OPINIóN
Actualizado 21/09/2024 07:59:57
Julio Fernández

Feijóo pasará a la historia por ser el líder del PP más incoherente, incongruente, zafio y oscuro en su proceder que haya tenido hasta le fecha el principal partido de la oposición. Además, su incompetencia política y la maldad intrínseca que predica, confirman lo que muchos tertulianos y analistas políticos esbozan en los medios de comunicación. Mariola Urrea, en la Cadena Ser manifiesta, sin rubor, que todo lo que está pasando en el PP es porque Feijóo tiene “poca talla política”, a lo que le responde Javier Aroca que, efectivamente tiene “poca talla”, pero “mucha tralla” y califica las actuaciones de Feijóo como “la política estrafalaria del tiroteo constante” y apostillo yo que con el ánimo de destruir siempre, nunca de construir, cooperar, dialogar, reflexionar serenamente, que es la esencia de la buena política, la de consenso, la que engrandece a los gobiernos, pero también a quienes ejercen la oposición.

Las vicisitudes de la semana política de la oposición son las tan estridentes y esperpénticas como insólitas e incoherentes actuaciones de Feijóo, quién, metafóricamente hablando, en un ring de pelea política no resistiría ni un asalto a cualquier politólogo coherente y tertuliano serio e ilustraré, como siempre, con ejemplos, para argumentar mis afirmaciones.

La semana que ahora termina comenzó con el nombramiento, por parte de la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen, de Teresa Ribera como vicepresidenta primera de la Comisión Europea, vicepresidenta de Competencia y Transición Verde, que además será vicepresidenta ejecutiva. Los más prestigiosos medios de comunicación europeos califican este nombramiento como “el cargo con más poder de la Unión Europea”. Periódicos como el británico The Guardiano o el italiano La Stampa afirman que “España es el país que más ha ganado en el reparto” –referido a los cargos europeos después de las elecciones al parlamento europeo- . En España, como es lógico, también hay satisfacción por el nombramiento, incluso algunos mandatarios del PP lo reconocen en privado, aunque no se atrevan a decirlo públicamente y en ámbitos empresariales. José Ignacio Sánchez Galán, presidente ejecutivo del Grupo Iberdrola ha manifestado públicamente su satisfacción por el nombramiento de una mujer tan competente como la actual ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico del gobierno de España.

Y ante ello, ¿qué ha dicho el PP con Feijóo a la cabeza? Pues que no apoyan ese nombramiento. Ni que decir tiene que es sabido que el nombramiento ha generado sarpullidos de rabia e indignación en las filas populares, porque reconocen, en privado, que Von der Leyen les ha metido un gol por toda la escuadra, más explosivo aún que el que metió Lamine Yamal a Francia en la pasada Eurocopa, que ganamos. Claro, eso lo merecen personas técnica y políticamente competentes, ¡aprenda algo señora Ayuso! Y, usted, señor Feijóo, ¡céntrese, no sea tan estrafalario y atrabiliario, aunque eso le pueda costar el puesto, ya sabe que Ayuso le ejerce un marcaje implacable! Y usted, señor Tellado, ¡hágale caso a Félix Bolaños y acuda al peluquero del ministro!, estoy seguro que tendrá mejor imagen y no tan avinagrada como la que ofrece en el Congreso semanalmente y ante los medios de comunicación.

Otra de las vicisitudes semanales de Feijóo y el PP -más parecido a las actuaciones del ejército de Pancho Villa que de una formación seria que ejerce la oposición política en un país- ha sido la visita que Feijóo ha realizado a la primera ministra italiana, Meloni, en Roma, para ensalzar la estrategia de la política migratoria de la mandataria de la ultraderecha italiana. Sabemos que la estrategia de Meloni con la política migratoria está siendo el confinamiento de los migrantes que llegan a las costas italianas en países tan poco respetuosos con los derechos humanos, como Túnez o Libia o a un centro creado en Albania (país no perteneciente a la UE) para tal fin. Feijóo, en la rueda de prensa posterior a la reunión con la mandataria italiana dijo que esa es la política buena de inmigración y que la de su país (España) es la mala.

No obstante, cuando algún periodista le preguntó directamente si esa medida tan controvertida con los inmigrantes de enviarlos a un tercer país lo haría en España y qué opinaba, Feijóo enmudeció y no quiso opinar. Claro, cosas de “zorrería política” a las que tan acostumbrados nos tiene Feijóo, que con su apoyo a las política migratorias de Meloni, se está alineando con las posiciones más extremistas, más ultras y de mayor violación a los derechos humanos de las personas que -por la tétrica situación social, política y económica de sus países de origen- tienen que emigrar en búsqueda de un mundo mejor; en búsqueda de eso, y nosotros, los europeos, los necesitamos; no emigran, como intoxica la derecha y la ultraderecha (que está muy unida en esto) para delinquir. ¡Qué pena! Lo más grave es que Feijóo está actuando así para intentar contrarrestar el éxito en política exterior que está teniendo el gobierno español, algo que escuece profundamente a los líderes de esta derecha cavernaria.

Incluso, como consecuencia de ello, están las declaraciones -no sólo estrafalarias y de deslealtad profunda con el gobierno español, sino también presuntamente delictivas- realizadas por González Pons, que acusa al gobierno español de “complicidad” e incluso de “cooperación necesaria” con el golpe de Estado de Maduro en las últimas elecciones de aquél país, cuando Edmundo González ha sido acogido como refugiado político en España por el gobierno e incluso el mismo Edmundo González ha dicho que nunca fue coaccionado ni por el gobierno ni por el embajador español en Caracas; algo que también ha ratificado el abogado del líder venezolano.

Y el colmo de la indecencia lo ha provocado también el PP obligando a votar en el Parlamento Europeo una declaración para instar a la UE al reconocimiento de Edmundo González como presidente de Venezuela, una declaración meramente testimonial aprobada por el grupo parlamentario popular europeo apoyado por los grupos de ultraderecha el Parlamento Europeo. Se rechazó, en cambio lo de instar a los estados miembros de la UE al reconocimiento individual en cada país. Con ello, el PP español ha convertido el Parlamento Europeo es un plató de televisión y no en una institución cuyo objetivo sean los intereses de los ciudadanos de la UE y la mejora de sus condiciones de vida. Y todo ello lo hace el PP de Feijóo con el único fin de derrocar, como sea, al gobierno de Sánchez. Dado que en el PP conocen que la economía española va estupendamente, ya no saben cómo atacar al gobierno de Sánchez; por ello, cualquier argumento -legítimo o no, ético o deplorable- es adecuado para conseguir su ansiado fin de derrocar al gobierno. La obsesión enfermiza y la ansiedad de Feijóo por acceder al poder cuanto antes para que en su partido no lo “liquiden”, son clamorosas.

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