OPINIóN
Actualizado 02/11/2024 09:37:06
Francisco Aguadero

El balance provisional de 202 fallecimientos, 1.900 desaparecidos, los hospitales al borde del colapso, miles de personas damnificadas, pérdida de enseres, daños materiales y económicos inmensurables, imágenes dantescas, junto con una sensación de impotencia y dolor, es lo que nos ha deparado la catástrofe acontecida en Valencia, Albacete y otras zonas de España, por motivos meteorológicos. El martes el Gobierno lo declarará oficialmente “zona catastrófica” para iniciar la reconstrucción de lo posible, al amparo de los recursos que tal categoría contempla.

Las tareas de rescate continúan, buscando el último aliento de vida entre los muchos desaparecidos, mientras que los corazones de las familias y amigos palpitan con ansiedad, esperando encontrarlos con vida. España está de luto por tres días y los españoles nos estamos preguntando cómo en un país avanzado, como es el nuestro, ha podido ocurrir una tragedia de estas magnitudes, por el alto coste de vidas humanas y por lo que ya se cataloga como la mayor tragedia habida por motivos medioambientales, tanto en lo económico como en lo humano.

El mayor y mejor reconocimiento para los equipos de emergencia, cuyos componentes arriesgan sus vidas mientras buscan salvar la de sus semejantes. Bomberos, guardias civiles, policías, protección civil, sanitarios, psicólogos, miembros de Cruz Roja y del ejército vinculados a la UME (Unidad Militar de Emergencias) en la que, para la ocasión, se ha integrado la Guardia Real. A todos ellos y a los que estando no se hayan citado aquí, vaya nuestro reconocimiento por la encomiable labor que están llevando a cabo.

Aún es tiempo de estar con las víctimas, acompañándolas en el sufrimiento y el dolor. Ayudándolas de forma solidaria en todo aquello que necesiten, ya sea material, personal y de alivio en las emociones. En estos momentos sobran las actitudes de reproches y de búsqueda de culpables. Hay que estar donde hay que estar, con las víctimas y arrimando el hombro. Olvidarse de tratar de sacar rédito político del horror y del dolor. Ya llegará el momento, cuanto más pronto mejor, para que se den explicaciones y se pidan responsabilidades políticas, judiciales y morales.

En circunstancias como estas es donde se mide el valor de la política, volcándose y poniéndose al servicio de los ciudadanos afectados. En los últimos años los españoles hemos vivido tres grandes crisis en las que se ha puesto de manifiesto que solo el potencial del Estado, con sus recursos y con la coordinación necesaria, puede hacerles frente: la pandemia de la Covid-19, la erupción volcánica de La Palma en 2021 y la catástrofe por climatología de ahora que ha incidido en Valencia, Albacete y otros puntos de la geografía española. Si a ello añadimos que, según la ciencia, los fenómenos catastróficos debido al cambio climático cada vez serán más frecuentes y virulentos, no cabe otra que potenciar los servicios públicos para hacer las oportunas prevenciones, previsiones y respuestas, que den protección y seguridad a los ciudadanos.

Al respecto, la encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) publicada el pasado día 30 de octubre, sobre "Ideología y polarización" que refleja la opinión pública, va en esa línea. Pone de manifiesto que el 66,6 % de los españoles cree que el Estado debe ser responsable del bienestar de todos. Y también indica, con la mayoría de un 57,4 %, que el Estado debería invertir más en servicios públicos, aunque esto signifique pagar más impuestos. Tomen nota los políticos y especialmente aquellos que no cesan con la retórica electoral de bajar impuestos. Porque la protección, seguridad y bienestar de los ciudadanos solo se puede sostener y financiar con los impuestos. Si no hay pago de impuestos, equitativos, no puede haber servicios públicos aceptables.

Otra de las variables sobre la que nos aporta luz la citada encuesta del CIS es en relación con el cambio climático, causante de tragedias como la que estamos viviendo. El cambio climático le preocupa a la inmensa mayoría de los españoles, al 76,2 % (sumados el 38,7 % de los que les preocupa mucho y el 37,5 % de aquellos a los que les preocupa bastante) y el 59 % está “muy de acuerdo o de acuerdo” con que se debe dar prioridad a la protección del medio ambiente, incluso si ello provocara un menor crecimiento económico o pérdida de empleos. A sí que, los negacionistas, quienes boicotean acciones amigables con el medio ambiente o quienes no hacen nada para evitar los fenómenos atmosféricos catastróficos, deberían pensárselo un poco mejor.

Ahora bien, más allá de los datos aportados por el CIS sobre la opinión pública. La realidad es que no son buenos tiempos para los servicios públicos. Una ola neoconservadora y en muchos casos ultraconservadora, recorre el mundo occidental. Uno de sus exponentes, Donald Trump, podría ganar las elecciones en Estados Unidos la próxima semana. Una posible victoria electoral que, a tenor de lo que sabemos del candidato y de sus proclamas, podría conducir a la mayor democracia del mundo hacia una dictadura, condicionando así el devenir de los próximos tiempos y le defunción de los servicios públicos. Es más, el pueblo americano votará el próximo día cinco sabiendo que Trump no acatará el resultado en el caso de que no le sea favorable. El espíritu de los trabajadores y sus naturales preferencias electorales por los programas progresistas, parece que se ha resquebrajado y una parte de ellos entran en sintonía con las opciones más neoconservadoras.

En ese contexto sociopolítico peligran los servicios públicos con vocación universal, como la sanidad o la educación, la protección y la seguridad al ciudadano. La consecuencia es que, o no se implantan o allí donde existen como servicio público se les deja deteriorar, se les asfixia económicamente, aunque más en unas comunidades autónomas que en otras, en el caso de España. Mientras, se potencia la prestación privada a la que solo una minoría puede acceder, por cuestiones sociales o económicas. Situación que se está dando en muchos países, resquebrajando así los pilares del Estado de bienestar, una de las señas de identidad de Europa.

Les dejo con Rozalén y La Cara Amable del Mundo:

https://www.youtube.com/watch?v=Gk1uegsVpA0

Aguadero@acta.es

© Francisco Aguadero Fernández, 1 de noviembre de 2024

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