El lunes 4 de noviembre, se celebró el primer concierto de esta temporada de la Orquesta Clásica, con un lleno completo del teatro del Liceo y un éxito excepcional. Este acontecimiento musical mostró con total contundencia que esta joven Orquesta (creada con la experiencia y capacidades musicales de D. Juan José de Diego) tiene ya un fiel y numerosísimo grupo de seguidores.
Y secundariamente, el lleno también mostró que la música del genio de Beethoven sigue convocando y seguirá convocando siempre amantes beethovenianos. El programa lo componían exclusivamente dos grandes obras del genio de Bonn: El Triple concierto para violín, violonchelo y piano en do mayor, Op. 56 y la Sinfonía nº7 en la mayor, op. 92, que Wagner la tituló “Apoteosis de la danza”.
Dirigida por Alfonso Sebastián, con tres solistas, Marc Oliu (violín), Lorenzo Meseguer ( violoncello) y Alberto Rosado (Piano) y un conjunto interpretativo todo él de un alto nivel artístico interpretativo, forman una gran Orquesta que desde su inicio está destinada a ser el orgullo musical de nuestra ciudad y también del teatro del Liceo.
Solamente hay un factor que puede y debe ser mejorado para que la Orquesta Clásica y su lugar de convocatoria, el Liceo, tengan la calidad excelente que pueden fácilmente conseguir: las capacidades sonoras del teatro. Es obvio que un teatro, ningún teatro, está diseñado para las grandes orquestas actuales y sus poderosos sonidos, sino para espectáculos escénicos. Los que conocemos a través de muchos años el Liceo como lugar de realización de la mayor parte de la música que se interpreta en Salamanca, sí hemos comprobado durante todos los pasados años que el Liceo es suficientemente idóneo para música de cámara compuesta en general para pocos instrumentos. Pero no la música sinfónica.
Los expertos en sonido y espacios, concluyen que la adecuación del Teatro del Liceo para acoger en su bello espacio también música sinfónica, no sería difícil ni exigiría grandes presupuestos: habría que suprimir muchos actuales elementos decorativos (que “se comen” la sonoridad) sustituyéndolos parcialmente por otros también elegantes y sobrios.
En conclusión, para una ciudad subtitulada Ciudad de la música y de la cultura, la mejor opción siempre sería construir un buen Auditorio, adecuado al tamaño de la ciudad (el CAEM o el Palacio de Congresos tienen un número excesivo de localidades para la mayor parte de los conciertos). Si esto no pudiera ser por razones presupuestarias, se podría acometer la adecuación acústica del Teatro, añadiendo paredes a la concha acústica y eliminando los elementos absorbentes del patio de butacas y los palcos.
De este modo el Teatro del Liceo podría tener también una digna función de Auditorio, de dimensiones en consonancia con nuestra ciudad y la valiosa Orquesta Clásica.