Nuestro rico y variado lenguaje tiene varias funciones[1] según para qué lo usemos, pero lo más importante es que debe ser vehículo de comunicación entre los seres humanos y para ello debemos utilizar un mismo lenguaje en el que las palabras y expresiones que utilicemos sean comprensibles por los demás.
¿Por qué figura en el Código Penal (Articulo 510) los delitos de odio? El odio no es un delito es un sentimiento por lo que, en todo caso, deberíamos hablar delitos causados por el odio, de las acciones realizadas a causa dicho sentimiento como el maltrato de inmigrantes, las acciones violentas de antisemitismo, racismo o xenofobia. También resulta confuso hablar Ley de Memoria Histórica, porque la memoria sólo puede actuar sobre algo ya sucedido, es decir, que ya forma parte de la historia con lo que toda memoria es histórica.
Aunque el lenguaje es algo vivo y cambia a través del tiempo (hay palabras nuevas, palabras que desparecen y otras que modifican su significado), la Real Academia de la Lengua Española, a la que no solemos prestar mucha atención, tiene como misión vigilar su correcto uso.
Según esta institución ‘Mentira’ es una expresión o manifestación contraria a lo que se sabe, se cree o se piensa. ‘Calumnia’ es una acusación falsa, hecha maliciosamente para causar daño. Y también dice que ‘Invasión’ es Irrumpir, entrar por la fuerza y ‘Genocidio’ es el exterminio o eliminación sistemática de un grupo humano por motivo de raza, etnia, religión, política o nacionalidad. Todas estas palabras están lamentablemente de plena actualidad, pero parece que no significan lo mismo para todos y con ello la comunicación se complica.
Algunos de políticos, funcionario públicos y ciudadanos también mienten y calumnian, pero cuando les afectan a ellos no lo llaman así, recurren a ciertos eufemismos como ‘faltar a la verdad’ y otras expresiones confusas. Cuando estábamos en plena crisis económica en 2007, Zapatero hablaba de ‘desaceleración transitoria’. Cuando con nuestro dinero tuvimos que rescatar a los bancos, Rajoy se refiero a ello como ‘línea de crédito (que, por cierto, nunca nos devolvieron). Cuando durante la pandemia fuimos obligados a permanecer en nuestras casas ni Pedro Sánchez ni siquiera la audaz Isabel Ayudo lo definieron como toque de queda sino como ‘restricción de movilidad’. A los peajes en ciertas las autovías, el entonces Secretario General de Infraestructuras Sergio Vázquez, los denominó ‘sistema de tarificación’. Cuando un partido político quiere transmitir la idea de que su interés es defender los derechos de ciudadanos dicen ser ‘progresistas’ porque el ‘populismo’ es de repúblicas bananeras. Y a toda esta saturación de eufemismos y expresiones confusas que sustituyen a las palabras sencillas, claras y precisas parece que nos hemos acostumbrado y claro, cada vez entendemos menos lo que está pasando.
Por eso hoy Putin puede llamar a su invasión de Ucrania una ‘operación militar especial’ y el Primer Ministro israelí, Netanyahu, elevar a la categoría de ‘Guerra de la Resurrección’ a lo que en un primer momento fue un acto de defensa propia por el atroz y cruel atentado de Hamas en su territorio. Y uno de pregunta ¿de la resurrección de quién?, porque lo que se está produciendo es una aniquilación sistemática del pueblo palestino, vamos lo que sin eufemismo se llamaría un genocidio.
Porque el Gobierno de Israel, con la complicidad de su único aliado, Estados Unidos, lleva incumpliendo todas las resoluciones de las Naciones Unidas desde el mismo año de su constitución hace ya más de 75 años, y también vulnerando prácticamente todos los artículos de los Convenios de Ginebra sobre protección de las personas civiles en tiempo de guerra, convenios que firmó en 1949 y fueron ratificados por su gobierno en 1951. Las víctimas del holocausto son ahora verdugos de otro.
El Gobierno de Israel no utiliza contra los palestinos únicamente armas convencionales, carros o misiles, también utiliza el miedo, el hambre, la sed, la falta de medicamentos, la destrucción de infraestructuras, energéticas, sanitarias y educativas, justificándolo siempre como edificios en los que se ocultan terroristas de Hamas. Y ahora invade territorio de otro país soberano (¿?) como es Líbano porque allí quiere exterminar a Hezbollah. ¿Se imaginan que el Gobierno español, cuando se luchaba contra ETA, hubiera bombardeado con misiles el País Vasco o entrado con carros de combate en sus ciudades, incluso en algunas del sur de Francia donde se ocultaban terroristas?
El filósofo, escritor y periodista, miembro de la Real Academia francesa, Jean-François Revel pensaba que ‘El club con más socios del mundo es el de los enemigos de los genocidios pasados. Sólo tiene el mismo número de miembros el club de los amigos de los genocidios hoy en curso’.
La situación en Ucrania, Palestina y otros muchos lugares son un sin sentido que pocos pueden llegar a comprender si tergiversamos a nuestro interés las palabras y también si desconocemos la Historia. Antonio Muñoz Molina finaliza su estupendo libro ‘Todo lo que era sólido’ con las siguientes palabras: Después de tantas alucinaciones, quizá sólo ahora hemos llegado a la edad de la razón. Ojalá no se demore mucho en llegar.
[1] Referencial, emotiva, apelativa, fática, metalingüística y poética