OPINIóN
Actualizado 13/05/2024 07:57:23
Jesús Garrote

Este sábado 11 de mayo organizamos desde la fundación Mil Caminos la cuarta feria ecosocial. El objetivo dar visibilidad a la importancia del campo y a los colectivos de niños de protección a la infancia y también inmigrantes.

Fue un interesante día de convivencia con talleres de oficios perdidos para pequeños y mayores. También un recuerdo al incendio de nuestra bioconstrucción con el vídeo de arde un sueño y el nuevo proyecto con contenedores. La moraleja de no rendirse.

A las 17:00 debatimos en una mesa redonda con gerentes de sindicatos, ecologistas, veterinarios y permacultores sobre la soberanía alimentaria y las protecciones medioambientales.

Todos fueron muy correctos y la conclusión creo que ha sido buscar un equilibrio entre la sostenibilidad del agricultor, del planeta y la salud de las personas y los animales.

Sólo en España hay más de 7000 especies y la alimentación humana depende de unas 120. La biodiversidad disminuye con los monocultivos. Los suelos se empobrecen con herbicidas, insecticidas, etc. Pero no se puede criminalizar a los agricultores. Hacen caso a las normativas y a los comerciales de multinacionales. Nos pasa igual con las medicinas. Además ellos en Europa tienen una normativa y luego se compran productos más baratos a países como Marruecos que no cumplen las normas sanitarias y la mano de obra es barata. Rompen el mercado.

Todos queremos comer sano pero no todo el mundo puede pagar el aumento de precio de la cesta de la compra.

Hay mucho asesor y poco trabajador. Hay que fiarse del que está día a día en el campo con los animales como ganadero o produciendo alimento. Lo que científicamente está demostrado que es mejor hay que aplicarlo, pero con compensaciones. Algo se está haciendo mal cuando no hay relevo generacional para los trabajadores del sector primario.

Me sorprendo lo que tiene que saber alguien para llevar una explotación ganadera y hortícola. En la fundación tenemos huertas ecológicas y la quesería con las ovejas todavía no lo hemos conseguido del todo legalmente porque nuestro queso es natural y artesano y se nota cambio si compramos leche. Ser agricultor es una profesión y no una condena. También he hablado más veces del síndrome de Heidi o déficit de naturaleza en las ciudades, algo que también salió en el debate.

La solución estaría en mandar desde abajo: agricultores, ganaderos y científicos. Porque mandan los de arriba, fondos de inversión y políticos cuyas manos están lejos de la tierra y cerca del dinero cada vez peor repartido.

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