OPINIóN
Actualizado 19/10/2024 11:04:19
Julio Fernández

La aparición de los Tribunales de la Santa Inquisición tiene su origen en la Plena y Baja Edad Media, desarrollándose en todo su esplendor con las monarquías absolutas. En España, se introdujo en el reinado de los Reyes Católicos, en 1478. La Santa Inquisición aplicaba terribles horrores y despiadadas torturas a las personas disidentes de la religión (herejes), a los que no profesaban la ortodoxia católica, a los hechiceros e incluso a los científicos, quemados en la hoguera inquisitorial por herejes, como Miguel Servet, que descubrió la circulación de la sangre, a pesar de que era teólogo y ser profundamente creyente.

El Tribunal del Santo Oficio, en España, siempre ha proliferado política y sociológicamente al lado del poder absoluto, de la Iglesia Católica, de la aristocracia y de los poderosos adscritos, por casta y por tradición, al poder. Es decir, el mismo caldo de cultivo en el que ha crecido y desarrollado la derecha y la ultraderecha española. El mismo que se alió con los sectores conservadores e incluso liberales (puesto que se repartían el poder, el caciquismo, la política clientelar y la corrupción) durante el siglo XIX y el primer tercio del XX hasta la llegada de la Segunda República. Y, por supuesto, esa derecha atrabiliaria, cerril y vengativa es la que aplaudió efusivamente el golpe de Estado de 1936 y al régimen franquista durante sus 4 largas décadas.

La serie de TVE titulada “las abogadas” -ambientada en los últimos años del franquismo- me ha hecho recordar la violencia que ejercía el Estado, por medio de sus aparatos policiales, sobre los que pensaban de otra forma a la oficial del Régimen. Concretamente, cuando el joven estudiante de Derecho y antifascista, Enrique Ruano, murió al caer por la ventana de un séptimo piso, los medios de comunicación franquistas apoyaron la versión de que Enrique Ruano se había suicidado después de una detención policial. Uno de los diarios más afines a la dictadura, publicó un largo artículo en el que se hablaba de las tendencias suicidas de Enrique Ruano, respaldando la tesis del suicidio como causa de la muerte. En cambio, y como todo se demostró años más tarde, Enrique Ruano falleció como consecuencia de las heridas de bala de un policía, cayendo después desde una ventana del séptimo piso. Cuenta en un artículo reciente Juan Ignacio Ruiz-Huerta, -por aquél entonces estudiante de Derecho- que el ministro de información franquista, Fraga Iribarne llamó por teléfono al domicilio de los padres del finado Enrique Ruano. Respondió la llamada Margot, hermana de Enrique, en la que Fraga dijo: “dile a tus padres que he llamado para daros el pésame… son cosas que pasan.. y tú ten cuidado porque sabemos que andas metida en líos…”. Fue una clara amenaza hacia Margot del ministro Fraga, que todos sabemos que posteriormente, en la Transición, fue el fundador de Alianza Popular, lo que hoy es el PP.

¡Qué poco han cambiado las perversas estrategias de la derecha política y mediática! Por entonces, la mayoría de la prensa estaba “comprada” por el régimen franquista; periódicos que manipulaban la información, al igual que hoy día fabrican bulos sobre los que se edifican las querellas de la derecha política contra el presidente del gobierno y el PSOE. La derecha mediática cocina las noticias falsas y los bulos en los que se ampara la derecha política para intentar derribar al gobierno y a todos los que se opongan a su ideario y doctrina, sean empresarios, políticos, abogados, jueces o magistrados. Además, actúan con un descaro sin límites, como el avinagrado portavoz del PP, Tellado, que, confiesa públicamente en una emisora de radio que “el objetivo es echar a Sánchez con todos los medios a nuestro alcance”. Yo apostillo, sean legítimos o no.

Además, ¿qué credibilidad tiene el PP para acusar de corrupción a otras formaciones políticas con la cantidad de casos de corrupción de esta formación política que se están sustanciando actualmente en los juzgados?, ¿cómo tiene la desfachatez Feijóo de acusar de corrupción al PSOE cuando en la Xunta de Galicia hay adjudicación muy sospechosa de contratos a familiares directos de Feijóo desde que accedió a la presidencia de la Xunta y cuando el mismo Feijóo mantuvo una amistad de varios años con el famoso narcotraficante Marcial Dorado, que tenía alguna empresa a quién también adjudicaba contratos la Xunta de Galicia? ¿Qué legitimidad tiene Ayuso para acusar de corrupción a otros cuando durante la pandemia fallecieron 7291 ancianos en residencias porque no quisieron sacarlos a los hospitales y, al menos, los que no pudieran salvarse, que hubieran muerto con dignidad al aplicarle paliativos que no se le pudieron aplicar en las residencias? ¿cómo puede actuar así la presidenta madrileña cuando convive con una persona (su pareja) que se ha declarado culpable de cometer delitos contra la Hacienda Pública por los que probablemente será condenado?

Los miembros del PP se creen los dueños del poder y si democráticamente se lo han quitado, maniobran, manipulan, engañan e instigan, aunque sea con la razón de la fuerza, para recuperar el poder como sea. Las palabras de Tellado son una incitación al odio para que luego algunos desalmados cometan actos de hostigamiento atentando contra la dignidad e incluso la integridad física de miembros del gobierno y cargos públicos del PSOE. Es lo que ocurrió este jueves en la Universidad de Navarra, en la que, aprovechando que el Ministro del Interior, Grande Marlaska impartía una conferencia en la Facultad de Educación, unos energúmenos persiguieron al ministro a la salida insultándole con gritos de “maricón”, “hijo de puta” y “corrupto”. Ya lo decía Tomás y Valiente, “cuidado con las palaras porque ellas preparan el camino de las balas y de las bombas”. Si los políticos del PP siguen en esta diatriba incendiaria pueden ocurrir hechos de una gravedad extrema, porque siempre hay descerebrados dispuestos a echar más gasolina a la mecha encendida y destruir al adversario.

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