En realidad, nos tomamos el fútbol muy en serio y somos capaces incluso de perder amistades por culpa de él.
Tenemos muchas frases hechas para su disfrute, también para hacer “chanzas” con amigos que siguen a otros equipos distintos al mío.
Por el fútbol lloramos, reímos, soñamos y nos llevamos los mayores disgustos; hasta es posible que pidamos la baja médica para no acudir a la Oficina por cuanto tendría que soportar las bromas de los compañeros ya que mi equipo del alma perdió.
La gente en el fútbol, en el Estadio, se transforma y es una experiencia sociológica ver cómo gente muy sensata, ordenada, pacífica, en el campo de fútbol pierde la calma y todos los estándares de educación pacífica.
En todo caso, lo mejor es tener una anécdota para contar en caso de encontrar a un cabreado después del partido de fútbol. Ahí va un chiste, incluso con tintes de novela negra:
“Era la final del Mundial. El estadio estaba lleno de gente. Un hombre llegó y vio que a su lado había un asiento vacío y le dijo a la mujer que estaba más allá:
- Qué raro… Un asiento vacío…
- Sí - contestó la mujer -. Era de mi marido, pero se murió.
- Vaya, lo lamento - continuó el hombre-. ¿Y por qué no le ha dejado el carnet a algún amigo o familiar?
Y la mujer contestó:
- Lo he intentado, pero todos han preferido ir al funeral”.
Difícilmente mantendrá su cabreo cualquier aficionado que haya perdido el partido recientemente y le cuenten esta anécdota futbolística.