OPINIóN
Actualizado 26/11/2024 10:05:47
Isaura Díaz Figueiredo

El agua tomaba más fuerza, bramaba como la corriente de una presa reventada, se elevaba en altas olas que rompían contra los balcones bajos de las casas». El 15 de septiembre de 1862, la ciudad de Barcelona sufría los efectos de una DANA tan devastadora como la que estos días ha azotado el Levante español, y así es cómo la describía el poeta y escritor danés, Hans Christian Andersen en su libro Viaje por España.

Hans Christian fue testigo de la tragedia, desde su habitación del Hotel Oriente, donde aún a día de hoy hay una placa rememorando su presencia durante el desastre. «Todo eran gritos y carreras», escribía Andersen, y añadía: «Jamás había comprobado la magnitud del poder de las aguas, ¡era espantoso! Avanzaban ya por encima del estrado del paseo: la gente huía, clamaba, gritaba aterrorizada».

Según el portal La Rambla, dedicado a contar la historia de la vía más turística de la ciudad, la culpa del desastre no fue solo del tiempo, sino que jugó un papel determinante el derrumbe de las antiguas murallas medievales como parte del Plan Cerdá: hasta entonces, las viejas estructuras habían actuado como dique de contención de las aguas de la Riera de Malla, y sin ellas la Rambla estaba desprotegida ante un temporal de tal magnitud.

A raíz del desastre provocado por la gran riada de 1957.

El 13 y 14 de octubre de 1957 se produjo la que sin duda ha sido una de las mayores catástrofes naturales de Valencia, al menos, hasta la DANA de esta semana.

Un episodio de intensas y fuertes lluvias provocó la crecida y desbordamiento del río Turia, que atravesaba la ciudad de Valencia. En pocas horas, cayeron más de 300 litros por metro cuadrado que anegaron las calles arrastrando todo a su paso.

El balance oficial fue la destrucción casi generalizada de la ciudad y un saldo final de 81 muertos por las lluvias y riadas. Se proyectó una solución para evitar que Valencia ciudad volviera a inundarse. De no ser por esta obra de ingeniería faraónica de los años 50 conocida como Plan Sur, las inundaciones en la comunidad de Valencia habrían sido más devastadoras.

Cuento de la sirenita

En medio del mar, en las más grandes profundidades, se extendía un reino mágico, el reino del pueblo del mar. Un lugar de extraordinaria belleza rodeado por flores y plantas únicas y en el que se encontraba el castillo del rey del mar.

Él y sus seis hijas vivían felices. Ellas pasaban el día jugando y cuidando de las flores en los majestuosos jardines cubiertos de grandes árboles azules y rojos. La más pequeña de ellas, era la más especial. Su piel era blanca y suave, sus ojos grandes y verdes, pero como el resto de las sirenas, tenía cola de pez. A la pequeña sirena le fascinaban las historias que su abuela contaba acerca de los seres humanos, tanto que cuando encontró la estatua de un hombre en los restos de un barco que había naufragado no se lo pensó y la llevó para ponerla sobre un pedestal de coral en su jardín. La abuela le prometió que algún día conocerían la tierra

—Cuando cumplas quince años podrás subir a la superficie, contemplar los bosques, ciudades y todo lo que hay allí. Hasta entonces está prohibido.

La pequeña Sita esperó ansiosa a que llegara su turno, imaginando como sería el mundo del tanto hablaba su abuela. Cada vez que a una de sus hermanas le llegaba el turno y cumplía los quince años, ella escuchaba atentamente las cosas que relataba aumentando sus ganas porque llegara l su momento.

Tras años varios años… por fin llegó el ansiado aniversario. Sita subió y se encontró con un gran barco en el que celebraban una fiesta. Oía música, risas y mucho alboroto; pudo evitar acercarse para ver a través de alguna ventana que ocurría. Entre la gente distinguió a un joven apuesto, que resultó ser el príncipe de Zutolandia, quedó embelesada al observar su belleza.

