"La ira engendra odio y que la concordia engendra amor" (San Juan de Sahagun)
¡Vamos a recordarte como cada año este 12 de Junio ¡Espero que sean muchos aquellos que recuerden tu cumpleaños, Y esta Salamanca tiene también con tu permiso, su fiesta para conmemorar y pronunciar el nombre de Juan nativo de Sahagún pueblo de aquel reino de León que 1430 te vio nacer.
¡Vamos a recordarte también “amigo Juan”! por esa iglesia románica que lleva tu nombre, por ser un fraile milagrero, benefactor de los pobres y azote de los ricos, mediador entre los bandos Manzanos y Monroyos familias sangrientas de san Benito y santo Tome-. ¡Vamos a reconocerte! Por tu pausa sermonera, por el don de tu palabra, por tu misa larga, por tu gran oratoria y elocuencia, con calado de cardenal.
¡Vamos a recordarte “Patrón”!, porque te unes en comunión a la Virgen de la Vega que al llegar septiembre, también honramos con bullicio atronador. ¡Vamos a recordarte! Porque conseguiste del Señor, que la devastadora peste del –negro tifus- fuera en Salamanca salvada su salud. Porque, con tu cinculo usado como maroma, salvaste la vida del niño caído al (Pozo Amarillo), calle que, te honra en su hornacina.
¡Vamos a recordarte un año más! Porque fuiste aquel santo elevado a los altares, y canonizado por los Capitostes Vaticanos. ¡Vamos a recordarte! Porque no mueren tan solo envenenados los emperadores romanos a manos de su Mesalina. Tú también lo fuiste. Tú; que buscabas la paz y el consuelo de los humildes, pobres y desheredados, también sucumbiste a la tentación de probar el dulce veneno.
¡Y servidor humilde comentarista ha buceado en el pozo de la historia para ofrecerte este relato que a modo de milagro obraste con el toro.- Y que así dice-¡.
De la feria de ganados
Se escapa un toro bravío;
Dejando a muchos tumbados
La gente, aterrorizada
Corre en todas direcciones,
Y entre gritos y empujones
Se refugia atolondrada.
Entra en la ciudad el toro,
Corriendo furiosamente;
Fray Juan lo encuentra de frente,
Y con acento sonoro
Le dice: Necio detente.
El toro presta quietud
Y le lame y se estremece
Al rascarle la testuz;
Y el bienestar reaparece
Su dueño llega y le apresa
Con inusitado afán,
Después abraza a san Juan
Y hasta su mano besa.
Fermín González, salamancartvaldia.es, blog taurinerias