OPINIóN
Actualizado 27/05/2024 10:33:10
José Luis Puerto

Parece que, en estos momentos, la historia nos vuelve a poner, a quienes vivimos en este tiempo convulso, ante el dilema entre civilización o barbarie; un dilema que ya tuvieron que vivir, y que sufrir, ay, otros ciudadanos en el pasado siglo, y cuyo proceso y resultados están en la memoria de algunos y, desde luego, ya en los libros de historia.

¿Hemos aprendido aquellas trágicas lecciones de la escalada del fascismo, de la segunda guerra mundial, de los campos de concentración, de tantos exterminios, etc., como prácticas que hicieron tambalear los cimientos de la Europa humanista, civilizada, democrática?

A juzgar por determinadas escaladas de barbarie que comienzan a irrumpir en nuestro presente, con voluntad de imponerse y de borrar esa paz de Europa, fruto de un pacto implícito entre la socialdemocracia, la democracia cristiana, la propia iglesia católica y otras confesiones cristianas, además de los partidos comunistas occidentales; pacto en el que las políticas sociales jugaron, y han de seguir jugando, un importante activo para la convivencia…, a juzgar por tales escaladas de barbarie parece que no hubiéramos aprendido la lección.

Porque las actitudes airadas y marcadas por la barbarie de quienes exhiben sin pudor la agresiva motosierra (que no se puede banalizar, como hacía un humorista hace poco en un periódico más provinciano que provincial) y lo hacen en nombre, ay, de la libertad (¿de cuál, de la de quiénes?) no son nada inocentes.

Y más cuando van acompañadas de ese ‘happening’ salvaje y exhibicionista de: “Ministerio de educación…, ¡¡¡fuera!!!”, y así con todos los ministerios que proporcionan a los ciudadanos una cierta protección y confianza en la sociedad en la que viven. ¡Todo fuera! Para que ocupe la barbarie su lugar. Y los bárbaros su dominio.

Hoy, Europa –y ahora que se celebran las elecciones de nuestra comunidad de países–, si quiere ser fiel a sí misma, a sus señales civilizadoras del humanismo, de la ilustración, del movimiento romántico, de las conquistas ciudadanas y sociales, de los derechos humanos…, ha de poner un muro a toda esa riada de barbarie que nos quiere arrasar y que quiere borrar todas las señales que protegen ese ámbito de civilización en el que vivimos desde hace décadas.

La inconsciencia y la desidia, así como el mirar para otro lado, las pagaremos, si no somos conscientes de que, ante las amenazas que se nos ciernen en este momento histórico, por parte de quienes pretenden hablar, encima, en nombre de una libertad que se nos quiere secuestrar, como ya realizan donde gobiernan.

Frente a la barbarie de todas las motosierras, hemos de oponer la civilización de Cervantes, de la Utopía de Tomás Moro, de los libros de los ilustrados, de la carta de los derechos humanos, de los poemas y obras de los románticos…

Nos sobra, nos estorba, nos aturde y nos aniquila el ruido y la furia de todas las motosierras que nos amenazan. Estamos a tiempo de detenerlo, si queremos vivir en paz y en convivencia.

De nosotros depende.

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