Continuó contemplado hasta que una tormenta inesperada cayó sobre ellos. El mar comenzó a rugir con fuerza y el barco empezó a dar tumbos como si fuera un barquito de papel, logró partirlo y mandarlo al fondo del mar. En medio del naufragio la Sirenita buscó al príncipe, logró rescatarlo y llevarlo sano y salvo hasta la playa. Estando allí oyó a unas muchachas que gritaban y se acercaban, asustada nadó hasta el mar por miedo a que la vieran. Dio la vuelta, separó el cabello del rostro contemplado como su príncipe se despertaba y conseguía levantarse.

La Sirenita subía a la playa todos los días con la esperanza de ver al príncipe, nunca lo veía y cada vez regresaba más triste al fondo del mar. Pero un día armada de valor y decide visitar a la bruja del mar Dª Cucha, para que le ayudara a ser humana. Estaba tan enamorada que era capaz de pagar cualquier precio, por alto que fuera. Y vaya si lo fue.

—Te prepararé un brebaje y podrás tener dos piernecitas. Pero a cambio… ¡deberás pagar un precio!

—Quiero tu don más preciado, ¡tu dulce voz!

—¿Mi voz? Pero si no hablo, ¿cómo voy a enamorar al príncipe?

—Tendrás que arreglarte sin ella. O no podemos hacer trato.

—Está bien—dijo chasqueando la lengua.

La malvada bruja le advirtió que nunca más podría volver al mar y que si no conseguía enamorar al príncipe y éste contraía matrimonio con otra mujer, moriría y se convertiría en espuma de mar. La Sirenita estaba muy asustada pero a pesar de todo, aceptó.

Tomó la pócima y se despertó al día siguiente en la orilla de la playa. Su cola plateada no existía, en su lugar tenía dos piernas. El príncipe la encontró y le preguntó quién era y cómo había llegado hasta allí, ella intentó contestar pero recordó que había entregado su voz a la malvada bruja. A pesar de esto la llevó hasta su castillo y dejó que se quedara allí. Pasó el tiempo y el príncipe le anunció se iba a casar con la hija del rey de la nación de Pozuelo. La pobre sirena se llenó de tristeza al oír sus palabras pero a pesar de eso lo acompañó en la celebración de sus nupcias y celebró su felicidad. Pero sabía que esa sería su última noche, pues tal y como le había advertido la bruja, al alba se convertiría en espuma de mar. A punto de amanecer, mientras contemplaba muy triste el horizonte, aparecieron sus hermanas con un cuchillo entre las manos. Era un cuchillo mágico que les había dado la bruja a cambio de sus cabellos y con el que si lograba matar al príncipe podría volver a convertirse en sirena.

Se acercó sigilosa, él estaba durmiendo, levantó el cuchillo... pero se dio cuenta de que era incapaz de clavarlo, aunque esta fuera su única oportunidad de volver a ser la hermosa sirenita. De modo que se lanzó al mar y mientras se convertía en espuma, conoció a las hijas del aire.

—Todavía tienes una oportunidad de conseguir un alma inmortal. Tendrás que pasar trescientos años haciendo el bien como nosotras, y después podrás volar al cielo.

Mientras las escuchaba vio cómo su amado la buscaba, permaneció contemplándolo mientras una lágrima, la primera en toda su vida, comenzó

Cuantas sirenitas han llorado y aún no han podido contener el caudal incesante que brota ante la desolación, la soledad y el abandono en nuestra querida Valencia y pueblos cercanos.

El cuento de la Sirenita es un ejemplo de bondad, y entrega, nos recuerda hasta dónde es capaz de llegar el amor, la solidaridad, la empatía y todo lo que nos hace ser mejores personas.

Etiquetas

Leer comentarios
  1. >SALAMANCArtv AL DÍA - Noticias de Salamanca
  2. >Opinión
  3. >Hans Christian Andersen donde se inspiró para su cuento "La Sirenita"