OPINIóN
Actualizado 17/11/2024 19:49:23
Carlos Javier Salgado Fuentes

Situado en un alto como vigía sobre el Campo Charro, hoy el viejo castillo de Buenamadre ha perdido su función de vigilancia, clamando al cielo que le saquen del olvido de la historia.

Situado en un alto que se yergue como vigía sobre el Campo Charro, en la parte más alta del pueblo de Buenamadre, hoy el viejo castillo de Buenamadre ha perdido su función de vigilancia, manteniéndose en pie ya solo una parte de la torre de la antigua fortaleza y los restos aminorados de los viejos muros del recinto fortificado, que nos ayudan a hacernos una idea de cuál fue la extensión del castillo, a falta de excavaciones arqueológicas que saquen a la luz todas sus viejas estructuras.

Abandonado por los humanos tras perder su función defensiva, hoy apenas las cigüeñas regresan a morar en el muro de la torre del viejo castillo de Buenamadre, dándole continuidad a su vieja función de vigilancia sobre el entorno, ejerciendo el nido del castillo como vecino del que posee la cercana espadaña de la iglesia, en la que otro grupo de cigüeñas tiene fijada su residencia.

Pese a que hoy constituye un patrimonio olvidado, lo cierto es que el castillo de Buenamadre lleva más de ocho siglos formando parte del paisaje de esta localidad, siendo construido en el siglo XII tras la creación del Señorío de Buenamadre por parte del rey Fernando II de León, que hizo señor de esta localidad a quien fuera alcaide de Salamanca, Miguel Sexmiro, en el año 1167.

De esta manera, se erigió un castillo en Buenamadre que cumpliría una doble función. Por un lado, la fortaleza sería la insignia del Señorío de Buenamadre, mostrando a los vecinos del pueblo y circundantes el poder señorial, y por otro serviría como punto defensivo de vigilancia y control de parte del Campo Charro, integrándose en el entramado defensivo configurado por los monarcas del Reino de León en la zona junto a otros puntos fortificados como El Cubo de Don Sancho, Tamames o Villares de Yeltes, ubicados en la retaguardia de la gran plaza fuerte de Ciudad Rodrigo, que buscaba defender las posiciones leonesas ante posibles incursiones militares desde Portugal o desde el sur musulmán.

En todo caso, con el paso de los siglos el castillo de Buenamadre fue acusando el paso del tiempo, encontrándose notablemente deteriorado ya en el siglo XVI, lo que motivó que el Cabildo de la Catedral de Salamanca (que había pasado a ser propietario de la fortaleza y del Señorío de Buenamadre en 1374 por cesión del entonces señor, Arias Díez Maldonado), impulsase la reparación de este castillo en el año 1545, debiéndose a esta reforma la tipología que poseen las aspilleras, más propias de la Edad Moderna, que pueden observarse en los restos del castillo.

No obstante, con la desaparición de los señoríos en el siglo XIX y las desamortizaciones liberales, el castillo de Buenamadre fue abandonado, haciendo mella sobre él la falta de uso y el paso del tiempo, erguiéndose pese a ello hoy altivo aún parte del cubo redondo que coronaba la fortaleza, en el que aún se pueden observar un arco de entrada y dos ventanas abocinadas dispuestas en dos alturas.

Pero además, aunque menos perceptible, también se conserva en el terreno circundante a esta torre en dirección sur parte del perímetro del recinto del castillo, en una parte enterrado habiendo originado un importante abultamiento del terreno, si bien estando visible fuera de tierra otra parte de muro, el ubicado más al sur, que aunque posee poca altura alberga una ventana para artillería integrada, que evidencia su antigua pertenencia al recinto de esta fortaleza.

En todo caso, aunque al castillo de Buenamadre le asiste la declaración como Bien de Interés Cultural (BIC) dictada en 1949 para los castillos españoles, pese a ello hoy es evidente el estado de abandono y olvido que sufre este monumento de nuestra provincia, que sigue clamando al cielo estrechándole la mano de su torreón que le saquen del olvido de la historia.

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