Con ningún ánimo de engrosar la lista de periodistas considerados faltones por el gabinete del ministro de Transportes, es un hecho que Óscar Puente es ya el ‘coco’ que toda ciudad de enjundia necesita. Un gran molino de viento -y de Valladolid-, al que embestir, y muchas veces con razón. A la preocupación de los vecinos de Salamanca por el ruido exterior, la delincuencia o la contaminación, se suma la diaria contienda que Puente parece librar contra la localidad. Ya empezábamos 2024 con el ministro más dicharachero desincentivando protestas ciudadanas, al prometer una cuarta frecuencia rápida de tren con Madrid para el primer trimestre del año… Algo que se convirtió en realidad a finales de julio.
La semana pasada, conocíamos la última: la futura conexión ferroviaria entre Madrid y Lisboa no pasará por esta ciudad, sino por Badajoz. Durante años, la principal vía entre Madrid y Lisboa fue precisamente a través de Salamanca, hasta que en 2020, en plena pandemia, se suspendió el servicio del tren Lusitania que unía ambas capitales por esta ruta.
Con esta decisión, no solo se rompe el puente ferroviario internacional, sino que también una oportunidad crucial para fomentar el desarrollo económico de la ciudad a través del tráfico de mercancías. Si es que, como admitió el propio ministro, hasta Portugal tiene interés en la conexión Lisboa-Salamanca pensando en el flujo comercial hacia Europa. No así el gobierno español de Pedro Sánchez.
Se esfumará entonces otra oportunidad para que el exalcalde de Valladolid pueda desmontar el ‘mito’ de su profunda inquina con la ciudad del Tormes. Algo, que como todos sabemos, compensará con la pronta apertura de quinta frecuencia de alta velocidad a Madrid. En fin.