El centro apoya a los internos en la recuperación de la autonomía perdida
El Centro de Inserción Social Dorado Montero es dependiente del Centro Penitenciario de Topas. Un módulo más ubicado fuera de prisión en el que los internos pueden salir a la calle en un régimen de semilibertad. “También dependen de nosotros personas con medios telemáticos y los liberados condicionales”, explica Carmen Herrero, subdirectora del centro. En esta parada intermedia hacia el fin de la condena, los internos van recobrando la autonomía que han perdido como consecuencia de la privación de libertad.
“Desde el CIS se intenta hacer un acompañamiento para esa nueva adaptación a la vida en libertad, especialmente cuando alguien ha pasado mucho tiempo en el centro penitenciario. De alguna manera, actuamos como puente o transición entre la prisión y la vida en libertad. Les ponemos en contacto con las entidades y los recursos que existen en la comunidad para que puedan pedir ayuda y afrontar cualquier situación sin volver a delinquir”.
En el CIS está también ubicado el servicio de gestión de penas y medidas alternativas. “Son penados a los que se les suspende o se les sustituye una pena de prisión por otro tipo de penas, como pueden ser trabajos en el beneficio de la comunidad, programas de tratamiento, o talleres de educación vial en el caso de delitos de tráfico. Son delitos de menor gravedad con penas más cortas. Entonces, lo que se procura es que, en lugar de interrumpir la vida de una persona en la calle para entrar en prisión con todo lo que eso conlleva, cumplan medidas alternativas a ese internamiento”.
Carmen subraya el esfuerzo del CIS por adaptarse a las circunstancias, situaciones y objetivos de cada interno. “La mayoría de ellos, salvo que carezcan de vinculación o de acogida, sale de fin de semana y disfruta de un permiso de cuatro días al mes”. La subdirectora destaca también que la comunicación y la coordinación con Cáritas es total.
La entidad imparte en el centro talleres que tienen que ver con el desarrollo personal, la igualdad de género, el refuerzo de la autoestima y de la empatía y otros relacionados con reducir la brecha digital. Todos estos proyectos tienen el mismo objetivo, común para el CIS y Cáritas, “que los internos cumplan su condena y salgan en las mejores condiciones posibles para reintegrarse, llevar una vida normalizada y alejada del delito”.