El cobro del canon permite al municipio mantener una residencia para sus mayores y tener todos los servicios que un pueblo pequeño puede ofrecer
Almendra es uno de los municipios cuya historia cambió en la década de los 60 con la presa construida por la entonces Iberduero y a la cual le da nombre. Es sin duda una de las infraestructuras hidráulicas más importantes del siglo XX, capaz de embalsar 2.649 hm3 de agua para abastecer seis grupos generadores de la central hidroeléctrica situada en Villarino y con la que se comunica a través de un túnel de 15 kilómetros de longitud y 7,5 metros de ancho. En su conjunto, esta infraestructura presenta 882 MW de potencia instalada con capacidad de ofrecer energía verde a casi 584.500 hogares en España.
La presa de Almendra tiene una bóveda de 202 metros de altura y una longitud de 1.262 metros, a la que se unen sendos diques a sus dos extremos conformando una longitud total de presa de más de 4 kilómetros. Su recula supera los 35 kilómetros, llegando hasta el municipio de Ledesma.
Esta megaestructura, situada sobre la cuenca del río Tormes, fue concebida para regular y aprovechar el agua de este río, pero también para aprovechar el caudal excedente del río Duero regulado por la presa de Aldeadávila, función que realiza a través de la central hidroeléctrica de Villarino por medio de sus generadores-bomba tipo Francis, pues cabe señalar que el desagüe de esta vierte al cauce del Duero. Es por ello que este ‘coloso’ de la ingeniería hidroeléctrica es visitado cada año por miles de personas, aunque cabe señalar que sus posibilidades turísticas están por explotar.
Pero además del aprovechamiento eléctrico, a partir de mediados de los años 90 del siglo pasado, la presa de Almendra se convirtió en el ‘depósito’ de agua de las localidades situadas en ambos márgenes. En la actualidad, más de 135 municipios de Salamanca y Zamora se abastecen de la presa de Almendra.
Su construcción tuvo como primera consecuencia para los vecinos de Almendra la pérdida de 600 hectáreas de sus tierras, pero también el nacimiento de negocios en torno a los trabajadores de la obra alojados en barracones y viviendas situadas bajo el dique de presa, pero esto último pasó muy pronto.
Como consecuencia de la ocupación de terrenos, a primeros de este nuevo siglo los pueblos afectados por sus aguas comenzaron a recibir un canon de acuerdo a las tierras anegadas. En el caso de Almendra 160.000 euros que facilitan la mejora de servicios y creación de infraestructuras, una pequeña renta por su contribución al desarrollo de nuestro país durante seis décadas.
A cambio de sus terrenos para facilitar la producción de energía verde, y como recuerda el alcalde de la localidad, Alejandro Benito, los vecinos de Almendra tienen todas sus calles asfaltadas, pueden disfrutar de una pequeña residencia para sus mayores, de piscinas municipales, wifi en edificios públicos, fibra, tienda, restaurante, consultorio médico y hasta un parking de autocaravanas, ofreciendo así “todos los servicios que un pequeño pueblo puede tener”.
Pero además, Almendra ofrece tranquilidad, un reclamo muy apreciado para aquellos que huyen de las prisas y del ruido, y que quieren reducir el estrés. Además del senderismo, con paisajes sobrecogedores como los que ofrece el Tormes aguas abajo de la presa, los aficionados a la pesca también encontrarán en este embalse un extraordinario escenario. Sobre las posibilidades de este como recurso turístico, el nivel del agua fluctúa de año en año incluso de estación en estación, por lo que perjudica la creación de instalaciones fijas como embarcaderos y edificios para servicios hosteleros, aunque solo es cuestión de tiempo que alguien encuentre la fórmula para aprovechar sus aguas y muestre su bóveda de 202 metros de altura como un gigantesco mirador al curso de un Tormes encañonado aquí por sus arribes.
Pie de foto: Su bóveda mide 202 metros de altura y la longitud del dique sobrepasa los 4 kilómetros / CORRAL