Son cuatro relatos escritos con densidad y profundidad de radiantes novelas
Cuando Mariana Enríquez dice de una autora que “encuentra humor en la tragedia y sabe de la tristeza con rabia y ternura” hay que leer los cuatro relatos escritos con densidad y profundidad de radiantes novelas, como también afirma de ella Rodrigo Fressán. Tiene espléndidos valedores esta autora argentina nacida en 1983 en Buenos Aires y a la que publica una editorial tan prestigiosa como Páginas de Espumas. Y a bordo de espumas de cataratas de Iguazú y playas paradisíacas llega Magalí Etchebarne casi a la vez que su inefable presidente. Claro que la voz de la autora es música cierta frente a los exabruptos del poder. Al otro lado de la plática, Magalí es tan fascinante, exquisitamente profunda, como estos cuatro relatos.
Charo Alonso: ¿Con qué brindaste cuando te enteraste de que habías ganado el premio de Narrativa Breve Ribera del Duero?
Magalí Etchebarne: Cuando me llamó Juan no se lo podía contar a nadie, estaba en las casa, iba a sacar a mi perra que siempre salta de alegría cuando va a salir, y mientras me hablaba con él ella saltaba y saltaba y parecía que lo hacía de alegría por el premio. Luego ya hubo una reunión y se brindó con vino, por supuesto.
Ch.A.: Has llegado a España casi a la vez que Milei en un momento muy tenso por sus declaraciones.
M.E.: Qué vergüenza, es un horror, vi la noticia y sabía que él viajaba y que yo tenía este encuentro en España… Todo esto es un exponente más de lo que está sucediendo por desgracia en muchos lugares, no es un elemento aislado, lo que lo hace más terrible.
Ch.A.: Tengo que reconocer que, antes de leer tu libro, me daba cierta pereza que estuviera escrito por una autora argentina. Es decir, que los que se suponen “poseedores” de un castellano “correcto” tienen a veces cierto reparo a la forma de usarlo de otra manera, un sentimiento que me avergüenza.
M.E.: En uno de los cuentos aparece un personaje, escritora de novelas eróticas, a la que traducen al español de España. Es engañoso el hecho de que hablamos la misma lengua porque en ocasiones no usamos las mismas palabras o algunas no son transparentes para unos y otros. Yo vivo este problema en mi trabajo diariamente, de ahí que escribiera esa imagen de que el español de ustedes monta a caballo y el nuestro está lleno de pájaros.
Ch.A.: Lo cierto es que nos entendemos y lo disfrutamos perfectamente. En estos cuatro relatos he encontrado mucha sutileza…
M.E.: En estos días que hablo y me hablan de los relatos tengo que pensar mucho en ellos, porque uno escribe y no lo piensa tanto. Yo tenía la impresión de que los temas que trataba eran muy oscuros y pedregosos, como la vejez, el envejecimiento de las mujeres, lo que decía Susan Sontag de “la humillación de las mujeres”, el hecho de que el envejecimiento afecte más a las mujeres que lo padecen de forma diferente. Temas que me parecían muy duros, sórdidos y que se iban a leer así, aunque siempre buscaba una escena para mover la tensión, para ir hacia el humor de alguna manera… y me han hablado precisamente de eso, del humor.
Ch.A.: Son cuatro relatos largos que, como bien han dicho, pertenecen a esa tierra de nadie entre la novela corta y el relato ¿No tuviste la tentación de hacer una novela?
M.E.: Tuve esa fantasía, sí, incluso al principio estaban más unidos dos de los cuentos que tuve que separar y donde los personajes son los mismos: la madre viva, enferma, luchando contra el tiempo y la hija. Pero tenía yo un mandato de que fueran cuentos, y fui separándolos, forzándolos, porque también creía que valía la pena darles protagonismo de otra manera. Primero a la madre que lucha contra su vejez, celebrando su cumpleaños y luego a esa hija que va a tirar las cenizas de su madre.
Ch.A.: Trabajas como editora, has publicado un libro de relatos en el 2017 titulado Los mejores días y un libro de poemas, Cómo cocinar un lobo, en el 2021. ¡Qué título tan estimulante el del libro de poemas!
M.E.: Es un libro muy pequeño de textos que giran en torno a la muerte de los padres. Mi madre enfermó y murió y la acompañamos en su muerte de una forma muy próxima. Sucedió en la pandemia y eso hizo que fuera así, sino, quizás hubiera estado más institucionalizado. Asistimos a su muerte y fue muy difícil, extraño y maravilloso. No se puede escribir de algo en el momento, hay que dejar pasar el tiempo para enfrentarse a esas entradas de diario, a esos poemas, a esos escritos sobre levantar una casa familiar…
Ch.A.: Son temas que también aparecen en estos cuentos que me han gustado mucho porque hablan de amor de otra manera, hablan de soledad de otra manera… las protagonistas no están solas, no se quejan del paso del tiempo ni de sus fracasos. Eso es muy de agradecer…
M.E.: O si no están acompañadas están acompañadas consigo mismas. Son personajes que construyen una vida, incluso que construyen una soledad. Arman una vida, no se traban en el dolor…
Ch.A.: Eso me encanta, hasta la pareja del cuento final, que siempre está discutiendo parece que está a gusto así, no sufres por ellos.
M.E.: Cierto, esa incomodidad vital los mantiene unidos. En estos cuentos hay distancia, viajes, ese viaje en el que esta pareja discute durante kilómetros, algo que les mantiene unidos.
Ch.A.: En estos relatos hay una especie de ritornello, un ritmo que se repite, que nos es familiar.
M.E.: Hay repeticiones, elementos que viajan. Los relatos fluyen pero yo pensé en colocar marcas, algo que se repite como los personajes que se quitan la vida, la piedra, los viajes, los desplazamientos que hacen… sí, hay elementos que fluyen a lo largo de los relatos.
Ch.A.: ¡Y esa portada! ¡Qué pequeñitas somos!
M.E.: Esa portada me la ha hecho mi amiga Raquel Cané y recuerda al huevo de obsidiana que viaja en dos de los relatos. En esta portada hay negrura y también está la sombra de la madre del primer relato, que al principio lucha contra la enfermedad y luego es esa sombra sobre la hija. Hay una lectura que me sorprende porque pensé que los lectores se concentrarían en el horror y he descubierto mucho de humor en estos cuentos que veía muy tristes. En el primer relato es verdad que no es tan rigurosa la presión, que hay una cierta parodia de las mujeres que están haciendo de todo para detener el deterioro, incluso que están dispuestas a introducirse una piedra en la vagina… cosa que existe, por cierto y que luego aparece haciendo ruido, toc, toc… son cuentos sobre la muerte, sobre el ocaso y sin embargo…
Sin embargo, en la radiante prosa de la autora, la vida se impone, se impone la belleza, se imponen la literatura y el cadencioso ritmo del lenguaje usado con maestría. Magalí Etchebarne tiene muchos motivos para brindar, y nosotros también leyéndola y muy pronto, escuchándola en la cubierta generosa de la Librería Letras Corsarias, este viernes, a las 19:30 horas.
Charo Alonso.
Fotografías de la autora: Isabel Wagemann.