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LOCAL
Actualizado 08/11/2024 09:13:09
César García

Miles de clientes visitan más de 280 puestos que cada semana despliegan una gran oferta de todo tipo de productos a precios muy atractivos

A primera hora de la jornada dominical solo suelen verse por Salamanca a personas que van a hacer deporte o que madrugan para comprar los churros recién hechos. Sin embargo, también hay algunos que comienzan el día antes de que el sol despunte en el horizonte. Es el caso de Abel Vázquez, presidente de la Asociación Salmantina de Vendedores Ambulantes, y del resto de compañeros y compañeras que se levantan temprano, alrededor de las ocho de la mañana, para prepararse para una jornada que promete ser intensa.

A partir de las ocho y media el trajín de furgonetas que se dirigen a la Aldehuela va aumentando, y a las nueve el movimiento es evidente en la explanada que en septiembre acoge las atracciones de las Ferias y el resto del año el Rastro. El montaje de los puestos es un ritual que requiere esfuerzo y dedicación. Con un equipo que puede incluir desde mesas hasta toldos, ya que cada vendedor se esfuerza por crear un espacio atractivo para los clientes.

En total son 287 puestos en el Rastro de Salamanca, de los cuales aproximadamente 50 están dedicados a la venta de productos de segunda mano. El resto ofrece una variedad de artículos nuevos, desde ropa y calzado hasta maquinaria y productos alimenticios. “Aquí puedes encontrar de todo, desde antigüedades hasta las últimas tendencias en moda”, señala Abel con orgullo.

La afluencia de clientes

A medida que avanza la mañana, el ambiente va creciendo con los primeros clientes. “Hay madrugadores que llegan a las diez de la mañana, pero la mayoría de la gente viene entre las diez y las dos”, comenta el responsable de este colectivo de vendedores ambulantes que, durante el resto de la semana, trabajan en otros mercadillos de la geografía salmantina, casos de Peñaranda o Ciudad Rodrigo, o incluso de otras provincias. Pero en el caso que nos ocupa, este horario es crucial, ya que muchos trabajadores aprovechan su tiempo libre para visitar el Rastro después de sus jornadas laborales.

Bueno, eso suponiendo que el clima acompañe, ya que juega un papel fundamental en la afluencia de público. “Los días de lluvia las ventas bajan drásticamente. La gente de Salamanca no está acostumbrada a salir con mal tiempo”, explica Abel. Sin embargo, en días soleados, el Rastro se llena de vida, con familias y amigos disfrutando de un ambiente festivo y comercial.

Seguridad garantizada

Para garantizar la seguridad y el buen desarrollo del Rastro cada domino, la Policía Local de Salamanca juega un papel fundamental. Un equipo de cinco agentes, compuesto por dos patrullas y un oficial, es el encargado de vigilar tanto la seguridad perimetral como interna del Rastro. Además, otros agentes complementan esta movilización, desde los que atienden la centralita hasta aquellos que supervisan las cámaras de tráfico. "La coordinación es clave para asegurar que todo funcione correctamente", explica Ángel Molina, concejal de Protección Ciudadana, Tráfico y Transportes.

El tráfico en los accesos al rastro puede complicarse, especialmente al finalizar la actividad, cuando se concentra la mayor afluencia de público. "La regulación semafórica está diseñada para facilitar la fluidez del tráfico, pero el único carril de salida puede generar congestión", señala el edil.

La colaboración entre la Policía Local y la Policía Nacional es constante. "Ambos cuerpos trabajamos de manera coordinada, garantizando la seguridad de los ciudadanos", afirma. Aunque los hurtos son reportados principalmente a la Policía Nacional, la vigilancia se intensifica en momentos de mayor aglomeración.

Respecto a la normativa de aforo, el rastro no suele superar los 2.000 asistentes, lo que permite una evacuación rápida en caso de emergencia. Molina destaca la importancia de mantener una relación cordial con los comerciantes, asegurando que "la Policía Local es un servicio cercano que busca la convivencia".

Finalmente, el concejal invita a los asistentes a disfrutar de la jornada dominical con la tranquilidad de que la Policía Local trabaja intensamente para que su presencia pase desapercibida, garantizando así una experiencia segura y agradable.

Productos estrella y garantías

Los productos más vendidos en el Rastro varían según la temporada. “Por el Día de la Madre o en vísperas de la Fiesta de Todos los Santos, las flores son un éxito rotundo. En Navidad, la lencería y los perfumes también se venden mucho”, dice al tiempo que va colocando su mercancía para la ajetreada mañana que le espera. La variedad de productos es uno de los atractivos del Rastro, que ofrece precios más asequibles que las tiendas convencionales. “Aquí puedes encontrar artículos entre un 30% y un 50% más baratos”, asegura.

En este sentido, considera que la confianza del cliente es esencial y destaca que muchos vendedores ofrecen garantías similares a las de las tiendas físicas. “Si un cliente tiene un problema con un producto, puede cambiarlo sin problemas. La mayoría de nosotros queremos que nuestros clientes regresen”, añade. Además, muchos puestos cuentan con probadores y espejos, lo que permite a los clientes probarse la ropa antes de comprarla.

