SOCIEDAD
Actualizado 05/06/2024 20:28:14
EP

Podemos caer en conductas de obediencia, de complacencia o sumisión

Por naturaleza tendemos al bien, nuestro potencial es siempre ir hacia el bien. No queremos otra cosa, pero por el camino en esa búsqueda del bien podemos encontrar el mal, hacer cosas que no sean las convenientes, o tener experiencias que nos fastidian, por ejemplo.

Así lo defiende en una entrevista con Infosalus Xavier Guix, psicólogo general sanitario, y postgrado en Psicopatología clínica, con labor terapéutica en el Kairós Institut, autor de 'El problema de ser demasiado bueno' (Arpa), quien resalta que hacer el bien en ocasiones puede convertirse en algo patológico: "Cuando la función de hacer el bien parte de una intención que es lograr el amor, el reclamo, la aceptación de los demás, y con tal de lograr esa aceptación caemos en conductas de obediencia, de complacencia, o sumisión, por ejemplo".

Cuando caemos en "esas trampas" dice que nos perdemos a nosotros mismos y nos entregamos al otro para adaptarnos a él y lograr ser amados y aceptados, mientras que nos olvidamos de nosotros.

"Lo que todo el mundo quiere es ser amado, venga de donde venga. Y aquí viene la gran equivocación de los que son excesivamente buenos porque se pierden a consta de los demás, y construyen su vida a partir de los deseos y necesidades de los demás y no de las propias; es una desconexión de sí mismas para favorecer a los demás. Esa disponibilidad a darse a los demás es una misericordia mal entendida, es un exceso y una extralimitación", agrega.

No se muestra lo que uno sufre por dentro

Así, resalta este experto que al final, al buenazas, lo tratan de bobo, de ingenuo, lo manipulan, no lo tienen en cuenta, lo acaban utilizando, porque como se adapta a todo y todo le va bien, con él no se cuenta. "Pero ir de buenazo tiene un precio caro; renunciar a ti, y esto significa que no sabes quién eres y te pierdes a ti mismo, y te conviertes en una persona que complace a los demás, quedando bien ante los demás, y haciendo lo que los demás esperan, y todo esto es una renuncia de uno mismo", subraya Guix.

Pone en riesgo la salud mental de una persona ya que, según argumenta, desde el punto de vista psicológico las personas que son demasiado buenas sufren lo que se llama una 'disociación': "El que va de buenas se disocia entre lo externo y lo interno. No muestra casi nunca lo interno, lo vive para sí, y no lo exterioriza. Siempre exterioriza que no tiene problemas, que todo le va bien; de manera que esa persona tiene una doble vida, externa e interna, y esto pasa factura en salud mental y tiene dos componentes importantes".

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