OPINIóN
Actualizado 15/11/2024 09:33:20
Manuel Rodríguez Fraile

Creo que a todos nos han dolido profundamente los sucesos trágicos sufridos por miles de personas a consecuencia de la DANA de hace ya un par de semanas. Son muchas las preguntas que deberán contestarse ¿fallo la predicción o la coordinación? ¿las medidas que se tomaron – tarde a lo que dicen pero que se tomaron – eran responsabilidad de la Autonomía o del Gobierno Central? ¿fueron suficientes o no? ¿quién o quiénes debían tomarlas?... y otras muchas a las que esperemos se vayan dando respuesta.

Pero a mí hoy, además de dolerme las muertes producidas y la situación de los miles de personas damnificadas e impresionarme la respuesta social de solidaridad, me indigna el manejo que se está haciendo de lo sucedido ¿es qué ni una tragedia de estas dimensiones es capaz de que todos los actores sociales, económicos y sobre todo políticos se pongan a trabajar juntos para paliar las graves y dramáticas consecuencias de lo sucedido?

¿Cómo es posible que existan personas que roben en las casas y en los coches de aquellos que lo han perdido todo? ¿Cómo es posible que existan personas, profesionales o particulares, que divulguen noticias falsas para enrarecer la situación, para ganar audiencias o votos? Y, por último, ¿cómo es posibles que tengamos ‘el dedo tan flojo’ para reenviarlas sin contrastar su veracidad? Sabemos que actuar así puede causar sufrimiento a muchas personas y también efectos perversos.

He oído en muchas ocasiones estos días que ‘el pueblo salva al pueblo’ y lo aceptaría siempre que viviéramos en una dictadura o una tiranía, pero muchos de los que dicen esto sólo tratan de poner de manifiesto el mal funcionamiento de las Administraciones Públicas y desprestigiar al Estado en su conjunto.

Si no nos preocupamos por cortar las fake news, los deepfakes, los bulos, las medias verdades o las mentiras completas; capaces de recrear pseudorealidades dotar de gran verosimilitud que se difunden de forma rápida y masiva por las redes sociales y los medios de comunicación, se alterará gravemente nuestra percepción de la verdad y dada nuestras escasas posibilidades, yo más bien diría nuestro generalizado desinterés por comprobar su veracidad, se incrementa la desafecciones políticas, el desistieres de los ciudadanas por acción política, lo que favorece la aparición de tendencias autoritarias, totalitarias y dictatoriales.

Porque cuando un Estado se deteriora o incluso desaparece, algo más fuerte, y siempre peor, ocupa su lugar. Así ha sucedido así a lo largo de toda la Historia. En los huecos que deja las instituciones que debieran ser de todos, se infiltran grupos violento, mafias, ambiciosos del poder (de su poder claro está), falsos profetas o ‘patriotas’ que anuncian un paraíso de ciudadanos libres de obligaciones. Pero eso nunca ha sucedido, es una mentira más que juega con la indignación de las personas y por eso para salirse con la suya deben indignar a la sociedad, polarizarla, crisparla y para ello utilizan cualquier sucio medio a su alcance. En el caos creado siempre aparece alguien que se autoproclama salvador y que termina por imponer su propia ley. Una democracia sin Estado, sin instituciones públicas que proteja a aquellos que lo necesiten no es posible, no se dejen engañar.

Un ejemplo claro lo tenemos en la reciente y aplastante victoria de Donald Trump. El futuro Presidente de los Estados Unidos va a ser más poderoso en esta segunda legislatura que en la primera, porque en esta tendrá mayoría en el Congreso, en el Senado, en el Tribunal Supremo. Poder Absoluto.

Por si esto fuera poco, Trump incorpora a su equipo a Elon Musk, el hombre más rico del mundo y un patriota a ojos del futuro presidente, al que concede la dirección del Departamento de Eficiencia Gubernamental, con la intención, palabras del propio Musk de “hacer temblar el sistema” ¿será acaso un antisistema o es una contradicción? Bueno puede adquirir sentido si al ser Trump empresario quiere dirigir el país como si fuera una empresa y tal vez lo haga desde la red social propiedad de su amigo y patrocinador.

Stephen Miller, judío, será el encargado de Política Exterior, mal augurio para los palestinos. Tom Homan, que comparte con Trump la intención de realizar expulsiones masivas de inmigrantes, se hará cargo del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas y Mike Waltz, enemigo declarado de China y poco partidario de continuar apoyando a Ucrania, le asesorará en temas de Seguridad Nacional, por citar sólo algunos ejemplos. Estos futuros nombramientos son un mal presagio para todos.

Porque, aunque los estadounidenses no parecen haberles importado demasiado elegir como futuro presidente a un ciudadano declarado culpable de 34 cargos penales y acusado de abusos sexuales, sus decisiones no afectarán sólo a sus conciudadanos sino a otros muchos millones de personas que no le votaron.

Esto es lo que pasa cuando se pierde la confianza en las instituciones, cuando de vician las informaciones, cuando se polarizan y se agitan la masas. No caigamos en la misma trampa porque nos esperaría el mismo futuro.

Julian Assange programador, periodista y activista de Internet australiano, conocido por el caso WikiLeaks, organización sin ánimo de lucro que aireó muchos trapos sucios del gobierno de Estados Unidos y sometido desde entonces a una furibunda persecución judicial, declaró: “La pregunta es, ¿quién está promoviendo la ignorancia? Bueno, esas organizaciones que tratan de mantener las cosas en secreto, y esas organizaciones que distorsionan información verdadera para hacerla falsa o desvirtuada. En esta última categoría, está la mala prensa.” También las noticias falsas, los bulos, las mentiras y las medias verdades de los particulares. Cuidado, también podemos poner nuestro granito de arena para que no sucedan estas cosas.

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