OPINIóN
Actualizado 05/07/2024 07:42:11
Manuel Rodríguez Fraile

Hace un par de semanas complete mis estudios de Graduado en Filosofía por la Universidad de Salamanca con la defensa de mi Trabajo de Fin de Grado y mi esposa me regaló un vítor con mi nombre pintando sobre una piedra de Villamayor, como debe ser. ¡Con 69 años había pasado a ser uno de los muchos miles de alumnos que han finalizado sus estudios en esta ciudad! Tal vez sea algo extraño terminar una formación universitaria a esta edad, pero debo reconocer que es ¡un auténtico gustazo!

Y, como es de bien nacidos ser agradecido, quiero dar hoy las gracias en primer lugar a mi compañera de viaje desde hace ya casi 45 años que respetó en todo momento mis muchas horas de estudio. También a todos mis profesores y compañeros que año tras año me hicieron sentir como uno más sin condescendencia alguna y nunca como algo pintoresco. Siempre me encontré bien entre ellos y ellas, compartiendo cafés, trabajos, opiniones, preocupaciones y experiencias, incluso en ocasiones escucharon atentamente mis “batallitas”. Por todo ello le quiero dar hoy Gracias a la Vida.

La ventaja que sacarás de la filosofía será saber hacer, sin que te lo manden, lo que otros harán por temor a las leyes” Esa es la exacta definición que el gran Aristóteles nos ofrece del “arte de filosofar”. Otros muchos después aceptaron el riesgo de desafiar a los dogmatismos y los poderosos poniendo en duda las leyes eternas o las de los reyes y dictadores. De cuestionar el orden natural o los preceptos que rigen las sociedades y con todo ello abrir caminos nuevos e inexplorados para poder ejercer la libertad que es el fin último que todos perseguimos y el fin último de la filosofía que no es otro que proporcionarnos herramientas para hacer realidad el anhelo vital de todo hombre, toda mujer y toda sociedad: SER LIBRE.

Para ello es necesario conocer los modos de pensar de otras personas, sin asumir nunca ciegamente las opiniones de nadie. Esto nos permitirá tomar las decisiones más correctas en libertad, y a fin de cuentas de eso va la VIDA.

Como acertadamente escribió el sociólogo y filósofo Erich Fromm: En el arte de vivir, el ser humano es al mismo tiempo el artista y la obra, es el escultor y el mármol, es el médico y el paciente[1]. No se confundan, esto no significa hacer lo que nos venga en gana, es mucho más que eso. Porque en ocasiones deberemos, siempre libremente, optar por alternativas que irán en contra de “lo que nos pide el cuerpo”, deberemos combatir lo establecido, estar dispuestos a cambiar de opinión si los argumentos que nos dan otros son mejores que los nuestros y, por supuesto, asumir las consecuencias de nuestros actos.

Tener una opinión propia y un espíritu crítico, en el mejor sentido de la palabra, lo que exige conocimiento para saber distinguir entre lo bueno y lo malo, entre lo injusto y lo justo, entre mis deseos y las necesidades de otros. Es cierto que en muchas ocasiones no seremos libres para elegir lo que nos sucede, pero siempre seremos libres para responder de una manera u otra y cuanto más sepamos, cuanto más conozcamos, cuanta más experiencia tengamos, mayores serán nuestras posibilidades de acertar. Y todo eso es, vivir, para ir ensanchando día tras día los límites de nuestra libertad.

Deberemos enfrentar nuestras opiniones con a las que tienen otros (duden siempre de esas personas que afirman con rotundidad ¡Yo siempre he pensado así!). Tenemos construir nuestros propios argumentos, atrevernos a formular en voz alta preguntas incómodas. Y al ser este unos de los objetivos de la filosofía, es lo que en mi opinión está ocasionando que haya ido perdiendo terreno en los planes de estudios desde hace alguna década. A los dogmáticos y al poder no le gustan los ciudadanos con espíritu critico que formulan preguntas molestas o embarazosas.

La puerta para preguntarse uno mismo y también preguntar a los demás si las decisiones que van construyendo nuestra vida son las correctas quedo abierta hace ya siglos, pero traspasarla exige una cierta dosis de valentía para atreverse a asumir que podemos estar equivocados.

La filosofía que muchos filósofos han querido y aún quieren presentar como algo reservado a sesudos y solitarios pensadores, no tiene sentido porque debe ser algo práctico que nos ayude a vivir ya que trata de cosas sobre las que hablamos a diario: la justicia, la solidaridad, el consenso, los nacionalismos, el racismo, la inmigración, la discriminación, la xenofobia, la violencia de género, el fascismo… La mejor forma de combatir todas las formas de dogmatismos que dominan nuestra sociedad actual es con argumentos. En definitiva, se trata de nuestras vidas y merece que le prestemos atención porque cada día, con cada decisión nos jugamos el resto de lo que nos queda por vivir.

La filosofía – el amor por la sabiduría – comenzó hace siglos su caminar, un caminar que nunca terminará porque siempre habrá preguntas que formular y respuestas tras las que correr. Puede que las vacaciones, el verano, sea buen momento para empezar ya que las prisas de la actividad laboral parece que deja poco tiempo libre. Yo dispongo de él y por ello también debo darle Gracias a la Vida.



[1] Erich Fromm. Ética y psicoanálisis

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