Conocida por varias generaciones de vecinos, llega a la jubilación tras 52 años de total dedicación a familia y negocio. Repasamos su vida y algunos detalles que guarda en imágenes
Solo con pronunciar su nombre ya supone esbozar una sonrisa para generaciones de peñarandinos y vecinos de la comarca, además de elevar la mirada y no parar de recordar. Y es que María Teresa Madrid, la eterna sonrisa detrás de un servicial mostrador, el ofrecimiento de ese pan tan auténtico y la cercanía que ofrece la tienda de barrio, ha colgado las botas después de 52 años de total y absoluta dedicación a un oficio familiar que perdurará sin duda.
Un final, que abre la puerta a una más que merecida jubilación que Mari Tere, como todo el mundo la conoce, aún emocionada, está situando como su nueva realidad. “Estoy un poco desubicada, sobre todo en los horarios, ya que el despertador sonaba a las siete de la mañana…ahora suena a las nueve y parece algo raro que incluso algún día me lleva a levantarme sobresaltada pensando en que no me dará tiempo a hacer todo lo que quiero…el chip le tengo todavía en activo, me iré haciendo poco a poco seguro, pero cuesta y mucho”.