OPINIóN
Actualizado 25/09/2024 11:31:05
Alberto San Segundo

Don Miguel de Cervantes nació el 29 de septiembre de 1547, hace, pues, cuatrocientos setenta y siete años, y aunque la cifra es todo menos redonda, he querido que fuera hoy, a escasos dos días de la muy poco remarcable efeméride, el día en que les hablara aquí de una reciente y muy singular edición de su imperecedera obra mayor, El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha.

El 15 de mayo pasado, la editorial Destino, en su legendaria colección Áncora y Delfín, presentó, reunidos en un atractivo cofre, dos libros que recogen otras tantas “versiones” -vamos, por ahora, a llamarlas así- de la novela. Con un total de 2.056 páginas, la publicación incorpora, en su primer volumen, el texto “canónico” del libro -o al menos uno de ellos, el de la edición de Alberto Blecua para Austral- y, en el segundo, la sorprendente “traducción” moderna al castellano actual llevada a cabo por Andrés Trapiello en 2015.

Como se puede comprender teniendo en cuenta la obra de la que les hablo, mi recomendación de esta semana no necesita demasiado énfasis ni especial entusiasmo en su defensa, puesto que se trata de un título tan leído, tan ensalzado, tan estudiado, tan indiscutible, tan unánimemente valorado que no requiere comentario, presentación, recordatorio, glosa, sugerencia o consejo alguno que puedan aportar un ápice de valor a la ingente cantidad de escritos y textos y reflexiones e ideas ya vertidos, a lo largo de sus más de cuatrocientos años de vida, sobre él, el gran título de referencia de la literatura española y aun de la universal. Limitaré, pues, mi reseña a comentarles algunas singularidades de esta novedosa última edición, deteniéndome especialmente en la atrevida apuesta de Trapiello que complementa la ya consolidada desde hace siglos.

En 2015, aprovechando el cuarto centenario de la publicación de la segunda parte del libro, cuya dedicatoria al Conde de Lemos aparece fechada el último día de octubre de 1615, Andrés Trapiello, que a lo largo de su dilatada carrera como escritor ya había dado muestras de un enorme interés, un profundo conocimiento y una apasionada dedicación a la obra cervantina, con numerosas publicaciones de inspiración quijotesca, presentó su “traducción” de Don Quijote de la Mancha a nuestra lengua de hoy (puesto al castellano actual íntegra y fielmente, en la expresión del autor… ¿autor?).

El escritor leonés entregó catorce años de su vida a verter el libro a nuestra lengua cotidiana, bien que simultaneando la tarea con otras -muchas- notables actividades: diarios, novelas, ensayos, poemas. Un castellano que mantiene los rasgos estilísticos, los juegos literarios, las referencias, el humor y todas las claves de la obra originaria, así como la voz genuina de los personajes, pero haciéndolos comprensibles, accesibles al lector de nuestros días. No se olvide que, como indica en la obra Sansón Carrasco, la historia que el Quijote narra es tan clara que no hay nada en ella que resulte difícil: los niños la manosean, los mozos la leen, los hombres la entienden y los viejos la celebran, y esa claridad no era perceptible hasta ahora más que para el académico y el experto, el estudioso, el investigador y el erudito. El trabajo del “traductor”, minucioso y lleno de rigor, le ha llevado a manejar decenas de posibilidades en cada caso antes de dar con el término preciso que conciliara la fidelidad al espíritu primigenio del libro con la adecuación a la lengua de hoy. Para dar prueba de la complejidad y dificultad de esa labor baste el ejemplo de la opción escogida para sustituir, en el conocido comienzo del libro: En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, esta última expresión, “lanza en astillero”. Trapiello elige “ya olvidada” en 2015, “ya en espera”, en la reedición de 2019, y “en ristre”, en la actual, de entre decenas de alternativas manejadas, tras innumerables consultas de documentos, archivos y estudios varios y conversaciones con destacados expertos.

Más allá de las muchas dudas que suscita el proyecto (¿había necesidad de “traducir” el Quijote?, ¿son oportunas todas las propuestas ofrecidas por el “intérprete”?; para la respuesta a estas y otras preguntas les remito a los esclarecedores prólogos del propio autor y a las también muy ilustrativas palabras preliminares de Mario Vargas Llosa, en los que se presentan “algunas razones” que explican y justifican la arriesgada aventura), les diré que el Don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes Saavedra resuena en esta edición con toda su frescura, con todo su ingenio, con toda su profundidad, con todos sus registros, con toda su “música”, con toda su sabiduría -libresca y vital-, con toda su humanidad, con todos los rasgos que han hecho de él una magna creación del espíritu humano.

¡Ya no hay excusa -nunca la ha habido, en realidad- para no leer el Quijote!

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Miguel de Cervantes. El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha. Editorial Destino. Barcelona, 2015. 2056 páginas. 49.90 euros

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