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Actualizado 14/10/2024 13:50:59
Vanesa Martins

El pasado 1 de julio se sometió a la operación. Desde entonces no depende de una máquina y “puedo vivir más tranquilo y cómodo”

Francisco Rocher tiene 65 años y lleva tres meses con un nuevo riñón. Concretamente fue el día 1 de julio cuando entró en quirófano para recibirlo, pero su historia se remonta varios años atrás.

Todo empieza en mi juventud. Empecé con problemas de azúcar, con problemas de tensión y eso se fue alargando en el tiempo, no se iban controlando”, explica en esta entrevista.

Hace cinco años la situación fue a más y comenzó a recibir diálisis porquelos riñones me dejaron de funcionar”. Empezó en diálisis peritoneal, que está muy al día, y luego a raíz de una infección comenzó la hemodiálisis. Recuerda estar tranquilo. “El día que me dijeron que empezaba diálisis dije pues muy bien, me fui al bar y me tomé un par de refrescos. Estaba tranquilo, ¿para que me iba a preocupar?, explica.

Después de cuatro años y muchas pruebas que le tuvieron que hacer por si había otras complicaciones, entró en lista de espera para recibir un trasplante de riñón.

Todo fue bastante rápido y en dos meses me llamaron. Recuerdo que iba hacia diálisis, estaba aparcando el coche y me llamaron. Me dijeron que no fuera a la cita de diálisis, que fuera a la consulta”, recuerda. Había llegado un posible riñón.

Unas semanas antes hubo otra posibilidad, pero no fue factible. Esta vez, sí lo fue. “También recuerdo estar muy tranquilo. Entré y me hicieron las últimas pruebas. Me metieron en camilla y al día siguiente ya estaba trasplantado”.

Con el trasplante de riñón la vida se le ha facilitado. “Aunque yo me adapto bien a las situaciones, con el trasplante dejas de depender de una máquina y de muchos controles alimenticios y si no, tienes una vida mucho más problemática que si estás trasplantado”

Una vez realizada la operación tocaba recuperarse. “Estuve ingresado varios días porque tras el trasplante hay que ver cómo reacciona el riñón, hay veces que tarda más tiempo, yo les decía que me habían engañado y en el hospital me decían que tenía un riñón vago” cuenta entre risas.

"Ahora ya no dependo de una máquina"

“Poco a poco me fueron haciendo pruebas y las analítas salían bien, pero siempre quedan molestias. La ansiedad un poco de estar ahí 18 días metido, un poco en aislamiento, pero muy bien”. Recibió el alta y está “todo en orden”.

Ahora, desde que está trasplantado, ya no depende de una máquina. “Ahora cuando viaje por ahí no tendré que andar contactando con las clínicas para la diálisis, si hay plazas, si hay vacantes… Eso ya no, cuando esté recuperado del todo cogeré mi coche, a mi familia y a disfrutar”, comenta ilusionado.

El donante por ley es anónimo, pero tiene mucho que agradecerle. No solo al suyo, sino a todos en general.No sabemos del donante, ni de los familiares de la persona, pero hay que destacar que los equipos médicos cuando ocurre esto examinan bien el órgano para que esté en condiciones, porque si no, lo anulan completamente”.

Francisco quiere remarcar la importancia de donar. “Considero que es lo más importante, lo que nos proporciona precisamente esa posibilidad sobre los donantes. Yo cuando fallezca quiero que mis órganos puedan valer para alguien y ayudarle, que algo mío permanezca todavía después de haber fallecido. Sobre todo, quiero y tengo mucha gratitud hacia los familiares, que después de una pérdida aún tienen la valentía de donar los órganos de esa persona que ha fallecido a pesar del dolor que lleva el momento. Quiero agradecer y para mí es lo más importante, al donante y a las familias. Sin estas personas no tendríamos esta oportunidad”, concluye.

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