OPINIóN
Actualizado 09/10/2024 08:04:43
Fermín González

"No camines delante de mí, puede que no te siga. No camines detrás de mí, puede que no te guíe. Camina junto a mí y se mi amigo" (Albert Camus)

Género, es una palabra que, en todos los medios, foros, tertulias, entrevistas etcetera, se pronuncia, con una facilidad, se pone de manifiesto y en tela de juicio con un excesivo conocimiento del mismo, más aun cuando se trata en casos lamentablemente de violencia machista, de agresiones sexuales, fuera o dentro del entorno familiar, así como otros factores vengativos contra mujeres, que se producen en nuestro entorno. Y, oigo en muchas ocasiones hablar del género, y me temo muy mucho, que algunos/as, se enredan en el vocablo, sin saber discernir, el como el donde y él porque del mismo.- O eso me parece a mí-

La Revolución Francesa de 1789 y los demás movimientos liberales, promovidos y encabezados por la burguesía con el objetivo de derrocar la aristocracia, tuvieron como objetivo el logro de la igualdad jurídica, así como de la libertad y derechos políticos ante el Antiguo Régimen. No obstante, las conquistas de dicho hitos históricos plasmados en los “Derechos del Hombre y el Ciudadano” se referían únicamente al hombre, lo que relegaba al anonimato a gran parte de personas del conjunto de seres humanos, entre las que destacaban las mujeres. Esto dio lugar a la lucha del primer feminismo el que, originado en Europa (Francia e Inglaterra).

Fueron los movimientos de las sufragistas, en los siglos XIX y XX, los que provocaron la continuidad de las luchas reivindicativas de las mujeres, esta vez para lograr ser consideradas como sujetos capaces para votar. Si bien las mujeres siempre habían desempeñado trabajos fuera del hogar, aunque se consideraban como complementarios de las labores hogareñas, ya fuera en los campos, en la producción artesanal y hasta en industrias como la textil. Sin embargo, es en el escenario de las dos grandes guerras mundiales que las mujeres ocupan los lugares de los hombres que iban a los frentes de batalla, tanto en la producción general como en la industria pesada. Cuando terminan las guerras, las mujeres ya conocían sus capacidades para desempeñarse en la esfera social y comienzan a defender sus derechos para incorporarse a la misma.

En consecuencia, es a partir de mediados del siglo XX que el concepto de género se usa con distintas acepciones, dependiendo de la época y el lugar, esto da lugar a que se le tipifique como una categoría histórica que da presencia a las mujeres en el escenario social. El género es una categoría dinámica; por lo tanto, ha evolucionado y definirlo implica considerar de qué manera se ha empleado, o sea qué significados se le han dado. Así es que una primera acepción es cuando se habla de mujeres –en especial– y de hombres, según la visión binaria del sexo. El segundo significado se refiere a la libertad de construir el yo social, atendiendo el origen que ha movilizado a través de varias décadas a muchas mujeres y a ciertos hombres, pensando en la posibilidad de una vida justa para ambos.

El laberinto cultural ha sido abierto. Aunque creado por la tradición a partir de las diferencias sexuales que ha hecho jefes a los hombres y subordinadas a las mujeres, lo que les ha restado derechos, al argumentar que esas diferencias son naturales, no pueden ser modificadas. No obstante, a partir de entender que dichas diferencias son establecidas por la cultura y ésta es dinámica -al cambiar según los contextos temporales y espaciales-, los significados pueden ser cuestionados y modificados.

Unir la disposición de mujeres y de hombres para que la realidad, antagónico acabe, fuera replicar el acuerdo de colaboración entre Teseo y Ariadna, ya que él contó con el hilo que le proporcionó ella, y así logró salir del laberinto. Luchar contra el minotauro de la tradición es tarea de ambos; sólo así se vencerá la imposibilidad de abandonar los pasadizos del laberinto cultural, tapiados por la ignorancia. El derecho a una vida digna y libre de violencia es un trabajo inteligente de todos los seres humanos, ¿acaso Teseo y Ariadna no se pusieron de acuerdo para vencer el minotauro?.

No es cuestión de lucir términos de un léxico que, por origen, es ajeno. Lo que queda por delante, es una tarea reivindicativa ardua; en la que el pensamiento intuitivo primero, debe complementarse después con el pensamiento crítico, tanto en las mujeres, como en los hombres. Ya que, en todos los estratos sociales, razas, contextos laborales, el quehacer político demanda el empleo honesto de la categoría de género y los conceptos que se relacionan con el mismo, como perspectiva, igualdad y equidad.

¿Se podrá? Según la leyenda, el minotauro era invencible y el laberinto en que vivía, quien entraba no lo podía abandonar y era devorado por la bestia. No obstante, ya sabemos cómo acaba la historia. Lo que cabe es accionar nuestras mentes, para saber qué juego nos imponen y qué estrategias idear para no resultar vencidas.

Fermín González, salamancartvaldia.es, blog taurinerias

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