El expresidente de los Estados Unidos y candidato a las próximas elecciones Donald Trump sufre un atentado en el transcurso de un mitin, pero ¿se trata de un atentado inesperado, o se trata de un atentado preparado ? Analizando la trayectoria política de este personaje y las leves consecuencias del atentado, es imposible no creer que se trata de lo segundo y no de lo primero. Pensemos que pensar es lo único que este personaje no puede prohibir.
En Estados Unidos hasta los niños pueden tener pistola y no es nada raro que un imberbe entre en el colegio y acabe con la vida de alumnos y profesores en unos minutos. ¿Cómo es posible que un joven de veinte años fuera a matarlo rodeado de público y guardias de seguridad y que con la de cosas importantes que tenemos en la cabeza solo le diera en la oreja, y ni siquiera en el oído, que lo hubiera dejado sordo, en la punta de arriba donde todo se arregla con unos puntos de sutura? Si el joven no hubiera sabido disparar muy bien, a lo mejor no lo hubiera matado, quizá solo le habría dado un susto, tal vez no se habría librado de la pupa que le hizo, pero la matanza que habría preparado habría sido tan horrible que todavía estaría el país de luto, y sin embargo fue él el que en un abrir y cerrar de ojos cayó abatido por los miembros de la escolta.
El padre del joven no se explica que su hijo haya hecho esto. Esto es normal: los padres nunca piensan que sus hijos puedan hacer estas cosas, y si lo piensan, es humano que no lo reconozcan. Pero estaba afiliado al partido republicano precisamente y era la primera vez que iba a votar. ¿Qué razones podía tener entonces para tomar esta decisión? ¿Lo convenció alguien? ¿Alguien lo preparó? ¿Qué le prometieron a cambio? Porque tiene más pinta de ser un trabajo aceptado por ambición que por defender ideales políticos y, por supuesto, porque se encargarían de garantizarle que no tendría serias consecuencias, y llevado por la ignorancia, se lo creyó.
Dicen las encuestas que en los Estados Unidos los candidatos a presidentes que han sufrido atentados tienen más posibilidades de llegar a serlo. Cuesta creer que los ciudadanos voten por compasión en lugar de por ideas, por valores humanitarios y por respeto a los principios democráticos, pero todos conocemos personas que consiguen dando pena lo que otros no consiguen dando ejemplo. Donald Trump está dispuesto a repetir en el cargo al precio que sea. Nadie lo duda. Si tiene que hacerse la víctima, la víctima se hace. Ha sido condenado por más de treinta delitos, pero él no es un delincuente, es un santo, un dios, los delincuentes, los corruptos, los malvados son siempre los jueces. Y quien no tiene escrúpulos y tiene dinero para comprar voluntades, también es posible que se haya montado esta historia para que el mundo se entere que es víctima de sus enemigos políticos. Y en cuanto le quiten los puntos de la oreja que será en unos días, los justos para hacer ver que fue una herida de verdad y no una pupita de nada, ya nos dirá él mismo quien o quienes han intentado matarlo. Aunque eso sí: otra cosa es que creamos lo que cuente, porque todo esto no es raro, es rarísimo.