El Ayuntamiento de Tamames, junto con la Librería Víctor Jara y el apoyo de la Diputación de Salamanca, apuesta por la cultura en su primera Feria del Libro
Tiene la tarde de verano, ardiente de sol y de piscina, libro abierto y cita en la plaza a la sombra del Ayuntamiento. Junto a la iglesia de piedra gris que guarda la devoción del Cristo del Amparo y frente al muro que recuerda el nombre de los artesanos alfareros de la tradición de Tamames, se amontonan los libros en la mesa bien dispuesta por Iván, de la Librería Víctor Jara, uno de los artífices de esta Primera Feria del Libro que celebra la localidad apoyada por el Ayuntamiento y por la Diputación de Salamanca. Libros dispuestos en un abanico contra el calor: libros para niños que recibirán el domingo la visita de la poeta, escritora y periodista Charo Ruano, libros para entretener el verano que están en las listas de los más vendidos y libros de temática salmantina, como el de Joaquín S. de Bustos. Y aquí nos encontramos con los nombres queridos de la provincia, con los autores nuestros… y de autores suyos sabe mucho Tamames, por eso en la mesa firman Jorge Cristeto y Anselmo Matilla.
Apostar por la cultura. En la Diputación de Salamanca abrazaron la iniciativa del consistorio del que es alcalde Alfonso Valle y se presentó en La Salina el programa de una Feria del Libro que quiere continuidad y se anuncia con una hermosa frase que es toda una declaración de intenciones: “Sembremos la semilla para que perdure en el tiempo”. Y semilla que perdura son sus protagonistas: junto a los libros cuidadosamente dispuestos -¡Cuánto trabajo acarrear, colocar los libros!- por Iván, ejemplo de compromiso con el pueblo en el que vive y de continuidad, porque Julio y él han sido los artífices de que una librería histórica de Salamanca, Víctor Jara, siga funcionando en la Salamanca letrada, Luis Méndez, estirpe de joyeros que lleva la tradición de la filigrana por todo el mundo, hace una demostración de su minuciosa tarea, de su trabajo de raíz honda y diseño moderno, búsqueda constante. Y el público rodea libros y banco del artista artesano, y felicita a los autores que, cómo no, son de la tierra: Jorge Cristeto ofrece su primera novela “Luces en el sendero”, y Anselmo Matilla firma su historia de la filosofía, un libro claro y didáctico con el que recordar la necesidad del estudio y la tradición del apunte bien hecho. Jorge Cristeto, quien empezó a escribir relatos en el País Vasco en el que vive, ha publicado su primera novela en Amazon, animado por sus amigos de Tamames, una historia de aventura romántica, de viajes y de búsqueda. Esa búsqueda intelectual de Anselmo Matilla, también originario de Tamames y ahora, párroco de los pueblos cercanos a La Fuente de San Esteban.
Apostar por los autores de la tierra. Y por la memoria. Charo García de Arriba, a quien Tamames le debe la recuperación de la voz de Doña Bárbara desde la publicación de su indispensable “Tamames, paseando por su historia” y que ahora, junto a Miguel Ángel Martín Mas descubre los secretos de la Chova Piquirroja del convento salmantino de Las Claras, presenta el libro de Carmen Borrego y de su segura servida “Tiempo de sementera”, y lo hace de una forma muy especial. Junto a la mesa, dos medidas de trigo, dos fanegas en las que posar los libros publicados por la Diputación, encargada de velar por la semilla de la tierra, apostar por el bienestar de los pueblos y su cultura. Un libro sobre el trigo y la cebada cosechados este año en este tiempo que no es de sementera ahora, sino de espigadero. Y sobre la mesa, además del puchero propio de Tamames, una sábana bordada y el costurero antiguo de su bisabuela. Memoria fecunda y emocionada.
Tiempo de memoria, sí, de palabra terruñera y a la vez, de futuro. Un futuro que en septiembre tenía la imagen –magníficamente ilustrada por la mano de Carmen Borrego- de la niña que arrastra su cartera escolar. Niños que salían de los pueblos para estudiar en la capital el bachillerato, niños que deben tener escuela en su pueblo, la escuela que Tamames recuerda en su pequeño museo dedicado a los tiempos pasados de una enseñanza de consignas y devociones. Jóvenes que estudiaban fuera y eran la esperanza de sus familias labradoras, y que ahora, en este presente de incertidumbre, vuelven con los suyos a pasar el verano y quizás, a plantearse continuar la vida en este pueblo que, con la fresca, sale a la calle a sentarse a la silla de la buena vecindad, de la charla y del encuentro.
Charo García de Arriba es un ejemplo de semilla que perdura. Sus recorridos para explicar el pasado comercial de un Tamames comercial de tiempos de tiendas de profundos cajones, trastienda de una historia que tiene en los hermanos Méndez el mejor ejemplo de continuidad, son, junto a su acercamiento a los tiempos de la francesada, la certeza de que los pueblos deben conocer su pasado para vivir su presente. La cultura crea riqueza, encuentro, comprensión entre las generaciones, crea lazos de legado, herencia de recuerdos compartidos y objetos que pasan de padres a hijos con su acompañamiento de palabras, raíz y alas. De ahí que nos sintamos tan identificados con este empeño por levantar lavaderos tradicionales, recorrer las fuentes, los caminos, la historia de Doña Bárbara, ir más allá, por los caminos del Zarzoso de la mano del doctor Marcos Robles o subir a la Peña de Francia con el empeño moderno de Tomás Gil y Juan Andrés Martín buscando la huella de Núñez Solé. Es el legado de la tierra, una tierra diversa y deseosa de retratarse, de leerse, de mirarse en el espejo de la mesa de trabajo sacada al sol de Luis Méndez, o en la de los libros donde los autores salmantinos despliegan sus títulos bajo la mano de Iván. Es la herencia de todos, y en esta tarde de agosto, la de un pueblo de puchereros que, en boca de Charo García de Arriba, nos recuerda que sus cacharros eran famosos porque eran los que mejor resistían el fuego… barro del que estamos hechos que luego fue sustituido por el aluminio… ese que se fabricaba en los hornos vascos, tierra a la que fueron por el camino de la inmigración las gentes de Tamames, las gentes de la provincia que no arrancó de su corazón la tierra a la que regresa.
Y es ese regreso fecundo el que tiene que ser semilla. Semilla que perdura. Va llegando el poco fresco de la tarde ardiente y el segundo día de la Feria vendrá con la alegría de los niños y los cuentos de la mano de Charo Ruano y el recuerdo de los carros en la persona de Joaquín Sánchez de Bustos. Y la primera Feria del Libro de Tamames tendrá joya y recuerdo, memoria y semilla para nacer el año que viene, cuando venga de nuevo el verano como un regalo. Cultura viva para apostar, desde las instituciones, por lo nuestro.
Charo Alonso.
Fotografías: Fernando Sánchez Gómez.