OPINIóN
Actualizado 01/06/2024 09:29:28
Francisco Aguadero

El turismo es el principal motor de la economía española, en el 2023 supuso el 13% del Producto Interior Bruto (PIB) y, también, comienza a ser una fuente importante de problemas, puestos de manifiesto por el creciente rechazo social, con protestas en las calles de Canarias el 20 de abril, el 25 de mayo en Mallorca y las anunciadas en Málaga para el 20 de junio, a las que parece se unirán las de otras zonas tensionadas por el turismo como Sevilla o Madrid.

Un rechazo social que pone en cuestión el éxito del modelo turístico español, por la repercusión negativa que está teniendo, entre otros: conversión de viviendas en pisos turísticos, con la consecuente reducción del parque de las primeras e incremento de los precios; saturación e incremento de los problemas de tráfico; explotación de la mano de obra en función del alto número de horas trabajadas en la hostelería y la consecuente escasez de personal; agotamiento de recursos e infraestructuras; detrimento de los servicios públicos para los residentes locales.

Las ciudades y los pueblos están perdiendo su identidad, su sociología y hasta el propio paisanaje. Lo habitual es que, por las típicas Ramblas de Barcelona, lugar histórico de paseo y encuentro de los habitantes de la ciudad, con frecuencia saturadas de gente, ya casi no encuentres a ningún barcelonés, salvo que vaya directamente al Liceo. O que, por la Plaza Mayor de Salamanca, corazón de la ciudad, apenas encuentres a algún salmantino cruzándola para ir de un lado a otro de la ciudad, la gran mayoría de la gente que la disfruta son turistas, que, a falta de datos más concretos y solo como producto de la observación, podríamos decir que en torno a un 90% son turistas.

Por otro lado, un concejal de Fuenterrabía (oficialmente Hondarribia en euskera) en la provincia de Guipúzcoa, con unos 17.000 habitantes, denuncia que el turismo "colapsa el pueblo los fines de semana". Y en Ibiza, un miembro de la plataforma “Prou” (¡Basta!) manifiesta que el turismo masivo, con más de tres millones de turistas, está “hundiendo la isla”. Málaga se está convirtiendo en una ciudad escaparate, un decorado para los turistas, con un centro de la ciudad casi sin residentes ni establecimientos lúdicos de siempre.

Lo antes citado no son más que algunos ejemplos ilustrativos de una realidad que está desbordando previsiones y transformando la vida de los lugareños, cuando no expulsándolos de su propio hábitat, pueblo o ciudad, porque el coste de la vivienda ya no les es asequible o porque la paz social necesaria para el descanso se ha alterado. Una actividad, la turística, que no para de batir récords y de incrementarse. Tras el parón impuesto por la pandemia de la covid, España batió en el 2023 su propio record de turistas extranjeros con 85 millones y un gasto de 108.662 millones de euros, un 18,22% más que en 2019. Tendencia que se ha visto incrementada en lo que va de 2024.

Decenas de miles de canarios y de baleares han salido a las calles a protestar por el turismo masivo. Hasta el propio sector turístico confiesa que “Es una grave irresponsabilidad seguir hablando del éxito turístico basado en batir récord de afluencia”, según afirma José Luis Zoreda, vicepresidente del lobby turístico Exceltur (Alianza para la Excelencia Turística) quien añade que "Hay que ser conscientes de que el crecimiento del turismo tiene límites".

Quienes más sufren los aspectos negativos del turismo masivo son los residentes, que acaban siendo expulsados de sus barrios de siempre, porque los precios de compra de la vivienda se han disparado o encarecido brutalmente el alquiler, debido a los mal llamados “pisos turísticos” que muchos de ellos son las viviendas reconvertidas. Pero también han de abandonar su espacio por el exceso de ruidos, la despersonalización del entorno con la desaparición del pequeño comercio sustituido por grandes franquicias, o la escasez de los servicios necesarios para el vivir del día a día. A lo que hay que añadir los bajos salarios. Se da la paradoja de que en determinadas zonas turísticas por excelencia los obreros que han de prestar los servicios no tienen lugar donde vivir o no pueden pagarlo con sus salarios.

El descontento social no va contra el turismo, sino contra las condiciones con las que se desarrolla y las repercusiones negativas que está teniendo en la población residente. La problemática está latente desde hace unos años y no ha hecho más que aumentar y extenderse a todas las zonas donde el turismo tiene un peso específico, a la vez que, también, ha aumentado el descontento, sin que se haya puesto ninguna medida para remediarlo.

Muchos nos preguntamos ¿cómo hemos llegado a esta situación? A nuestro entender y sin perjuicio de otras opiniones autorizadas, cuatro factores han sido determinantes: uno, los profundos cambios que nos han traído las nuevas tecnologías de la información y la comunicación que han desembocado en la aceleración de un mundo nuevo, especialmente en las relaciones y la movilidad; dos, la gran crisis de 2008 que empobreció a la clase media e incrementó la dependencia de muchas ciudades del crecimiento turístico; tres, la implantación de grandes plataformas en línea, como Airbnb, controladoras y desarrolladoras del turismo, vinculadas a fondos buitre, fondos inmobiliarios o corporaciones financieras, cuyo funcionamiento es muy diferente de los modelos de planificación turística tradicionales y que tienen capacidad para cambiar las ciudades y modificar la geografía urbana; y cuatro, la llegada de la pandemia y la salida de la misma.

No hay soluciones fáciles para ponerle límites al turismo masivo y su repercusión negativa en los aspectos citados y en otros muchos, lo mismo que no se le puede poner puertas al campo. Pero si es importante que tanto el malestar social como el sector turístico coincidan en que es necesario cambiar el modelo turístico y hacerlo más sostenible, tanto en su aportación económica como en su compatibilidad con la vida diaria de los residentes. De cómo hacerlo hablaremos otro día.

Escuchemos a LOS MISMOS '' EL PUENTE '' A MALLORCA :

https://www.youtube.com/watch?v=KiVtDX-KSDk

Aguadero@acta.es

© Francisco Aguadero Fernández, 31 de mayo de 2024

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