La relación con los clientes

Y es que, una de las señas de identidad más entrañables del Rastro es la relación que se establece entre los vendedores y los clientes. “Muchos de nuestros clientes son habituales. A lo largo de los años, hemos creado vínculos que van más allá de una simple transacción comercial”, comenta Abel para añadir que esta conexión personal es un aspecto que distingue al Rastro de otras formas de comercio.

Los vendedores no solo ofrecen productos, sino también un servicio al cliente que se basa en la confianza y la cercanía. “A veces, los clientes me hacen pedidos por WhatsApp. Se sienten cómodos y saben que pueden contar conmigo”, argumenta al tiempo que incide en que considera que esta relación es fundamental para el éxito del Rastro.

“Siempre hay algo que me interesa”

Maru Pando es una de las habituales en la cita dominical del Rastro en la Aldehuela, de hecho, lleva más de 40 años acudiendo y destaca la variedad de productos que se pueden encontrar. "Siempre hay algo que me interesa, ya sean antigüedades, ropa o utensilios de cocina", comenta. Para ella, el atractivo del Rastro no solo radica en las compras, sino también en el ambiente que se respira. "Es un lugar donde puedes pasear, disfrutar de la mañana y socializar con otros compradores", añade. Maru utiliza el transporte público para llegar, lo que considera una opción cómoda y accesible.

Por su parte, Begoña García, también asidua del Rastro desde sus inicios, coincide en que “me gusta darme una vuelta y ver qué encuentro. A menudo, consigo productos de buena calidad a precios más bajos que en las tiendas convencionales", explica. También aprecia el ambiente del mercadillo, que se convierte en un punto de encuentro para la comunidad. "Es una tradición dominical que disfruto mucho", afirma.

Sin embargo, ambas usuarias coinciden en que hay aspectos que podrían mejorarse. Maru señala que la limpieza del lugar es un punto débil. "A veces, al finalizar el Rastro, queda bastante suciedad. Sería ideal que se mantuviera más limpio", sugiere. Begoña, por su parte, aboga por la posibilidad de ampliar los días de mercado: "Sería genial tener más oportunidades para disfrutar del Rastro, como en otras ciudades que tienen mercadillos más días a la semana”.

En cuanto a la calidad de los productos, ambas coinciden en que varía según el puesto, pero que en general, se pueden encontrar buenas ofertas. Esas oportunidades atraen a muchos posibles compradores y, lamentablemente también a los ‘amigos de lo ajeno’. "Hay que tener cuidado con los robos, ya que el bullicio puede atraer a desaprensivos", advierte Begoña, quien siempre mantiene un ojo en su bolso mientras explora.

Y es que la multitudinaria respuesta del público al Rastro genera ese tipo de situaciones y, de manera puntual, también algunas incautaciones, por parte de la Policía, de productos falsificados. Abel Vázquez aclara que “ese tipo de gente son ilegales, no tienen pagados puestos fijos, como los demás”, se sitúan en el centro con una manta y pueden llegar a perjudicar a los expositores cercanos, porque afecta a sus ventas. En cualquier caso, desde la Asociación Salmantina de Vendedores Ambulantes aseguran que “todo lo que no sea legal, no lo avalamos, ni justificamos”.

Mucho más que compras

El Rastro no solo es un lugar de comercio, sino también un espacio de socialización, tradición y cultura. “La gente viene a pasar el día, a disfrutar del ambiente y a encontrar cosas únicas. Es un punto de encuentro para la comunidad”, afirma Abel. Este mercadillo es un reflejo de la vida cotidiana de Salamanca, donde se entrelazan historias, productos y relaciones humanas.

La Asociación Salmantina de Vendedores Ambulantes, presidida por Abel, juega un papel crucial en la defensa de los derechos de los vendedores y en la promoción del Rastro. “Estamos aquí para apoyar a nuestros miembros y asegurar que el Rastro siga siendo un lugar donde la gente pueda encontrar calidad y buen precio”, concluye.

Desafíos y propuestas de mejora

A pesar de los aspectos positivos, el sector de venta ambulante se enfrenta a desafíos y dificultades. El presidente de la Asociación que agrupa a estos comerciantes en Salamanca menciona que la competencia de las grandes multinacionales y el comercio online han impactado en las ventas, aunque “la gente a veces se siente desengañada con las compras online, pero aun así, hay quienes prefieren la comodidad de comprar desde casa”. Sin embargo, está convencido de que el trato humano, el paseo, el ambiente y la posibilidad de ver y probar los productos son ventajas que el Rastro debe seguir promoviendo.

En cuanto a las mejoras, Abel Vázquez propone varias iniciativas: “Llevamos años pidiendo al Ayuntamiento un nuevo mercadillo en la zona de Pizarrales. Salamanca es muy grande y hay espacio para más. De hecho, mujeres de Pizarrales y de Villamayor piden un mercadillo cerca de estas zonas y entre semana”. Por eso, el portavoz de los vendedores ambulantes de Salamanca recuerda que una ciudad más pequeña, como Zamora tiene Rastro dos días a la semana y que en Salamanca antes también se hacía los festivos, algo que reivindican a las autoridades.

Por otro lado, sugiere que se realicen mejoras en el recinto de la Aldehuela, ya que el asfalto está muy deteriorado y provoca charcos y baches que dificultan el montaje de los puestos y la circulación de los viandantes.

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