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Actualizado 15/11/2024 12:15:20
María Fuentes

Agustín García de Prado comparte su desgarradora experiencia y el legado de su hijo, Jesús Ángel García, un policía comprometido, en el Día Mundial en Recuerdo de las Víctimas de Accidentes de Tráfico

Es el rostro de un padre roto. Un padre que perdió a su hijo hace apenas un mes en un accidente de moto cuando solo tenía 35 años. Toda una vida por delante y un maldito día en el que todo se truncó. Habla para SALAMANCArtv AL DÍA Agustín García de Prado sobre esta tragedia que golpeó a su familia, una familia muy querida en Salamanca porque han regentado durante muchos años el quiosco en la esquina de Gran Vía con la cuesta de Sancti Spíritus.

Hoy domingo 17 de noviembre se conmemora el Día Mundial en Recuerdo de las Víctimas de Accidentes de Tráfico, y hoy Agustín habla desde el corazón. Recuerda con dolor y nostalgia a su hijo, Jesús Ángel García, víctima de un accidente de moto. “Era un chico muy trabajador, muy atento, muy profesional. Amaba su trabajo”, relata Agustín, mientras sus ojos reflejan la tristeza de una pérdida irreparable. Jesús Ángel había sido destinado a Alicante en la Policía Nacional, donde trabajaba en el servicio de extranjería. Aquella fatídica noche, se dirigía a otro municipio y al entrar en la autovía es cuando perdió el control de su moto BMW.

La noticia de su muerte llegó de la manera más devastadora. “Vino el jefe de servicio de Salamanca y nos lo dijo, que se había muerto”, recuerda Agustín, con la voz entrecortada. La familia, compuesta por su madre, dos hermanas y dos abuelas, se sumió en un profundo dolor. “No sabemos cómo superar esto. Esto destrozó a nuestra familia porque el dolor es muy grande”, confiesa.

A pesar de que Jesús Ángel nunca había tenido accidentes previos, su pasión por las motos lo llevó al “empeño” de tener una moto grande. “Llevaba tres años con la moto. Perdió el control y en ese momento se acabó su vida”, explica, quien ahora, a sus 67 años, enfrenta esta realidad.

Agustín también comparte un mensaje importante para la ciudadanía: “Antes de salir y meterse en carretera, por favor que se compruebe todo muy bien. Según nos dijo un testigo, él hizo el paso de peatones, pasó un semáforo, y al entrar en la autovía, cogería velocidad y perdería el control. El impacto fue fortísimo. Las motos no son seguras, es un mensaje que también quiero mandar”.

La familia García de Prado sigue adelante, con dos hijas más y tres nietos, más uno de camino. Sin embargo, el vacío que deja Jesús Ángel es irremplazable. “Estamos recibiendo ayuda psicológica y nos está viniendo muy bien, también el estar a diario con clientes, amigos y familia nos ayuda… está siendo muy complicado”, admite Agustín, quien lucha por mantener viva la memoria de su hijo mientras enfrenta el dolor de su ausencia.

La historia de Jesús Ángel García es un recordatorio de la fragilidad de la vida y la importancia de la seguridad en las carreteras. Su legado perdura en el corazón de quienes lo conocieron y lo amaron, un joven que, a pesar de su corta vida, dejó una huella imborrable en su comunidad y en su familia.

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