Un viaje a nuestra vecina Francia y algún achaque de falta de salud, me han alejado de estas líneas durante un mes largo. Retomar esta siempre enriquecedora tarea de escribir es volver a la búsqueda de ese hilo conductor que permite no extraviarte en los vaivenes de la vida y seguir rumbo al desconocido norte, desde nuestro frágil timón.
Los numerosos datos contradictorios de la actualidad cotidiana de nuestro país y del mundo actual, son el marco de la necesaria reflexión que hoy se me impone ante la reciente encuesta del CIS sobre la felicidad de los españoles y cómo puede explicarse “tanta felicidad”( Más de un 80% de la muestra se autocalifican de “felices” en su vida actual). Como psicólogo estoy obligado a entender ¡y celebrar! esos altos porcentajes de felicidad colectiva en un país, el nuestro, en el que se pasa de la fiesta a la gresca casi sin reposo y casi diariamente.
¿Cómo es posible que los españoles seamos tan mayoritariamente felices y demos una imagen tan tensa, casi bélica, a punto de saltar sus costuras por los aires en cualquier momento? ¿O es que la respuesta es tan sencilla como que solo nos hace felices ser los campeones de fútbol, con la Copa europea en nuestras manos? O, con otra afirmación similar, y a la vez muy distinta: ¿con solo conseguir la Copa europea de campeones ya “somos felices”?
Pero ¿ qué es la felicidad? En mi disciplina después de un escaso siglo de teorías, laboratorio y experiencias clínicas, apenas podemos afirmar nada; preferimos hablar de conceptos más limitados: satisfacción, placer, frustración, dolor, ansiedad…siempre referidos al individuo y su entorno. Y siempre latiendo en toda aproximación al estudio de la felicidad el “principio” general de que el sujeto humano desea y se siente feliz cuando sus sueños se convierten en realidades.
¿Cómo es que viviendo en este “mágico” país, que parece rebosante de problemas graves e irresolubles, la gran mayoría de sus ciudadanos se sienta feliz? ¿Será el secreto que guardamos tan oculto el que explica que tantos millones de turistas nos visitan continuamente? El sol, la fiesta, la luz, las cálidas noches, el vino embriagador, los días marinos, la sonrisa y risas en la convivencia…¿ son el cóctel que crea esa felicidad?
Si fuera así, toda la tensión política de la que diariamente nos hacen ser testigos los medios omnipotentes de comunicación, se podría desvanecer como un tinglado mal montado que podría desaparecer sin que nada esencial de la realidad de los españoles cambiara un ápice.
Esta parece la conclusión de estos datos del CIS en este cálido verano, de la población española: la supuesta altísima tensión entre los grupos políticos de nuestro país es incompatible con la realidad de una población “feliz”, aunque el término esté sustituyendo al de una población satisfecha, en general.
Así ha respondido esta sociedad a la pregunta de si nos consideramos, o no, felices.