Si eres neutral en situaciones de injusticia, has escogido el lado del opresor.
DESMOND TUTU
Lo más importante es que necesitamos ser entendidos. Necesitamos alguien que sea capaz de escucharnos y entendernos. Entonces, sufrimos menos.
THICH NHAT HANH.
Casi un 6% de los niños y niñas españoles han tenido relación con alguna acción de acoso escolar o bullying en el centro, según la CEAPA. El 90% son testigos de una conducta de este tipo en su entorno y el 30% han participado en alguna ocasión ya sea como víctima o como agresor. El acoso es un comportamiento agresivo, repetitivo, metódico y sistemático, que se produce durante un período de tiempo prolongado. El agresor hunde la personalidad y autoestima de la víctima, sufriendo en silencio y en soledad. Generalmente no habla del problema, por miedo a la venganza, por vergüenza, por no saber a dónde o a quién acudir.
Se ha designado el primer jueves de noviembre como Día Internacional contra la Violencia y el Acoso en la Escuela, incluido el Ciberacoso, reconociendo de este modo que la violencia en el entorno escolar bajo todas sus formas atenta contra los derechos de los niños y los adolescentes. Este año bajo el tema “Proteger, educar, empoderar: Los y las estudiantes exigen escuelas seguras e inclusivas”. Se quiere destacar el papel esencial de la educación para poner fin a la violencia y la importancia de la perspectiva de los y las estudiantes en la elaboración de políticas y prácticas educativas.
El acoso escolar es cualquier forma de maltrato intencionada y reiterada, tanto psicológico, verbal o físico producido entre escolares, no solo en el aula, puede tener continuidad en la calle, como a través de las redes sociales, este se conoce como ciberbullying. El acosador o acosadores someten a la víctima a una situación de humillación e indignidad que atenta contra su integridad moral, provocando un efecto lesivo. Los motivos pueden ser muy variados: ser diferentes, por aquello que dicen o hacen, por no relacionarse bien con los demás, por ser de otro país, cultura o religión, etc.
Es una realidad antigua y casi siempre se ha mantenido oculta, ha estado presente en las relaciones escolares, considerado en otros tiempos como chiquilladas. Pero en la actualidad, se ha convertido en un auténtico problema social encuadrado dentro de los delitos contra la integridad moral. Pueden crear en las víctimas sentimientos de terror, de angustia y de inferioridad, que son susceptibles de humillarles, de envilecerles y de quebrantar su resistencia física o moral. Esta realidad es muy difícil de detectar por los profesores y también por los padres, causando tanto daño o más que las agresiones físicas, provocando en el alumno un profundo estado de angustia.
Según AEPAE (Asociación Española para la Prevención del Acoso Escolar), los últimos estudios afirman que el número de estudiantes que sufren acoso escolar en España se sitúa en una horquilla entre un 9% y un 24%. Los suicidios son sólo una muestra del sufrimiento insoportable que pasan muchos alumnos en el entorno escolar. La vulnerabilidad produce depresión, angustia, ansiedad, trastornos alimentarios, insomnio, miedos, y puede conducir al menor al suicidio, pasando antes por estadios previos como la autolesión.
Los estudios nos hablan de tres factores que son decisivos para el desarrollo de modelos de agresión entre los alumnos: una actitud emotiva de los padres negativa, educando a sus hijos sin afecto y con muy poca dedicación; otro elemento a tener en cuenta es la ausencia de límites ante las conductas agresivas de los hijos; también el uso del maltrato físico y emocional para afirmar la autoridad; la sobreprotección de los hijos pueden dificultar el desarrollo de habilidades sociales, y pueden sin querer, favorecer su victimización.
En estos tiempos que vivimos, todos los centros tienen planes para la prevención del acoso escolar, pocos lo tienen contra el ciberacoso. Pero como sabemos los que nos dedicamos a la educación, los extremos, sean permisivos o autoritarios, nunca suelen ser adecuados. En nuestro mundo digitalizado y con cada vez más dispositivos tecnológicos, todos tenemos una mayor presencia en las redes sociales, también los alumnos. Las redes se han convertido en herramientas de uso cotidiano utilizadas a menudo para insultar, ridiculizar y amenazar a los compañeros.
Las instituciones educativas que tienen bien establecidas las formas de prevención y de denuncia suelen tener menos problemas de acoso y se abordan antes de que se cronifiquen. Es necesario reforzar los vínculos seguros entre profesores y alumnos y entre alumnos entre sí. Se deben marcar bien los límites y desarrollar una disciplina basada en la empatía, el afecto y el apoyo mutuo. La educación no sólo en saberes, sino en valores y en la paz contribuyen a disminuir esta lacra social.
El antídoto contra el acoso escolar es educar en la empatía, es la que hace posible la captación del sufrimiento ajeno y es el fundamento de la humanidad. Una persona que interactúa empáticamente con otra no puede actuar violentamente hacia ella, se pone en su lugar desde una actitud abierta y flexible, sin prejuzgar, intentando comprender como piensa y siente la otra persona.
Violencia y empatía son antagónicas, si educamos en la empatía, educamos en construir una sociedad menos violenta y más humana. Reconocer la situación en que se encuentra la otra persona y darse cuenta de sus sentimientos, emociones y pensamientos facilita que se le comprenda y hace que se actúe afectivamente en las conductas de ayuda o apoyo emocional. Educar en la empatía es el camino hacia una sociedad cooperativa y altruista; es educar en el respeto, la solidaridad y el libre pensamiento