OPINIóN
Actualizado 31/07/2024 08:28:22
Juan Antonio Mateos Pérez

“Puedes elegir mirar hacia otro lado, pero nunca puedes volver a decir que no sabías”.

WILLIAM WILBERFORCE

“Pido a los gobiernos, a la sociedad civil y al sector privado, incluidas las empresas tecnológicas, que intensifiquen sus esfuerzos y su colaboración para que ningún niño o niña sea víctima y para que ningún tratante quede impune”.

ANTÓNIO GUTERRES

En plena globalización existe una nueva esclavitud moderna: La trata de personas. Una realidad silenciosa y silenciada que afecta a todos los países del planeta y que está conectado con la pobreza extrema, la discriminación contra la mujer y las minorías, la delincuencia organizada y la corrupción de muchos gobiernos. Las nuevas líneas de la política mundial, trazada tras la caída del muro en 1989 y la llamada “guerra contra el terror”, son elementos que marcaron un punto de partida. El anárquico vacío provocado por la “Guerra Fría” y la caída de regímenes sostenidos por Estados Unidos y la Unión Soviética, desestabilizaron la zona del Sahel y el Cuerno de África, caldo de cultivo para el surgimiento de la delincuencia organizada y el yihadismo.

Millones de personas en todo el mundo se ven afectadas por desplazamientos forzados y desigualdades socioeconómicas, quedando vulnerables a las garras de los traficantes de personas. Son aquellos que no tienen un estatus legal seguro, que viven en la pobreza y carecen de acceso a la educación, atención médica y empleo digno. Las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado liberaron a 1.466 víctimas de trata y explotación en 2023, un 24% más que en 2022. Policía Nacional y Guardia Civil realizaron 409 operaciones policiales contra la trata y la explotación de seres humanos y desarticularon 109 organizaciones y grupos criminales.

La trata y el tráfico de personas son delitos que se han incrementado en forma alarmante en los últimos años, debido a las difíciles condiciones de vida en los países menos desarrollados, al endurecimiento de las políticas migratorias en los países industrializados y al hecho de que por mucho tiempo estos fenómenos no fueron considerados como un problema estructural sino como una serie de episodios aislados. Las crisis migratorias cada vez más numerosas, numerosos contrabandistas y delincuentes se convierten en traficantes de personas, comerciando con las necesidades y los sueños de cientos de refugiados e inmigrantes.

Negocio rentable, ya que la demanda supera con creces a la oferta, el coste por llegar a Europa no deja de crecer. Al tráfico de migrantes, debemos añadir la obligación de toda una serie de trabajos forzosos y actos de comercio sexual mediante el uso de la fuerza, matrimonios forzados, el fraude o la extorsión. Un negocio muy lucrativo para las bandas internacionales, que en la actualidad es ya muy superior al de las drogas o al tráfico de armas.

Esa cara silenciosa de la trata de personas con fines sexuales afecta también a los niños, al igual que el reclutamiento y la venta para fines armados (niños soldados). Los niños son objeto de diversas modalidades de trata, como el trabajo forzoso, la delincuencia, la mendicidad, la adopción ilegal, los abusos y la explotación sexual. Las consecuencias son tremendas para los menores, traumas físicos y psicológicos, enfermedades incluidos VIH y SIDA, drogadicción, embarazos no deseados, desnutrición, aislamiento social, marginalidad, exclusión, incluso la muerte de los niños. Entre las causas se encuentran la pobreza, el insuficiente apoyo a los menores no acompañados ante el aumento de los flujos migratorios y de refugiados, los conflictos armados, las familias desestructuradas y la falta de cuidados parentales.

Según Naciones Unidas, las medidas preventivas deben centrarse en abordar las causas profundas, como la pobreza y la desigualdad. Debe prestarse especial atención al tráfico de menores refugiados no acompañados. Es fundamental reforzar las redes de protección de la infancia y adaptar la legislación penal para que responda mejor a las necesidades de los niños.

En este negocio de la trata, no podemos olvidar el trabajo forzado, siendo las mujeres, niños y migrantes los más vulnerables, realizado bajo coacción física o psicológica, abuso de la situación legal, engaño, etc. La causa más común son deudas contraídas o heredadas en los países de origen. Muchas son víctimas de tratantes o captores ilegales que explotan una deuda inicial contraída como condición para el empleo, puede ser a través de empresas de trabajo temporal o subcontratas, en las cuales la situación del trabajador en destino está vinculada al empleador en origen. Los trabajadores carecen de libertad de movimientos y suelen vivir hacinados en pisos o centros de trabajo clandestinos, se les obliga a jornadas agotadoras y abusos personales, incluso agresiones sexuales en el caso del servicio doméstico.

De esta realidad no se escapan la mayoría de los países europeos, incluso en nuestro. Estos mercaderes de hombres, mujeres y niños no son distintos a los del siglo XVIII o a los colonizadores del siglo XIX, por no hablar de los campos de concentración del siglo XX, para vergüenza de nuestro mundo civilizado. No es suficiente la denuncia, en la urdimbre de esta globalización desigual, son necesarias tres vías de actuación: La vía política, social y cultural. Esta lucha en favor de los derechos y contra la pobreza se debe desplegar en el fortalecimiento de la institución de la ciudadanía, a la promoción de una vecindad habilitante y al fortalecimiento de la fraternidad.

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