OPINIóN
Actualizado 23/08/2024 15:28:33
Julio Fernández

La muerte del niño de 15 años, de Mocejón (Toledo) hace unos días, a manos de un joven de 20 años, ha provocado una ola de xenofobia, sin precedentes, por parte de sectores sociales y políticos ultraconservadores y profundamente reaccionarios. El joven, presuntamente autor de los hechos, al parecer, podría padecer cierta anomalía psíquica, que puede ser total, que le impida al sujeto comprender totalmente la ilicitud del hecho y, en consecuencia, no podría ser declarado culpable, no pudiéndose imponer una pena, aunque sí una medida de seguridad de internamiento en centro psiquiátrico; o parcial, en cuyo caso, habría culpabilidad atenuada y se le podría imponer pena privativa de libertad, aunque inferior a la que se le condenaría si fuera plenamente imputable.

Quienes realizan estas conductas de señalar públicamente a personas -por su origen, raza u otra condición- como presuntos responsables de actos delictivos, intentando, por todos los medios, identificar inseguridad ciudadana e inmigración, lejos de ejercer su libertad de expresión, a mi juicio, pueden estar fomentando, promoviendo o incitando, directa o indirectamente, el odio, la hostilidad, la discriminación o la violencia hacia esas personas vulnerables y, por consiguiente, podrían ser conductas penalmente relevantes y ser perseguidas y sus responsables condenados por delitos de odio previstos en el artículo 510 del Código Penal. “Calumnia, que algo queda…”, o “una mentira contada cien veces, se convierte en verdad…”, son expresiones que se han acuñado y que quienes quieren divulgar bulos las conocen muy bien. Son técnicas que ya utilizaban, entre otros, el ministro de propaganda nazi, Joseph Goebbels, y que utilizan, sin pudor, sectores ultras en la actualidad, desde el entorno de Trump y su contagio hacia países europeos, como España; protegidos, además, por el anonimato que les ofrecen las nuevas tecnologías de la información y la comunicación.

Este tipo de conductas provoca que muchos de los fieles seguidores de quienes las realizan, sigan sus recomendaciones, lo que puede tener consecuencias funestas y letales para esas personas o grupos, que pueden sufrir discriminación, hostilidad y violencia. Y esto, por desgracia, puede ser el germen de ideologías que prosperen con la manipulación de la realidad y el engaño y que directamente plantean el exterminio de aquéllas personas o grupos, aquéllos migrantes que tuvieron que salir de sus países en guerra, con pobreza, persecución y hambre, o simplemente de aquéllos otros que pertenezcan a determinadas razas o profesen determinadas religiones o ideologías. Resulta espeluznante que después del origen de los fascismos y totalitarismos en la época de entreguerras y del holocausto nazi en la Segunda Guerra Mundial, del totalitarismo Stalinista o de la represión franquista, no hayamos aprendido le lección y haya millones de ciudadanos que carezcan de autonomía intelectual y se dejen manipular por quienes predican esas ideologías xenófobas y excluyentes.

Que este tipo de conductas sean jaleadas por sectores reaccionarios residuales, puede parecer normal; siempre hay pequeños porcentajes de personas que discrepan totalmente del sistema social, jurídico y político que impera en un Estado Social y Democrático de Derecho como el nuestro, que participa de las mimbres del Estado del Bienestar. Ahora bien, lo que me parece completamente anómalo es que formaciones políticas como el PP -que ellos mismos se consideran moderados-, no condenen la cruel campaña de acoso hacia personas migrantes, que son seres humanos con los mismos derechos y deberes que los demás. El PP, con estas actuaciones, está demostrando ser un partido político egoísta e insolidario, que se ubica en los márgenes del Estado Social.

No obstante, el PP no sólo es radical y extremista en estos temas, también lo es en materia de Memoria Democrática. Esta semana, la delegación del PSOE en el Parlamento Europeo ha recibido contestación de la Comisión Europea, y el Comisario Europeo de Justicia, Didier Reynders, ha reafirmado el compromiso de la Comisión Europea de “contribuir a la promoción de la memoria compartida de los crímenes cometidos por los regímenes totalitarios en Europa”, entre los que se encuentra la dictadura de Franco. Otro palo más, y ya es el enésimo, que Europa le da en la cara al PP, que allí en las CCAA donde gobierna, quiere acabar con la Memoria Histórica y Democrática mediante la publicación de “leyes de Concordia”, que pretenden manipular nuestra historia reciente diciendo que fue la Segunda República la causa inmediata de la Guerra Civil y no el golpe de Estado de julio del 36 y que no se ha atrevido a denominar dictadura al franquismo.

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