OPINIóN
Actualizado 05/10/2024 09:08:48
Francisco Aguadero

La inmigración se ha convertido en el principal problema del país para los españoles, según el avance de resultados del estudio 3474 “Barómetro de septiembre 2024” del CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas) Sumando aquellas personas (sujetos de la muestra) que piensan que es uno de los tres problemas más importantes del país, el porcentaje alcanza el 30,4% de los encuestados. Tendríamos que remontarnos al 2007 y en plena crisis de los cayucos, para encontrar cifras parecidas.

Una subida vertiginosa entre las preocupaciones de los ciudadanos españoles, pasando del noveno puesto al primero y en solo tres meses, por delante de la economía, el paro, la vivienda o las desigualdades de género. Superando incluso al segundo en la lista, cuales son “los problemas políticos”, tantas veces denunciados en esta columna. Hay que tener en cuenta, no obstante, que se trata de percepciones puestas de manifiesto por los entrevistados y que, como tales, pueden responder o no a la realidad contrastada. En cualquier caso, el estudio muestra la evolución que ha tenido la opinión de los españoles respecto de la inmigración en los últimos meses.

Preocupaciones de los españoles que no distan mucho de las del resto de los europeos y de otros muchos países. Según la encuesta del Eurobarómetro, realizada tras las elecciones del pasado 9 de junio, la gran preocupación del 42% de los europeos son la inflación y el coste de la vida, así como la coyuntura financiera para el 41%. La inmigración queda más abajo en la lista, pero esta está condicionando la política en Europa. ¿A qué se debe tal cambio en las percepciones de los españoles sobre la inmigración? Más adelante hablaremos de ello, ahora acerquémonos al concepto de “migración” y sus derivadas.

Desde la antigüedad, el ser humano ha estado en constante tránsito de un lado para otro y por diversas causas o motivos. Algunas personas emigran por voluntad propia, en busca de trabajo u oportunidades económicas, para su desarrollo personal o profesional, para estudiar o para reunirse con sus familiares. Pero otras se desplazan por necesidad. Así, la violencia ha sido el histórico y principal motivo de huida. Muchos emigran por cuestiones sociales y políticas, para escapar de conflictos armados, persecuciones, terrorismo, violaciones de los derechos humanos, abusos o discriminación. Ahora, también los efectos adversos del cambio climático, desastres naturales u otros factores ambientales, son motivo de desplazamientos y huidas. En el 2020, el cambio climático provocó que 30,7 millones de personas perdieran sus hogares y tuvieran que refugiarse en otras zonas de sus países, inmigración interna.

Según las últimas estimaciones, elaboradas por la División de Población en 2020, el número de migrantes internacionales en todo el mundo alcanzó los 281 millones. De ellos, las mujeres constituyen el 48%, casi tres de cada cuatro tenían entre 20 y 64 años, y 41 millones eran menores de 20 años. La mayoría de los migrantes internacionales se encuentran en Asia y Europa con el 31%, respectivamente, seguidos de América del Norte con el 21%, África con el 9%, América Latina y el Caribe con el 5% y Oceanía con el 3%.

Por su parte, el Proyecto Migrantes Desaparecidos de la Organización Internacional de Migraciones (OIM) estima que desde 2014 se han registrado más de 63.000 muertes de migrantes en todo el mundo. Siendo la ruta migratoria más mortífera la del Mediterráneo central, en la que han perdido la vida al menos 22.871 personas. Por otro lado, la ruta migratoria terrestre más letal del mundo es la frontera entre Estados Unidos y México.

Todos ellos son datos y realidades que vienen a confirmar el hecho de que las migraciones son un tema de máximo interés en el estudio de la geografía humana, los acontecimientos históricos y los movimientos sociales, así como de investigación en la antropología y las ciencias sociales, donde entendemos las migraciones como el desplazamiento temporal o permanente de personas. Los flujos migratorios generan un proceso de emigración, cuando se deja el lugar de origen, y otro de inmigración, cuando se llega al lugar de destino, por consiguiente, la persona es emigrante de su país e inmigrante en el país al que llega.

Tal vez por eso, por el alto interés que tienen las migraciones, en diciembre de 2000, la Asamblea General de Naciones Unidas proclamó el 18 de diciembre como el “Día Internacional del Migrante”. Ese mismo día, pero de 1990, la Asamblea había adoptado la Convención Internacional sobre la protección de los derechos de todos los trabajadores migratorios y de sus familiares.

Más adelante, en diciembre de 2018, y en una conferencia intergubernamental sobre migración internacional celebrada en Marrakech (Marruecos) los Estados miembros de las Naciones Unidas (ONU) adoptaron el Pacto Mundial para la Migración Segura, Ordenada y Regular. Pacto que abarca todas las dimensiones de la migración internacional, reflejadas en un documento, no vinculante, que respeta el derecho soberano de los Estados a determinar quién entra y permanece en su territorio, a la vez que promueve el compromiso con la cooperación internacional en materia de migración. El Pacto pretende mejorar la gobernanza de la migración, abordar los retos asociados a la migración actual y reforzar la contribución de las personas migrantes y la migración al desarrollo sostenible.

Por su parte, la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, configurada por Naciones Unidas, reconoce la positiva contribución de las personas migrantes al crecimiento inclusivo y al desarrollo sostenible. La meta 10.7 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) insta a los países a "facilitar la migración y la movilidad ordenadas, seguras, regulares y responsables de las personas, incluso mediante la aplicación de políticas migratorias planificadas y bien gestionadas".

Por lo visto hasta aquí, la migración es un fenómeno de todos los tiempos, imparable, permeado por los derechos humanos, que en su vertiente de inmigración puede traer algún problema de convivencia, integración o discriminación, pero que con una buena política migratoria, bien planificada y gestionada, con acuerdos migratorios, arroja un saldo positivo para la sociedad en general y especialmente para el país de recepción con la aportación de mano de obra necesaria, el rejuvenecimiento de la población y el enriquecimiento cultural. Son los inmigrantes quienes, mayormente, cuidan de nuestros mayores, atienden los servicios, realizan los trabajos más duros, contribuyen a enriquecer la pirámide de población..., (hay datos positivos de todo ello que no traigo aquí para no abrumar, pero que el lector puede consultar) Aun así, para unos los inmigrantes son el problema, para otros son la solución.

Retomamos el interrogante que dejamos más arriba sobre ¿a qué se debe la escalada de la percepción negativa sobre la presencia de inmigrantes? La respuesta no es única y va más allá del territorio español porque es un fenómeno, el de la inmigración, que parece se ha puesto de moda, siendo uno de los temas centrales de campañas políticas llevadas a cabo por algunas derechas y por la ultraderecha que avanza por todas partes, así como en campañas electorales como la que se está dando actualmente en Estados Unidos.

Estudiosos y analistas coinciden en que esa percepción negativa sobre la inmigración que se manifiesta en las encuestas, es un indicativo de que el discurso del odio contra el inmigrante que proyectan algunos partidos y algunos políticos está calando en la población. España ha sido un país de emigración. La mayoría hemos sido migrantes y algunos, como quien suscribe, en la doble modalidad de interno e internacional. Que cada uno mire a su alrededor y saque sus propias conclusiones.

Escuchemos El Emigrante con varias voces y Juanito Valderrama:

https://www.youtube.com/watch?v=qNng7WB0Y0Q

Aguadero@acta.es

© Francisco Aguadero Fernández, 4 de octubre de 2024

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