Esta época del fútbol está siendo controvertida, nefasta para mí, en un tanto por ciento muy elevado las faltas que se pitan de “mano”, la mayoría dentro del área de penalti con el que se cobran posibilidades de ganar por uno a cero. Cada árbitro, memorizando en décimas las decenas de protocolos escritos a modo de 'El Quijote', reconstruye las acciones de los jugadores como si éstos fueran “polichinelas” y crea sus coreografías, bien para cargarse de razones y sancionar “manos” o al contrario para invisibilizar el movimiento horizontal, vertical, la mano mirando abajo, la mano mirando arriba, etc., un galimatías mental con el que acaban decidiendo sobre lo aleatorio, lo peor es en situaciones iguales se pitan cosas distintas.
Habiendo jugado y entrenado al fútbol, certifico que ningún futbolista, antes de jugar y jugando, quiere tocar, coger, agarrar el balón como en el rugby, deporte del que se divorció en su momento tomando esta referencia histórica y fundacional: Rugby x manos/Futbol x sin manos. Por eso, si la voluntad es que no se quieren usar las manos ¿por qué nos hemos inventado estos problemas añadidos?
Podríamos elegir un nuevo enfoque: “Todas las manos son falta”. Según mi opinión contraviene el argumento anterior porque para mí todas son “involuntarias”. Lo más sensato sería jugar sin miedo a que un balón traicionero acabe rozando mi brazo, mano, etc., cualquiera que sea mi posición defensiva necesaria para saltar, o rastrear, para contrarrestar la fortaleza del movimiento del contrario.
Sería un fútbol más ecuánime, más feliz, con menos polémicas, más justo… Definitivamente, ¡Apuesto por un fútbol “sin manos”!