Después de las reflexiones sobre “vale” y “presidenta”, voy a tomarme unas vacaciones con una reflexión que sigue por ese camino: creo que muchos de quienes hoy en día se consideran “gramáticos”, y “gramáticas”, más que ensayos hacen frases, cuando no “equis”, especie de aforismo antaño conocida como tuit; algunos ejemplos de esto, a mi entender son los “así me lo enseñaron”, “así se ve feo”, “yo lo sigo escribiendo”; estos y otros apotegmas se resumen en uno: “así es porque así lo sé yo”.
Ay, esa policía… lingüística… Es tan representativa de los tiempos que corren…
Ojo, digo policía no en sentido literal, etimológico, sino como “cuerpo de seguridad” que, en muchos casos, se rige por ciertos usos y costumbres, ahora tiktokeros, antes tuiteros o feisbuqueros… Antes y ahora, dándose cuenta o no de ello, siempre tan pagados de sí mismos y de “lo correcto”; así son, a mi parecer, muchos de “los nuevos gramáticos”… Y “gramáticas”, claro.
Resulta que ni tan nuevos son, la verdad; esa tendencia policiaca la viví en mi primer libro, una plaquette publicada en 1994: el editor-corrector quiso cambiar un verso que terminaba: “…con que todo vistes”; imagínense los signos de exclamación burlándose de un poetastro que decía “vistes”…
Parece que nunca pensó que pudiera no haber escrito el pasado del verbo ver sino el presente del verbo vestir; fue un ejemplo, como después he seguido topándome con muchos y muchas “así es porque así lo sé yo”; he registrado algunas variaciones; entre ellas: “así me lo enseñaron”, “así se ve feo” o “no hago caso a los de la Academia, son unos viejitos machistas y franquistas”; a veces, sumido en mi ignorancia y mi cerrazón, acierto a señalar que la Academia hace rato que dejó de ser una, que lleva tiempo siendo muchas –consenso, le dicen, y consensan/consensúan, aunque también metan la pata o se enzarcen en vanas polémicas–; por extensión, suelo dejar caer que los filólogos somos notarios más que policías y suelo recibir la callada –condescendencia– por respuesta.
He dado algún curso de redacción y siempre inicio diciendo que mi intención es enseñar a dudar, es decir, a pensar sobre el lenguaje, para lo que suele venir muy bien consultar, usar diccionarios…
Alguna regla enseño, que haberlas haylas; sin embargo, lo de dudar siempre me ha parecido tan importante como asentar que el idioma es de todos, queramos o no –no querramos (sic), aprovecho el viaje, jejeje–; y, como es de todas y de todos, lo empobrecemos o enriquecemos entre todos. Y todas.
Cascarrabias, que soy un cascarrabias.
Buen verano, hasta la vista.
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