investigación” que consiste en una aproximación a la historia del instituto Lucía de Medrano a lo largo de su tiempo y “fundamentalmente de la Enseñanza Media Femenina en Salamanca, ya que fue instituto femenino durante muchos años”.

No se decanta entre la docencia y la investigación: “La investigación es más silenciosa, más personal, vas a tu aire, no es obligación, pero también tiene sus dificultades, por ejemplo de acceso a los sitios o que no encuentras algo. Las dos cosas pueden ser interesantes en algún momento”.

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