La reina Isabel la Católica era una enamorada de San Juan. Por eso, siendo princesa de Asturias, incorporó el águila a su escudo de armas, que luego se convirtió en el de los Reyes Católicos. Esta ave se considera un animal sabio y clarividente, que cuando vuela mira directamente al sol, y el Evangelio de Juan es más abstracto y teológico que los otros tres. Estos días, a golpe de taladro, se retiró en Álava de la fachada del antiguo Palacio de Justicia la placa con la mencionada ave. ¿Me dirán que les recordaba el régimen del General Franco? ¿Y? Una cosa es que lo usara el general y otra que naciera con Francisco Franco.
El águila de San Juan no es franquista, ni fascista, ni comunista... es la representación de un evangelista, lo sabe cualquier persona medianamente leída y estudiada. Menos estos azotes iletrados que, haciendo honor a los talibanes, destruyen el legado histórico. Estaba datado del año 1953. La señora Garmendia, presente en el momento, definió el águila de San Juan de «anticonstitucional y, por tanto, antidemocrático», obviando, como suele ser habitual en gente que desconoce la Constitución y posiblemente nunca la hayan tenido entre sus manos, que es el escudo que figura en la primera página de la primera edición de la Constitución Española de 1978 y como no podía ser menos aprovechó el momento para atacar al Partido Popular y a Vox. De esta forma alimenta la división, el odio, la intolerancia hacia quienes piensan y sienten diferente al populismo que ellos pregonan.
En la catedral de Granada hay otro igual. ¿Por qué? Porque en el interior está la tumba de los RRCC y si tienen curiosidad y la catedral lo permite, bajo la tumba hay una pequeña cripta a la que se accede por unas escaleras. Allí se pueden observar los féretros de plomo de los cuatro miembros de la realeza, Isabel, Fernando, Juana, Felipe, y el sarcófago del nieto de los Reyes Católicos, el infante Miguel de la Paz, que murió siendo un niño.
Ser delegado del gobierno no da ciencia, proporciona un sabroso salario, nada más. Recordemos el dicho: Lo que natura no da Salamanca no presta.