"Mi dios no me conoce, no conoce a nadie. Es ciego y sordo para los humanos, como lo son las fuerzas de la naturaleza" (Vicente Blasco ibañez)
"Tenemos dos fuerzas que nos ayudan a vivir. El olvido y la esperanza" (Blasco Ibañez)
Es el título de una novela escrita por Blasco Ibáñez, Valencia (29-1-1867) Francia (28-1-1928) que se desarrolla en el entorno de la Albufera valenciana… Y cañas, barro, coches y otros enseres de las viviendas han sido barridos hasta la misma Albufera, en la que lamentablemente también han aparecido cadáveres de ciudadanos residentes en los pueblos valencianos; lluvias torrenciales, desbordes de ríos, regatos y barrancos, con rabiosa velocidad fue arrasando cuanto se ponía en su camino. Sembrando el caos, despojando de sus casas a las familias, anegando los campos y las industrias, en definitiva, un auténtico desastre, de verdaderas desproporciones, y que tardara tiempo en asimilarse.
Ahora comienza la recuperación- difícil- volver a poner todo en su sitio, en olvidarlo y conducirse con la normalidad y la rutina de la vida cotidiana tras esta riada. El pueblo español, solidario siempre en todas sus calamidades, ayudara a la reconstrucción para que no falten las necesidades más elementales. Hoy Valencia y sus buenas gentes necesitan el abrazo de todos.
En el capitulo de responsabilidades, ya lo han visto ustedes un presidente máximo responsable de sus ciudades y pueblos, así como de sus mantenimientos, seguridad, obras y actuaciones, son de su completa responsabilidad, quedo patente que ha sido un verdadero incompetente, tanto antes de la riada como después, pues, sin aplicarse el sentido común, que algo grave podía suceder, incluso avisado días antes, por el agua torrencial que caería, hizo caso omiso de la advertencia, desconfió y no se creyó, lo que después paso, es decir no controlo nada, perdió los papeles, y cuando reacciono ya era tarde, muy tarde. Evidentemente nadie puede saber cuanta agua va a caer del cielo, pero es de su única responsabilidad, prevenir, esa es la palabra prevenir, a sus conciudadanos y alcaldías por donde trascurren los ríos y barrancos, estar, simplemente estar, al tanto de lo que pudiera pasar.
La retahíla de despropósitos del día después, no tiene un pase, se vio a un hombre desquiciado, perdido, ausente, hundido, sin criterio y sin personalidad, moviéndose como un “títere”, de uno a otro lado, con la mirada perdida, sin capacidad de respuesta ante el acoso vecinal, donde el grito de ¡¡eres un incompetente!! ¡no estas a la altura! ¡eres un irresponsable! ¡deja de culpar a los demás! ¡dimisión! Eran entre otros dicterios, como los que apelaban a su conciencia, como resultado de tantos muertos y desaparecidos que, de haber actuado con eficacia, seriedad, responsabilidad y ejerciendo de presidente, de una tierra que iba a ser vapuleada por la riada, se hubieran evitado, se hubieran salvado, aunque fuese unos cuantos menos de los que perecieron.
He dicho siempre, también desde estas páginas, que la política se hace en la calle, en los barrios, en el conocimiento de sus entornos, de sus necesidades y peculiaridades del vecindario, de escuchar, y estar al tanto de sus demandas, de los que saben que se cuece en sus calles, caminos, recovecos, regatos y alcantarillado, y un sinfín de etcéteras, que un edil, responsable, con categoría y, orgulloso de que sus ciudadanos y convecinos, lo hayan elegido, para el cargo, que es su obligación estar al cabo de la calle, de dejarse ver, y le pregunten, de ganarse la confianza, de tomar buena nota de las demandas y enterarse de aquello que se solicita etcétera… es en ese sentir, donde un gobernante, presidente, alcalde o concejal, se gana el voto, y el aprecio, de sus nobles gentes, y quizá le ayuden para que no tropiece. Claro para esto hay que despojarse de soberbia, de las siglas de partido, y del que dirán… y hay que vestirse de humildad, de capacidad de raciocinio, de responsabilidad, de saber actuar y saber mandar, y poner de relieve que pensar, razonar y decidir, es asumir el sentimiento de sentirse útil, de saber que su función es estar al servicio de la ciudadanía, y por ende de sus necesidades, y sus inquietudes. Si el “Señor” Mazón, se hubiera preocupado y ocupado de acercarse a sus ciudadanos, a sus alcaldes, de cualquier signo político, y si hubiera pensado, razonado y decidido, bajo el signo de la humildad y la responsabilidad… posiblemente algún valenciano más seguiría vivo, aunque hubiera perdido su casa. Pero con arrogancia, parapetándose entre los datos, las llamadas y los horarios, dando una patética impresión en un discurso cansino, que a nadie convenció y derramando el aceite de las culpas, antes que reconocer su incompetencia y su irresponsable gestión. Hoy ha pasado a ser un político errante y perdido, de esta Dana que arraso a los pueblos valencianos, sus campos y la vida de muchos de ellos… descansen en paz… no los olvidaremos. –
Al rematar este articulo aparece la noticia, de que será un militar, un general retirado y con prestigio demostrado, quien se hará cargo de la reconstrucción de las zonas afectadas, dice: que, como primera medida, solicita que no haya injerencias políticas, me temo mucho, que esto también habrá que reconstruirlo, y difícilmente se librara de su estruendo. Al tiempo.
Fermín González, salamancartvaldia.es, blog taurinerías