LOCAL
Actualizado 01/08/2024 11:41:08
Rosa M. García

Esta organización no gubernamental para el desarrollo (ONGD) lucha por un mundo más justo sensibilizando a la sociedad y reuniendo fondos para financiar proyectos

Luchar contra el hambre, la pobreza, el subdesarrollo y la falta de instrucción, y trabajar para erradicar las causas que los producen. Este es a grandes rasgos el objetivo de la ONG Manos Unidas. En definitiva, conseguir un mundo más justo. Su trabajo se basa en la sensibilización de la sociedad y en la cooperación para el desarrollo, reuniendo fondos económicos para financiar programas, planes y proyectos en los pueblos del Sur.

Manos Unidas empezó en 1959 con “un grupo de mujeres valientes en Madrid que decidieron plantarle guerra al hambre con un manifiesto maravilloso que, entre otras cosas, decía: “No podemos consentir mujeres, que estamos llamadas a dar la vida, ver que hay gente que muere de hambre”. Lanzaron ese mensaje y sembraron esa semilla; 65 años llevamos”, recuerda Ana Isabel García, presidenta de la ONG en Salamanca.

“Al año siguiente de este lanzamiento se empezó con la Campaña contra el Hambre; luego comenzó a tomar forma, tardó un tiempo y en Salamanca empezó en 1963, cuatro años más tarde, lo mismo que en el resto de España”, explica. En la actualidad son 72 delegaciones por todo el país.

La de Salamanca cuenta con 37 voluntarios, a los que se suman otros 35 de las cinco comarcales que dependen de la salmantina: Alba de Tormes, Peñaranda, Ledesma, Guijuelo y Vitigudino. Además de los voluntarios, tienen socios y colaboradores, públicos y privados, 177 parroquias, instituciones, empresas y organismos públicos. Un punto fuerte de la recaudación son las herencias y legados. “Cada vez son más las personas que incluyen a Manos Unidas en su testamento, haciendo así que su solidaridad perdure en el tiempo”, señala García. De hecho, la sede actual en el paseo de Carmelitas de Salamanca fue una herencia de un matrimonio que colaboraba desde hace tiempo.

Los proyectos de Manos Unidas son numerosos y en diversos ámbitos: educativo, sanitario, agua y saneamiento, y agrícolas. “Nosotros no tenemos gente en terreno, dependemos de socios locales de allí, que son los que ven la necesidad y nos piden ayuda aquí; por ejemplo, la perforación de un pozo, un aula para dar clase, un centro de salud… Ven la necesidad y ese proyecto lo envían a Madrid, se estudia, si es viable y pasa una serie de requisitos dan el ‘ok’ y se empieza a mandar el primer envío de dinero para empezar”.

Unos proyectos que tienen tres protagonistas: “Los beneficiarios, los socios locales, que son los que gestionan el proyecto, y la ONG del Norte, que es la que lo financia y apoya; no suele ser nunca el 100%, suele ser el 90 y el resto lo ponen ellos con su trabajo y con su gente”.

La colaboración de la sociedad salmantina, según la presidenta de la delegación, es “mucha. Salamanca es un sitio muy solidario, de hecho el año pasado se hizo un estudio y estaba la primera en el ranking en relación donación-habitantes”. Además, añade, “lo vemos en las actividades que realizamos, la gente colabora y se fía de Manos Unidas”. Y es que, afirma, “la gente es muy sensible a los pobres, aunque sean personas que no vemos. Siempre digo que nuestra ONG tiene un plus de fe y de generosidad, porque trabajamos para gente que está a miles de kilómetros y que no conocemos”.

Ayudar provoca una gran satisfacción: “Cuando la gente descubre el valor de la solidaridad, ya no puede estar sin él; ya no te ves a ti solo mirando a tu ombligo y tus problemas, porque además cuando piensas en los de los demás, los tuyos se minimizan”.

Ana Isabel García García cumplirá en septiembre dos años como presidenta de Manos Unidas Salamanca, de la que es voluntaria desde hace 10 años: “Doy gracias de haberlos encontrado, porque es una gran familia, conoces a muchísima gente, reaviva tu fe, puedes canalizar tu solidaridad, porque hay muchas veces que la gente quiere ayudar y no sabe muy bien cómo”.

La campaña de esta ONG suele empezar cada mes de febrero, con un nuevo lema y un nuevo cartel; ‘El efecto ser humano’ es el del presente año. “Llevamos un quinquenio luchando contra la pobreza, el hambre, la desigualdad, luchando por la dignidad de la persona y este año hemos puesto la vista en el planeta, porque el deterioro medioambiental a quien más afecta, tristemente, es a los pobres, que son por otro lado los que menos contribuyen a ese deterioro, porque no tienen medios”, explica. Empieza en febrero y dura hasta otro febrero, que empieza la siguiente, y “todo lo que hacemos va en consecuencia o se anuncia con el lema de ese año”.

Además de proyectos y campañas, en Salamanca realizan numerosas actividades cada año. Algunas son “ya un clásico’, como la Operación Bocata, el Abrazo a la Plaza Mayor o las 24 horas para iluminar el mundo. Actividades que mantienen siempre y a las que se añaden cada año otras nuevas.

“Estamos en la calle y damos visibilidad a lo que hacemos, y que la gente se sume”. Cualquier actividad es buena y “no hay donativo pequeño”, pero “a veces es más la sensibilización, porque es una semilla que plantas y a veces no da fruto inmediatamente”.

Una gran cantidad de iniciativas que “lleva un gran trabajo”, pero que “tiene una satisfacción grandísima; te llena muchísimo, el voluntariado te retroalimenta, tú das, pero tú recibes, es algo muy grande”, afirma Ana Isabel García, que agradece “a la sociedad salmantina su colaboración y generosidad, porque en definitiva son ellos con su aportación los protagonistas de esos proyectos; el año pasado fueron 550”.

“El objetivo que se marcó es tan ambicioso, acabar con el hambre en el mundo, que realmente es un poco quimérico, pero a esas personas que llegamos con los proyectos realmente les cambia la vida”. Cada año se llega a cerca de dos millones de personas; Manos Unidas “funciona; estamos satisfechos, pero todo es mejorable y hay que seguir trabajando”, concluye.

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